El España-Noruega fue el partido con más expectación de todo el Mundial. Ni el Noruega-Suecia, ni siquiera el Francia-Dinamarca en el que se decidió la otra plaza de la final. Granollers sabía lo que se jugaba en nuestra semifinal y empujó a las Guerreras hacia la victoria.
Sin embargo, los cencerros y el "Norgue, Norgue" de la afición nórdica restallaron en todo el Palau d'Esports, empujando a las suyas a otro partido de eficacia casi perfecta. Noruega plantó un entramado defensivo que Shandy Barbosa trató de agrietar, pero no fue suficiente.
Nora Mork, Oftendal y Lunde condenaron a España
La pasividad española condenó a las Guerreras a ver cómo las nórdicas sí sabían romper su muro; movían la pelota con una velocidad endiablada, haciendo que las de Prades se precipitaran a hacer faltas. Aprovecharon todas las pérdidas, demasiadas, y Nora Mork jugó a lo que quiso (8 goles en 10 disparos, 80% de efectividad).
El único cambio de imagen lo dio Paula Arcos, que se peleó hasta con la útima noruega para encontrarle grietas al muro escandinavo. Ahí residió el punto débil de las nórdicas, que duró poco tiempo en sanar. Para colmo de las españolas, cuando conseguían romper la defensa, aparecía Katrine Lunde para tapar la puerta y negarles el gol.
Lo imposible no fue posible, pero el bronce aún lo es. Las Guerreras de plata están a un partido de volver a sumar una medalla a su casillero. Un premio muy digno para cerrar su Mundial de la mejor forma posible.