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Los abusos y malos tratos dejan de ser tabú en el deporte: el día en que cambiaron las reglas del juego

CAROLINA MUNDI
7 min.

El mundo del deporte regala, a quien se dedica a ello, una infinidad de alegrías. Sentimiento de equipo, de pertenencia a una familia, de superación y de entrega. Los éxitos saben mejor porque tienes al lado gente que los aplaude y las derrotas se convierten en aprendizaje. Pero, detrás de la fotografía familiar mordiendo una medalla, a veces se esconden historias desgarradoras, como las que hemos podido ver en los Juegos de Tokyo 2020, que ponen los pelos de punta. Las humillaciones, los abusos físicos y sexuales y los malos tratos transforman el sueño en pesadilla y llevan a sus protagonistas al límite en muchas ocasiones. Desde hace unos años, las reglas del juego han cambiado y el universo del deporte está luchando por derribar uno de sus grandes tabúes.

Este jueves, la exjugadora de la selección nacional de baloncesto Anna Cruz ha confesado en una entrevista para El País el verdadero motivo de su partida del equipo: el ya exseleccionador Lucas Mondelo. Cruz dijo adiós a su familia a principios de enero con un tajante comunicado que, aunque no daba nombres, ponía al técnico bajo la lupa: "a la familia no se la trata así", decía. Ahora, seis meses después y tras el testimonio de su compañera Marta Xargay. Cruz ha dado un paso al frente para relatar su historia al diario: "su maltrato psicológico continuado me generó estrés, ansiedad, depresión... me llevó a abandonar la selección y a vivir un proceso muy difícil".

Su testimonio llega tan sólo unos días después de que su compañera de pista Xargay, atribuyese a Mondelo la responsabilidad de haber sufrido bulimia y ortorexia -obsesión por la comida sana- tras el trato recibido por parte del entrenador. "He tenido muchos problemas con la comida por culpa de esta persona", manifestó durante su entrevista. Mondelo desmintió estas afirmaciones y aseguró que había puesto este asunto en manos de sus asesores legales.

Ambas se han atrevido a narrar sus vivencias años después de los presuntos hechos porque en el mundo del deporte existen algunos factores de riesgo que impiden la visibilización de este tipo de problemas, tal y como apunta el Consejo de Europa en su estudio sobre abusos sexuales en la infancia. "La alta tolerancia a violencia y a las lesiones, un liderazgo autoritario, el contacto físico indispensable, la importancia de la recompensa y de evitar los escándalos , el tipo de vestuario, las noches fuera de casa y la tolerancia de las conductas sexuales inapropiadas", son sólo algunos factores que influyen en los deportistas de élite.

Olga Korbut, la primera Simone Biles

Uno de los días que marcó un antes y un después en la historia del deporte fue aquel en que Olga Korbut, la gimnasta artística rusa con cuatro medallas olímpicas, contó la tragedia detrás de sus triunfos. Besó el tapiz en Montreal 1976, pero no fue hasta 1999 cuando confesó haber sido la "esclava sexual" de su entrenador, Renald Knish. Denunció que no sólo fue ella, también otras gimnastas de la escuela (por entonces soviética) rusa. El caso se cerró por falta de pruebas, nadie se pronunció al respecto. Fue la primera Simone Biles.

La salud mental ha sido la gran protagonista de los Juegos de Tokyo 2020 gracias al testimonio de Simone Biles. La cuatro veces medallista olímpica se retiró de la final por equipos y de cuatro competiciones individuales, renunciando a las (casi seguras) medallas.Todo por protegerse. "Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza... Debo concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar", relató.

Larry Nassar, el monstruo de la gimnasia artística

Detrás de su testimonio, se esconde una dura infancia, marcada por la adicción a las drogas de sus padres y el cuidado de sus abuelos, y una historia de superación. En 2018, Biles denunció haber sufrido abusos sexuales por parte de Larry Nassar, exmédico de la selección estadounidense de gimnasia. Su valiente testimonio llegó tiempo después de sufrir en silencio el desamparo de un técnico cuya misión era proteger la salud física y mental de las deportistas de élite. Lo hizo a través de Twitter, un altavoz para llegar con su historia a más gente. "También soy una de las muchas supervivientes, tendré que regresar continuamente al mismo centro de entrenamiento donde sufrí abusos".

Ese centro era el Rancho Karolyi de Texas (EE.UU.), un complejo ejemplar a manos del matrimonio formado por los entrenadores olímpicos Bela y Marta Karolyi, conocidos por descubrir a la perfecta Nadia Comaneci -la primera y única gimnasta en obtener una puntuación de 10- y por sus tratos vejatorios a las gimnastas. Allí, Nassar se ganó el papel de poli bueno y se convirtió en el confesor de muchas deportistas que buscaban en él un consuelo ante las exigencias de los Karolyi.

Más de 160 niñas y mujeres alzaron la voz para contar su historia. Todas vieron cómo su abusador era condenado a 60 años de prisión y cómo cerraban las puertas del Rancho Karolyi. Con la sentencia de la jueza, se enterraba a un mito, pero no sus historias.

Lo que esconde la hegemonía rusa en gimnasia rítmica

La gimnasia rítmica es, por excelencia, la disciplina dominada por Rusia (ahora representada como el Comité Olímpico Ruso). El idilio olímpico, derribado este año por Israel y Bulgaria, esconde historias trágicas como las de Rita Mamun. La gimnasta, hasta conquistar la medalla de oro en los Juegos de Río 2016, sufrió un calvario por su entrenadora y presidenta de la Federación rusa de gimnasia, Irina Viner. "Tienes que verter sangre, sudor y lágrimas. ¡No eres un ser humano, eres una atleta!". Frases como esta se escuchaban en el documental producido por Marta Prus, que mostraba el duro sistema de entrenamiento ruso.

Es inevitable pensar qué le diría Viner a las gimnastas Dina y Arina Averina, las gemelas rusas favoritas que vieron cómo Israel se quedaba con el primer puesto del podio. Dina recibió la plata entre lágrimas y Arina se quedó sin medalla. Ambas no tuvieron consuelo. Su entrenadora ni siquiera las miraba. Una imagen desoladora que mostraba, una vez más, la frialdad de las técnicas rusas.

Japón, bajo lupa por los casos de maltrato en judo

Tan sólo unos días antes de que comenzaran los Juegos de Tokyo 2020, llegaba un monstruo que Japón no podía esconder. La organización Human Rights Watch (HRW) denunciaba el maltrato que sufrían los niños japoneses en el deporte, unas prácticas basadas en el uso del castigo corporal. "Los testimonios que hemos recopilado de niños y adolescentes atletas en 50 deportes dan cuenta del uso de la violencia física en el deporte a través de golpes, bofetadas, uso de bates y otros instrumentos, agua y comida insuficientes, entrenamiento excesivo y abuso sexual", expuso Minky Worden, de HRW.

En total, desde 1983, según datos de la organización, 123 niños fallecieron practicando judo a manos de sus entrenadores. La madre de uno de ellos, Keiko Kobayashi, compartía la desgarradora historia de su hijo para dar visibilidad a este problema. "Su entrenador de judo le golpeó, asfixió y le dejó inconsciente provocándole una hemorragia cerebral".

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