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La 'era Laurel Hubbard', las atletas transgénero encuentran su sitio en los Juegos Olímpicos

CAROLINA MUNDI
3 min.

Los Juegos de Tokyo 2020 pasarán a la historia como aquellos Juegos en los que las atletas transgénero han encontrado su oportunidad: este lunes, la neozelandesa Laurel Hubbard ha marcado un hito histórico debutando en la categoría de +87 kilos de halterofilia como mujer. Es la primera vez en su vida, después de trece años compitiendo como Gavin Hubbard, que lo hace como Laurel. Y, con este hecho, se abre una nueva era.

[Clasificación y resultados de los Juegos de Tokyo 2020

Laurel, que ha fallado en los tres intentos de arranque, con un peso de 120 kilos en el primero y 125 en los dos últimos, ha sido descalificada sin aspirar a la medalla olímpica. Hubbard se retira del concurso sin metal, pero con un triunfo que supera lo profesional: haber competido como mujer. Con una sonrisa espléndida tras terminar y mostrando su tatuaje del trébol de la suerte, terminaba la que, probablemente, ha sido la competición más importante de su vida.

Aunque Laurel ha estado bajo la lupa desde que se conociera su participación, Rebecca Catherine Quinn también ha hecho historia en el fútbol olímpico. Quinn, del equipo canadiense, se declaró abiertamente transgénero el año pasado y persona no binaria. Lo proclamó, además, a través de sus redes sociales. Conocida por luchar contra los pronombres femeninos y masculinos, Quinn también ha marcado un antes y un después tras debutar con su selección ante Japón. El cuadro femenino empató contra el anfitrión en el partido más importante para Quinn.

"Soy la primera persona abiertamente trans que compite en las Olimpiadas. No sé cómo me siento. Me siento orgullosa de ver 'Quinn' en la alienación y mi acreditación, pero triste por saber que otros deportistas olímpicos no pudieron vivir su verdad", explicaba la jugadora en su perfl de Instagram.

El COI reguló la participación de atletas transexuales en 2004

Las atletas transgénero están buscando encontrar su hueco en la gloria olímpica. En el año 2004, el Comité Olímpico Internacional (COI) tomaba una decisión que, hasta hoy, ha traído cola. El organismo internacional daba la posibilidad a los y las deportistas transexuales federados de participar en los Juegos Olímpicos una vez pasaran dos años desde su operación de cambio de sexo, abriendo la posibilidad a algunos atletas de desembarcar en los Juegos de Atenas 2004. Por entonces, el COI establecía tres condiciones sine qua non para participar: haber terminado las operaciones quirúrgicas, incluyendo la alteración de los genitales (es decir, extirpar los órganos que definían su sexualidad); haber formalizado el cambio de sexo legalmente y "las terapias hormonales deberían haberse administrado en el tiempo suficiente para minimizar las ventajas derivadas del sexo en la competición".

En 2015, las reglas del juego volvían a modificarse para evitar la exclusión de los deportistas por parte de las federaciones. El COI cambiaba la normativa de los deportistas para clasificarse. Ya no era necesario someterse a una operación quirúrgica para cambiar de sexo, ahora los atletas transgénero podían participar si sus niveles de testosterona (la hormona masculina que da la fuerza y la velocidad) se encontraban por debajo de los 10 nanomoles por litro durante, al menos, los doce meses previos a la competición. Además, se establecía que la deportista que declarase que su identidad de género es femenino no podría cambiar de género durante al menos cuatro años a efectos deportivos.

No ha sido hasta los Juegos de Tokyo 2020, celebrados un año después por la pandemia COVID-19, cuando estas deportistas han hecho historia clasificándose para competir en unas olimpiadas, marcando, con ello, una nueva era.

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