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Luces y sombras en la nueva hornada del ciclismo profesional español

  • Fuera del ciclismo de élite, los cimientos que auparon el crecimiento de la disciplina se han resquebrajado en los últimos años

  • Euskaltel-Euskadi, con su adiós al ciclismo profesional en el 2012 tras 20 años en la élite, dejó huérfana a la marea naranja

DIEGO TOMÉ
9 min.

Alberto Contador, Alejandro Valverde, Joaquim Rodríguez o Carlos Sastre tan sólo son algunos de los nombres que han dado relumbrón al ciclismo español en las últimas dos décadas. Desde finales de los 2000 hasta mediados del pasado decenio, el ciclismo español de élite vivió una de sus épocas doradas gracias a una generación irrepetible.

Nueve años después de la cita de Madrid en 2005, España volvía a acoger un Campeonato del Mundo de Ciclismo en ruta en 2014. Pero al tiempo que Contador ganaba Grandes Vueltas y Valverde seguía agrandando un palmarés interminable, el ciclismo base y los cimientos sobre los que se había apoyado este éxito se iban resintiendo temporada tras temporada.

Las grandes victorias convivían con las progresivas desapariciones de equipos y recortes en vueltas locales. La falta de patrocinadores en conjuntos profesionales coincidía con una crisis financiera que provocaba que la apuesta por el ciclismo fuese cada vez más tímida.

Pero no sólo la desaceleración económica influyó en este sentido. Jesús Ezkurdia, mánager general y gerente de la Fundación Euskadi, pone el foco sobre el dopaje a la hora de explicar estas dinámicas.

“Hubo una época muy oscura durante los años 2000 y eso provocó que muchos sponsors no quisieran que se relacionase a su marca con el ciclismo profesional”, comenta el propio Ezkurdia en conversación con RTVE.

Si bien en la élite ciclística se pudo conseguir una cierta bonanza, toda esta serie de sucesos se hizo más plausible en las categorías Pro Continental y Continental, la segunda y tercera división del ciclismo profesional respectivamente.

Años de bonanza y caída

Tal y como se ha mencionado, los comienzos y mediados de la década de los 2000 supusieron un momento de bonanza para el ciclismo nacional. Tomando como referencia la gran ronda por etapas española como es La Vuelta, se advierte este auge, pero también su posterior caída.

Previo a la llegada del circuito UCI Pro Tour en el año 2005, que obligaba a los equipos de la máxima categoría a participar en todas las grandes vueltas por etapas, hubo ediciones en que la Vuelta Ciclista a España contó con hasta ocho equipos nacionales.

No obstante, el nuevo sistema no afectó sobremanera a las escuadras con sede en España, que seguían manteniendo cuatro equipos en la élite por aquel entonces unido a las invitaciones que la Vuelta repartía entre los clubes de categorías Continentales y Pro Continentales.

Si se echa un vistazo a la clasificación general de 2005, ya con el circuito ProTour en marcha, se observa el dominio de ciclistas españoles una vez más. De los 20 primeros en la general, 14 de ellos eran ciclistas españoles e incluso la clasificación por equipos fue liderada por el conjunto Comunidad Valenciana, escuadra perteneciente a la segunda división y que, por lo tanto, disputó la ronda española como invitado.

Toda esta estructura se fue diluyendo con el paso de los años y la sombra del dopaje tras la Operación Puerto, que tuvo en España su principal sede de operaciones, hasta llegar a comienzos de la década de 2010, cuando tan sólo dos conjuntos, Movistar y Caja Rural, competían en la gran vuelta por etapas española.

“La falta de equipos en la élite hace que muchos jóvenes ciclistas no tengan un referente claro en el que fijarse y decidan abandonar el ciclismo en su etapa de formación. Es algo que influyó mucho durante esta época”, menciona al respecto Jorge Azanza, ex ciclista profesional y actual director deportivo de la Fundación Euskadi.

Si se atiende a los datos se aprecia con claridad esta serie de dinámicas a las que se alude. Mientras que en el año 2006 había hasta 263 corredores españoles en el pelotón internacional, esta cifra se quedaba en los 84 ciclistas en el año 2014, la temporada con el menor número de ciclistas nacionales en las últimas dos décadas.

Entre los factores que desencadenaron esta caída del ciclismo español, hubo un hecho que afectó por encima del resto: el adiós de Euskaltel tras casi 20 años en las carreteras.

La marea naranja, sin hueco en las cunetas

La estructura de Miguel Madariaga dejó un espacio de orfandad difícilmente de llenar en el año 2013. Tras la disputa de la Vuelta Ciclista a España de aquel año, la Fundación Euskadi dejó de contar con el apoyo de la empresa de telecomunicaciones vasca Euskaltel, la cual había sido principal patrocinadora y motor económico del equipo homónimo desde 1998.

“El quedar sin equipo profesional después de tanto tiempo supuso un duro golpe para la fundación y su labor de acercar el ciclismo. Perdimos esa punta de lanza que durante tantos años fue el equipo Euskaltel”, relata Jesús Ezkurdia.

Si bien el colorido que la afición vasca aportaba en las etapas de los Pirineos durante ‘La Grande Boucle’ y las etapas del norte en la Vuelta a España se echó en falta desde el punto de vista del aficionado y telespectador, este no fue el principal revés para el ciclismo vasco.

En términos de profesionalismo, los años posteriores a la desaparición del equipo Euskaltel fueron los peores en número de ciclistas, ya que la Fundación no sólo perdió durante estos años a su equipo World Tour, sino que también desaparecieron sus conjuntos filiales, lo que provocó que numerosos ciclistas se vieran obligados a abandonar el ciclismo tras su paso por el campo amateur.

“Lo cierto es que, pese a que muchos compañeros quedasen por el camino, yo siempre vi la oportunidad de ser profesional, aunque fuese fuera de la estructura de la Fundación”, narra Xabier Mikel Azparren, ciclista formado en las categorías inferiores de la Fundación Euskadi y que esta temporada debutará como profesional.

Xabier se integró en la disciplina dirigida por Ezkurdia tras el adiós de Euskaltel, cuando aún no había regresado el equipo profesional.

Más crítico con el adiós de la formación naranja es Jorge Azanza, quien competía para Euskaltel-Euskadi en el momento de su desaparición y que se vio obligado a abandonar el profesionalismo tras la disolución del equipo.

“Yo sufrí la desaparición en mis propias carnes. La desaparición llegó en mi mejor etapa como ciclista, cuando ya había alcanzado un cierto grado de madurez y mejor estaba compitiendo”, apunta Azanza. Además de añadir que, en cierto modo, el no tener un equipo profesional en los años posteriores, cuando ya ejercía de director deportivo de la nueva formación, impidió a muchas jóvenes promesas dedicarse al deporte de las dos ruedas.

Euskadi, un oasis en el desierto español

Pese a esta pérdida de nivel competitivo tras el adiós de Euskaltel, lo cierto es que Euskadi es una de las canteras más prolíficas del ciclismo español.

Apenas tres años después de la desaparición de la formación naranja, el Euskadi Murias. Pese a no tener un equipo en la élite absoluta, Murias sirvió durante los años de existencia del equipo para que los ciclistas que daban el salto al profesionalismo desde la categoría sub23 no se viesen obligados a buscarse un hueco fuera del ciclismo nacional.

Y es que el tener la oportunidad de dedicarte al ciclismo prácticamente a la puerta de casa es algo que facilita la proliferación de corredores en el contexto vasco.

“Desde categorías infantiles tenemos carreras cada dos semanas. Es algo que en otras comunidades no ocurre”, cuenta Xabier Mikel Azparren, quien ha desarrollado toda su carrera deportiva en el País Vasco y ha tenido la oportunidad de dar el paso a profesionales sin tener que emigrar.

“En el País Vasco hay más de 70 carreras al año en lo que a ciclismo base respecta. Y no sólo eso, sino que todas ellas están a un radio de 80-100 kilómetros, lo que facilita a muchos padres llevar a sus hijos a las competiciones cada fin de semana”, remarca al respecto Jesús Ezkurdia.

El mánager general del actual Euskaltel explica, además, que esta apuesta por la cantera es más importante si cabe que la calidad que pueda tener un ciclista.

“En la Fundación hemos tenido a muchos chicos con nosotros con una calidad tremenda de otras comunidades autónomas. La diferencia es que, mientras aquí las carreras se suceden, en sus lugares de origen igual se pasan meses sin competir”, expone Ezkurdia.

Todo ello, unido a la falta de oportunidades para estas jóvenes promesas vascas, hizo que resurgieran iniciativas como la de Murias Taldea o la apuesta de la Fundación Euskadi por volver al campo profesional apenas un lustro después de su despedida con Euskaltel.

"Tuve oportunidades de ser profesional en España, pero no bajo unas condiciones dignas"

Este buen estado de salud del ciclismo vasco, no parece ser extrapolable a la realidad española. O al menos, así lo considera Jesús Nanclares, un joven ciclista berciano que, a sus 25 años, se vio obligado a emigrar para poder vivir del ciclismo.

Jesús Nanclares en su etapa como ciclista de Miranda-Mortágua

Tras desarrollar su etapa formativa en el club ciclista de Bembibre, su localidad natal, Nanclares comenzó a competir en su época sub23 y amateur en equipos gallegos con tradición en la categoría como el Froiz, Rías Baixas o el Cortizo.

Después de varios años tratando de dar el salto a profesionales comprobó que tendría que irse fuera de nuestras fronteras para hacerlo de una forma digna.

“Sí que estuve muy cerca de quedarme en España en equipos profesionales, pero no bajo las condiciones que yo creo que son necesarias para ser ciclista o para que se convierta en tu trabajo y poder dedicarte a ello”, comenta a RTVE

La llamada llegaría desde Portugal para debutar con el Miranda-Mortágua en categoría Continental, y aunque la experiencia en el país luso tan sólo durase una campaña, Nanclares no se arrepiente de haber tomado la decisión, al tiempo que añade que la salud y el cuidado del ciclismo en Portugal, pese a no tener un equipo en la máxima categoría, es mucho mejor que en España.

“No tienen un equipo élite como tenemos aquí con el caso de Movistar, pero cuidan mucho más de sus jóvenes talentos. Y además dan la oportunidad también de que los sub23 corran junto a los profesionales, algo muy importante en el desarrollo de un ciclista”, asegura Nanclares.

Lo cierto es que, pese a todos estos intentos por dedicarse profesionalmente al ciclismo, el español decidió con la llegada de la pandemia que lo mejor para su futuro encima de la bicicleta sería recalificar como amateur debido a la falta de oportunidades.

“Como ciclista, como persona y como trabajador, porque al final quieres que esto sea tu trabajo, tienes que ser respetado y tener unas condiciones. Y llega un momento en el que con 25 años estar trabajando de algo tiene que darte para vivir, y no sólo para tener la licencia profesional”, manifiesta con rotundidad.

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