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River - Boca | Final Libertadores

La Libertadores en la Villa y Corte: paradojas de la historia y una final que cierra un círculo

MARIO VALLEJO
6 min.

Récords de la Libertadores

Equipo con más títulos: Independiente de Avellaneda (7)

Boca Juniors: mayor cantidad de finales disputadas: 11

River Plate: mayor número de partidos ganados (160) y goles anotados (538)

Máximo goleador de la competición: Alberto Spencer (54 con Peñarol en los años 60)

Curiosidad: Ni Maradona ni Messi han jugado la competición. Tampoco Di Stefano, porque aún no se había creado cuando jugaba en Suramérica.

Por primera vez, el ganador de la máxima competición de clubes de fútbol suramericanos no va a recibir el trofeo en su continente. Paradojas de la historia, en 2018 la Copa Libertadores, a la que dan título quienes protagonizaron las independencias de las naciones americanas del Imperio Español hace dos siglos, se entregará en Madrid, la metrópolis de entonces.

Esta edición es también la primera vez en la que se enfrentan en la final River y Boca, los dos grandes rivales argentinos. Un Superclásico empañado por la violencia que ha obligado a desplazar el partido de vuelta por el título a España.

Con todo, este acontecimiento da la oportunidad para repasar los lazos entre dos países que viven apasionadamente el fútbol, a veces demasiado, y que han visto cómo se entrecruzan desde los mejores jugadores del mundo hasta la propia denominación de la gran competición que ahora vuelve a unir sus destinos.

Creada en 1960 bajo la denominación de Copa de Campeones de América, enseguida pasó a llamarse Copa Libertadores en homenaje a los Bolívar, San Martín, Belgrano (que también da nombre al barrio donde se instaló River) y compañía. Fue una seña de identidad de unos países llamados a enfrentarse a otra potencia mundial con sede en la capital española, pero esta vez solo mediante el fútbol.

Rivales para Di Stefano

Di Stefano posa con sus cinco copas de Europa Archivo EFE

Y es que la competición suramerciana nació más o menos a imitación de la Copa de Europa, que en sus primeras cinco ediciones había ganado el Real Madrid, y a sugerencia, además de los promotores chilenos, de los dirigentes europeos que querían instituir una competición entre los campeones de los dos continentes, la hoy desaparecida Copa Intercontinental.

El primer ganador del torneo suramericano fue Peñarol. Pero los uruguayos perdieron por goleada en la vuelta de la Intercontinental ante los de Di Stefano, la primera gran estrella que cruzó el Charco y que dio paso a una sucesión de fichajes a golpe de talonario.

Y mientras el argentino brillaba en Europa, los equipos de su país de origen tardaron varios años en levantar la Libertadores. El primero en hacerlo fue Independiente, en 1964. Pero fue una década después cuando el conjunto de Avellaneda marcó un hito en la competición aún no superado, con cuatro campeonatos seguidos.

El último de esta serie de títulos de los porteños fue en 1975, cuando se impuso en la final a la Unión Española, un equipo de Chile que sigue manteniendo su vinculación nominal a la Madre Patria... aunque allí la perspectiva es otra y el conjunto santiagués es conocido por la disputa de los Clásicos de las Colonias (frente al Audax Italiano y al Palestino).

Botín recibe una réplica de la Copa Libertadores en 2007. EFE

Avanzando unos años en el palmarés, se llega a 1998, cuando se produce el segundo cambio de nombre oficial en la competición, que pasa a tener como primer apellido el del patrocinador de turno, empezando por Toyota. Esta práctica de mercadotecnia, que se abandonó el año pasado, propició que los campeones continentales entre 2008 y 2012 fueran galardonados con la Copa Santander Libertadores, con la marca del banco de Botín antes que la denominación tradicional, aunque la afición apenas se refirió nunca a esos nuevos títulos.

Y ahora, en coincidencia con la celebración de los bicentenarios de las independencias, el desplazamiento de la Libertadores a Madrid ha reavivado algunos sentimientos antiimperialistas, pero esta vez contra el imperio de las finanzas globales.

Mientras en las redes sociales se bromea con el carácter histórico rebautizando la competición como "Copa Conquistadores" (en honor esta vez a los Colón, Cortés y compañía), varios artículos han ido más allá y han profundizado en la crítica. Así, una columna en Prensa Obrera concluye que para los organizadores, “lo que importa es el negocio, no los hinchas”.

Lo que importa es el negocio, no los hinchas

El periódico argentino señala que a los 60.000 aficionados de River aún “nadie les dijo quién les va a devolver su dinero” por la suspensión del partido del Monumental, y, sin embargo la factura por el traslado transoceánico de la final ha sido garantizada por la Conmebol (aunque España también correrá con el coste de parte del gran despliegue de seguridad).

“El enorme negocio del fútbol, que crecido de manera exponencial en los últimos años y que tenía su centro en Europa, ahora recibe a nuevos jugadores” en referencia no a los futbolistas sino a inversionistas chinos, árabes o estadounidenses “que buscan hacer rendir sus capitales ociosos”. Y “la Conmebol, a su turno, y la Superliga en la Argentina quieren subirse al carro de este negocio”.

Por su parte, Conmebol defiende la decisión con argumentos como la “excepcionalidad” de la situación, las “garantías de seguridad” que ofrece Madrid y sus infraestructuras así como la presencia en España de una comunidad argentina de cerca de 250.000 personas, la más grande en el exterior.

Será la última final de la Libertadores con ida y vuelta, ya que a partir de la edición de 2019 será a un solo partido. Esta vez la ida fue en La Bombonera, en La Boca, en Buenos Aires, y la vuelta será en el Santiago Bernabéu, en la Villa y Corte. Se puede decir que se cierra una etapa y un círculo simbólico en esta historia de fútbol.

Terreno familiar

A la izquierda, imagen de la inauguración de la estatua a Perón en Madrid en 1975; a la derecha, Macri interviene tras descubrir la escultura a Perón en Buenos Aires en 2015 EFE

A escasos 500 metros del Bernabéu se levanta la estatua al General Perón en medio de la avenida que desde 1948 lleva el nombre del militar que ganó tres veces las elecciones en Argentina y presidió el país en esa época.

A pesar de sus diferencias ideológicas, Juan Domingo Perón --que imprimió un sello de autoritarismo a su gobierno-- fraguó una alianza con su colega de profesión, el general Franco, que fue clave para la supervivencia del régimen en una España al borde del hambre.

Mientras en Madrid tenía su escultura desde hace décadas, en la capital de Argentina —donde casi cualquier partido se reclama heredero de sus políticas— no fue hasta 2015 cuando se levantó una en su honor.

La inauguró, no sin polémica, el entonces alcalde de Buenos Aires y candidato opositor a la presidencia, el conservador Mauricio Macri. El hoy jefe del Estado se había hecho popular precisamente como presidente de Boca Juniors, en un traspaso del fútbol a la política, al estilo de Berlusconi, y que en España también tuvo sus fenómenos como Jesús Gil.

Analogías constantes entre dos países con culturas parecidas, y que a veces parecen revisar la historia del otro con más interés que la suya propia.

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