Como si de una película se tratase un equipo de ‘justicieros del juego limpio’, llamado Team Sky -liderado en la sombra por el mánager-emperador Sir David Brailsford- mantiene a rajatabla a una horda de rebeldes con causa.
Muchos son lo que han afirmado estar en este Tour de Francia para ganarlo; otros, por ejemplo Eusebio Unzué –director deportivo del Movistar-, han vaticinado al viento, cual Pavarotti cantando Nessum Dorma, que su protegido -el colombiano Nairo Quintana- ‘vincerà’ el Tour.
Ahora bien, si nos alejamos del terreno del arte y bajamos al asfalto es precisamente el colombiano del Movistar, de los favoritos, el más necesitado ya que acumula la mayor pérdida de tiempo. Con algo más de un tercio del Tour completado, el equipo azulón ha tenido dos oportunidades de poner en aprieto a ‘Los Intocables de Dave Brailsford’.
La primera vez fue en la etapa del pavè. A falta de 40 kilómetros de meta el líder del Sky, Chris Froome, se cayó pasando por encima de un compañero y el equipo quedó desarbolado. Ningún rival reaccionó. A medio camino entre una supuesta ética del ‘fair play’ y el miedo al karma y al qué dirán, ni el Movistar de Landa, Quintana y Valverde, ni el Sunweb de Dumoulin optaron por abrir hueco. Decidieron esperar. Eso sí, apenas 10 kilómetros después el alavés del Movistar, Mikel Landa, se fue al suelo y nadie (salvo dos compañeros de equipo) esperó. El karma.
En la etapa siguiente, primera de montaña, el Tour había preparado con mimo una trampa a la vista de todos. Un tramo de sterrato (camino de tierra y piedras), nada más coronar el puerto más duro de la jornada, había sido anunciado como un escollo azaroso que podía hacerle pasar un mal rato a más de uno. Ahí estaba el queso y las piedras para que algún inocente picara.
Froome, que está a todas en este Tour, pinchó. Lo que ocurrió acto seguido fue un giro estrambótico de la historia. Aquello pareció más un guión de los hermanos Marx o la gestión de una crisis de un afamado expresidente de gobierno europeo. No sólo no pasó nada, no hubo crisis que gestionar, sino que el todopoderoso Sky se tomó el lujo de no descolgar a ningún compañero que ayudara a su líder a integrarlo de nuevo en el pelotón. El gran grupo paró. No sabemos si Brailsford -o su acólito Froome- controlan mediante ‘la fuerza’ a los rivales o se saben tan insultantemente poderosos que nada temen. Es difícilmente creíble que tanto Movistar como Sunweb y Bahrein-Merida arguyan la vía de la ética para no atacar. Hace apenas dos semanas, sus tres líderes, Quintana, Dumoulin y Nibali, han criticaron duramente que la Unión Ciclista Internacional exonerase a Froome de su positivo por Ventolín.
Aparece el tren del Sky
No obstante, nada de esto afectó al Sky, que mantuvo el control de los rivales como si de una apisonadora se tratase. En las dos últimas subidas, los compañeros de Froome pusieron una marcha ‘de crucero’ lo suficientemente alto como para evitar que alguien agitase el bellotero. No fue así. Quizás contagiados por el fútbol corrieron para evitar cometer errores. En los dos últimos puertos gastaron 2 corredores de los 5 que acompañaban al británico.
Landa indicó en línea de meta que el ritmo del Sky ‘quita las ganas de atacar’. El truco es siempre el mismo, poco a poco van aumentando la potencia en el pedaleo para que su jefe se encuentre cómodo. A Froome no le gustan los cambios de ritmo ni el cuerpo a cuerpo; al resto no les gusta el riesgo.
La etapa sólo nos dejó un resquicio misterioso, un gancho para el segundo capítulo alpino que se emitirá este miércoles. Según Landa, que militó en el Sky dos años, “el ritmo que impusieron fue para defenderse”. Lo que sabemos hasta ahora es que nadie atacó a los justicieros y que éstos enseñaron las pistolas. Sin embargo, desconocemos si son de fogueo.