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¿Debe el Madrid vender a Gago?

DAVID RAMOS
2 min.

A Gago se le acaba el tiempo. Es año de Mundial y el jugador, cansado de no contar para Manuel Pellegrini, está tensando la cuerda para marcharse. Unos dicen que está deprimido. Otros, que hasta vomita por culpa del estrés. Los rumores sobre el estado anímico del argentino se disparan, quizá de manera oportunista por parte de su agente, pero el Madrid no parece por la labor de ceder. O llega una oferta mareante por él, o nada.

¿Actúa bien el Real Madrid? Bien mirados los 25 millones de euros que el ex presidente Ramón Calderón pagó por su fichaje a finales de 2006, parece lógico que el Madrid no tenga prisa en vender. Pellegrini no quiere perder a su recambio en la medular, el futbolista aún 'tiene' mercado y Florentino Pérez sabe que puede utilizarlo en verano para abaratar operaciones como la de Ribéry o David Silva. De ahí que por su traspaso pida no menos de 20 millones, una cifra desorbitada si atendemos a sus méritos.

¿Dónde está el Gago de Boca?

Porque el Gago del Madrid no es el mariscal que ganó cinco títulos con Boca Juniors. No pisa la pelota igual, no distribuye con claridad ni tiene esa frescura que le permitía llegar desde atrás.

Tres años no han sido suficientes para que se adapte al doble pivote (no sabe posicionarse cuando la salida del balón no pasa por él) y a la velocidad del fútbol español. Gago es un futbolista al que le gusta marcar los tiempos, pero que sufre demasiado cuando se los marcan otros, ya jueguen esos 'otros' en su equipo o en el contrario.

En Argentina podía darse la vuelta, alzar la cabeza y elegir el pase mientras trotaba, pero en España no. La presión que se practica en el fútbol europeo le hace impreciso en el envío, torpe en el control y descafeinado en el golpeo. A poco que le encimen, se pierde. Sin esa pausa, su talento se esfuma y se convierte en un jugador vulgar que, para más inri, no tiene físico suficiente para destacar en labores defensivas. No es fuerte para ir al choque ni rápido para recuperar la marca. Y la consecuencia es la sentencia del Bernabéu en forma de pitos.

Por todo esto, a sus 23 años Gago suplica por empezar de cero, respirar hondo y dejar atrás las malditas y manidas comparaciones con Fernando Redondo que le han consumido desde que llegó. ¿Debe dejarle el Madrid?

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