La Revuelta celebra su programa número 100 en La 1 y si hay alguien que ha sido clave en este recorrido… ese es Sergio Bezos. Encargado del preshow, su labor va más allá de lo que muchos se imaginan. Él mismo lo deja claro: “La gente se piensa que soy como un animador de público, pero no soy nada de eso”. Su objetivo no es simplemente pasar un buen rato con los 300 perfiles que acuden diariamente al teatro, sino crear un ambiente y un universo propio que perdura hasta el final del programa.
Con su estilo tan característico y su capacidad para la improvisación, Bezos ha desarrollado una rutina en la que se adapta a la energía del público. “Animador de público no me siento, porque el día que están desanimados… Están desanimados. Yo lo que hago es buscar la comedia que hay ahí”, comenta. Su método es sencillo pero efectivo: “Llegar, maquillaje, vestuario y al ruedo”.
El público que asiste al programa se convierte, gracias a él, en parte de la experiencia. Durante los 45 o 50 minutos que dura el preshow, el cómico va conociendo a los asistentes y generando bromas internas que luego se reflejan en el programa. “Muchas veces hago comentarios que David se queda como… ¿Qué es esto? Y claro, ¡es un chiste nuestro! Es nuestra movida, haber llegado antes al cumpleaños”, explica entre risas. Esta conexión hace que La Revuelta inicie la grabación con una energía especial y generada poco antes de que Broncano entre en escena.
“Estoy con ellos para pasar un buen rato”
Uno de los elementos más llamativos de este preshow es la interacción con el público. Bezos traza una fina línea entre la emoción y las expectativas, haciendo que los espectadores se sientan parte de un juego en el que cualquier cosa puede ocurrir. “Hay tensión, porque todo el mundo puede participar y voy aleatoriamente con la gente, entonces… Lo importante es que sientan que van a estar bien, que estoy con ellos para pasar un buen rato y que no va a pasar nada”. Sin embargo, reconoce que si en algún momento alguien se siente “algo más incómodo”, lo convierte en parte del espectáculo. “Aunque estemos nerviosos -lo cuento más de broma-, les digo bueno, hay una persona que a lo mejor lo pasa mal, pero 300 nos lo vamos a pasar muy bien con él o ella. Es un sacrificio por la comedia”, confiesa divertido.
Un fenómeno recurrente dentro de este universo es el llamado “efecto señora”, en el que el público prefiere que entre en juego alguien que no parece interesado en la dinámica. “Queremos que en la bañera haya alguien con el que nos estamos riendo. Por eso muchas veces hay un efecto señora a la que le da igual el programa y que dice: “pero a mí me estáis rayando, ¿estamos tontos?”. Y la gente está a tope diciendo “queremos que seas tú precisamente porque eres la única persona que no lo valora””.
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“Detective Murciano no tenía ninguna capa de juicio para sí mismo”
Bezos también confiesa que valora la autenticidad por encima de cualquier intento de destacar forzadamente. “Este programa lo que tiene es que es muy natural. Como es espontáneo, lo que sí que sucede es que la gente que viene con muchas ganas causa rechazo al público”, reflexiona. En cambio, cuando alguien tímido se muestra genuino, es cuando se crea la magia. “Cuando ves a una persona que a lo mejor es supervergonzosa pero dice o hace un gesto que es carismático y 100% puro, sin ningún tipo de juicio, mola mucho”.
Uno de los ejemplos más memorables de esta espontaneidad es Detective Murciano, un joven del público que, sin pretenderlo, se convirtió en un personaje icónico del programa. “Era un chaval tan inocente que decías tío, es adorable porque no hay ninguna capa de juicio para sí mismo. Él es así, y se está comiendo un bollo pensando en qué rico está el bollo, no pensando “me están viendo comerme un bollo””, relata Bezos. Casos como el suyo reflejan la esencia del programa: encontrar la comedia en lo más genuino y cotidiano.
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En estos 100 programas, Bezos ha convertido su preshow en un espectáculo en sí mismo. Una antesala caótica pero estructurada que consigue que La Revuelta empiece con una energía inigualable. Como él mismo lo describe, “la ventaja es que el público lleva 45 minutos viendo cómo es el lenguaje y lo que va a pasar”. Una fórmula que, sin duda, ha ayudado al programa a consolidarse como la opción preferida para despedir el día entre humor, ironía y buena vibra.