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Javier Sierra: "El gran mérito de la inteligencia artificial es la velocidad, no la innovación"

Entrevista 24 horas
  • El escritor y periodista, presentador del podcast La silla de Galdós en RNE Audio, habla en el 24 horas de su libro El plan maestro

  • Se trata de una novela que mezcla la intriga y el thriller histórico para preguntarse por qué nuestra especie inventó el arte

Javier Sierra, en entrevista, gesticula mientras habla. Viste camisa azul oscuro, gafas rojas y una acreditación amarilla.
MARTA CERCADILLO
Tiempo de lectura 5 min.

¿Qué ves cuando entras a un museo? La pregunta parece simple, la respuesta, obvia: pinturas y murales. Quizá también algunos frescos y esculturas. Tal vez ruinas o puede que incluso documentos antiguos. En definitiva, arte por todas partes. Sin embargo, si le preguntas a Javier Sierra (Teruel, 1971) la contestación es otra. En las pinacotecas no hay cuadros, hay historias.

Cuando el periodista, escritor de thriller histórico, Premio Planeta 2017 y presentador del podcast La silla de Galdós de RNE Audio, cruza las puertas del Prado, los Uffizi, los Museos Vaticanos o la Casa Azul de Frida Kahlo, no solo ve obras colgadas de las paredes. Ante él se aparecen preguntas. Observa misterios sin resolver. Porque el arte no solo se contempla, se lee. Se interpreta. Se cuestiona. Y, sobre todo, se narra.

Y todo ello es justo lo que hace en su última novela, El plan maestro. A lo largo de sus 504 páginas, el turolense le busca los porqués a todo. "En esta novela me planteo saber para qué nuestra especie inventó el arte", explica en los micrófonos de los informativos 24 horas de RNE, con Carlos Núñez, donde ha presentado su nuevo trabajo.

Javier Sierra nos presenta su libro 'El plan maestro':

Javier Sierra nos presenta su libro 'El plan maestro': "¿Para qué nuestra especie inventó el arte?"

Un trabajo materializado en forma de novela que, sin embargo, solo es nuevo para los lectores. Para él no es novedoso. Lleva años en su cabeza. Décadas para ser exactos. "El plan maestro es una manera de expandir un universo que empecé a trazar en 2013 con El maestro del Prado", cuenta el escritor. No obstante, su camino comenzó mucho antes, allá por 1990.

"En El maestro del Prado ficcionaba el encuentro que viví al poco de llegar a Madrid con un señor del que nunca supe ni su nombre ni sus intenciones –bautizado por él mismo como Luis Fovel–, pero que me explicó, delante de una obra de Rafael en el Prado, cómo tenía que leer el arte", recuerda Sierra.

Aquella lección, tan sorprendente como interesante, le marcó tanto que no la dejó pasar. "Volví al museo una y otra vez, intentando encontrarlo de nuevo. Nunca nos cruzamos, pero terminé convirtiéndolo en un personaje literario", apunta Sierra. Porque cuando las respuestas no se encuentran en la realidad, están en la imaginación.

"La gran revelación del doctor Fovel –expone el escritor en la obra– fue enseñarme que el arte es un umbral que nos permite asomarnos a otros mundos tan reales como el nuestro. El arte es un espejo mágico (...). Solo nos falta una llave, una palabra mágica, un pasaporte para atravesar esa puerta y descubrir lo que se oculta tras ella".

Y esa llave, a veces, no es más que la mirada. Con ella se pueden abrir cerraduras, puertas, portones y ventanas. Permite descubrir universos. También vidas.

"El plan maestro es una novela inmersiva que incluye la reproducción de obras a color de todos los cuadros que menciono, incluidas las pinturas rupestres", señala el periodista.

Y es que el arte, insiste, no deja de ser un viaje. De esos que no tienen ni destino, ni final. De esos en los que lo que importa es disfrutar del trayecto. El arte no solo es pintar o esculpir, además es recuerdo. Y la memoria es caprichosa: se construye, se transforma y se altera con el tiempo.

Punto de enlace - Altamira, homenaje al descubridor Marcelino Sanz de Sautuola - 24/11/23

"El arte surgió hace unos 70.000 años en la Península Ibérica y en el sur de Francia y era un arte que tenía mucho de mágico y poco de estético", afirma Sierra. Algo que solo parecían y parecen comprender los más pequeños. "Me di cuenta de que muchos de los grandes hallazgos en pinturas rupestres los han hecho niños", reflexiona el turolense. De hecho, recuerda, fue la hija de Marcelino Sanz de Sautuola quien descubrió los bisontes en las cuevas de Altamira.

"Los niños tienen una capacidad de ver las cosas que los adultos hemos perdido. Nuestra mirada se ha ido moldeando con la educación, la formación y la experiencia. Pero ellos siguen viendo sin prejuicios. Y quizá así es como veían la vida nuestros antepasados. Eso es lo que he querido recuperar en esta novela: que los lectores se acerquen al arte moderno con una mirada de niño", explica el escritor.

Un éxito que traspasa fronteras y culturas

Y puede que ahí, en la mirada infantil y en "contar historias que tengan alcance universal", resida el secreto del éxito de Javier Sierra, ese necesario para mantenerse durante 30 años en la lista de libros más vendidos del New York Times. O eso intuye el turolense. Se trata de conseguir unir a personas que, en principio, no tienen nada en común. Tender puentes, por qué no, entre "Cuenca y Wyoming".

"Mis novelas tratan de responder algunas de las grandes preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? Lo escribo desde una perspectiva cultural que interesa a todo el mundo", confiesa.

Y esos puentes, aunque la inteligencia artificial pueda construirlos, no los convierte en arte. Porque no va más allá. No los cruza y quizá nunca lo haga.

"El gran mérito de la IA es la velocidad, no la innovación"

"Actualmente la inteligencia artificial no puede crear una corriente de arte ex novo, como sí podría hacer cualquiera de nosotros con un poco de arrojo. Bebe de lo que hemos creado antes y lo mezcla con rapidez. Su gran mérito es la velocidad, no la innovación", apunta el autor.

La cuadratura del círculo - ¿Puede ser creativa una inteligencia artificial? - 13/10/22

Por eso, mucho, muchísimo, demasiado tendrían que cambiar las cosas para que la IA, dice el aragonés, "sea capaz de crear algo verdaderamente nuevo que nos sorprenda".

La diferencia entre lo humano y lo no humano es casi insalvable. No hay hormigón ni electricidad que las pueda acortar. "Para mover la inteligencia artificial se necesita una enorme cantidad de energía. Sin embargo, el cerebro, con solo 20 vatios —menos que una bombilla—, es capaz de hacer maravillas. La biología sigue estando por delante de la técnica", concluye Sierra.