La primera prueba de la noche en Maestros de la Costura Celebrity trajo consigo un desafío de alto nivel: reinterpretar la chaqueta perfecto con tejidos de tapicería. Un material rígido y difícil de manejar que ponía a prueba la destreza de los aprendices. Los aprendices trabajaron en parejas, a excepción de Mónica Cruz, que tuvo que enfrentarse al desafío en solitario. Pero si hubo alguien que no pudo resistirse a participar fue Palomo. El diseñador y jurado bajó al taller, se puso a coser y, como no podía ser de otra manera, eligió el tejido más exclusivo de toda la colección: una adaptación de terciopelo del siglo XVIII. “A mí me llama el lujo”, dijo mientras examinaba las telas, asegurándose de que su diseño reflejara su amor por la alta costura.
Palomo se dejó llevar por la emoción del reto, tanto que fue justo de tiempo. Con la presión a flor de piel, Carmen Farala bromeó con él: “Te está sudando el bigote, cariño”. Finalmente, logró terminar su chaqueta, una pieza impecable que deslumbró al jurado. Mientras admiraban el resultado, Palomo no dudó en lanzar una pulla a sus compañeros jueces: “A ver si mis compañeros espabilan. Que han hecho un conjunto de césped y una reinterpretación de un traje de cocinerita. A ver cuándo sacan la moda”.
La chaqueta perfecto, un símbolo de rebeldía en la historia de la moda
Para que los aprendices comprendieran la importancia de la chaqueta perfecto, los jueces hicieron un repaso por su historia. Su origen se remonta a 1928, cuando Irving Schott, diseñador y fundador de Schott NYC, creó la primera versión de esta prenda. Diseñada para motoristas, se distinguía por su cremallera asimétrica, sus solapas anchas y su corte entallado, pensado para ofrecer protección y libertad de movimiento.
Con el tiempo, la chaqueta perfecto trascendió su uso original y se convirtió en un icono de rebeldía. En los años 50, Marlon Brando y James Dean la popularizaron en la gran pantalla, consolidándola como símbolo de la contracultura. Pero la moda también se apropió de ella: Yves Saint Laurent la reinterpretó cuando aún trabajaba para Dior, un atrevimiento que le costó su salida de la firma. Más tarde, Jean Paul Gaultier la llevó al extremo con versiones oversize que rompieron con las proporciones clásicas.
Hoy en día, la chaqueta perfecto sigue siendo un imprescindible en el armario de cualquier amante de la moda, adaptándose a las tendencias sin perder su esencia transgresora.