Algo se mueve entre los árboles. No es el viento ni la lluvia. Es un ruido extraño, perturbador, como esa sensación de ser observado. Algo se esconde en las sombras, inmóvil y paciente. Y no importa si es el crujido de una rama en las montañas asiáticas, una silueta difusa bajo aguas escocesas o camerunesas, o si se trata de unos colmillos brillando en la noche latinoamericana. Son historias que resuenan en cada rincón del planeta.
Porque en los rincones más oscuros del mundo, se dice que habitan seres que la ciencia no se atreve a aceptar. El Yeti, el Monstruo del Lago Ness, el Chupacabras… Figuras envueltas en misterio, entre la ciencia y el mito, la superstición y la posibilidad de un mundo aún por descubrir. Algunos las llaman leyendas, otros juran haberlas visto. Pero, ¿y si están más cerca de lo que imaginamos?
En Terror en blanco, María Paredes y Juan Gómez nos sumergen en el universo de la criptozoología junto a Javier Resines, mientras José Olmos nos lleva tras las huellas de Bigfoot en su viaje por Estados Unidos y Canadá.
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Terror en blanco - Criaturas entre el mito y la realidad
Todos los años la ciencia nos sorprende con nuevos descubrimientos. Aparecen especies que se creían extintas o de las que no se tenía constancia. La mayoría de estos seres, explica Juan Gómez, "son animales muy pequeños e inofensivos", sin embargo, no siempre es así. Y cuando se da el caso, aunque sea muy excepcionalmente, se nota. Deja huella y abre la puerta al fascinante mudo de lo inexplicable.
"Hay ocasiones en las que hablaríamos de grandes animales que, por razones desconocidas, se han adaptado a los cambios terrestres y a la presión humana, y solo se ven muy de vez en cuando, generando encuentros, cuanto menos, desconcertantes". Y, sobre todo, terroríficos.
¿Por qué, si la lógica científica asegura que no deberían existir, la duda sobre su existencia persiste con tanta fuerza? ¿Es posible que haya algo más allá de lo conocido? ¿Son el Yeti y compañía productos de la imaginación, o una prueba de un mundo que aún no entendemos?
¿Qué es la criptozoología?
La naturaleza sigue guardando secretos en sus rincones más remotos, y algunos han dado lugar a la criptozoología. "La criptozoología es una amalgama de estudios de criaturas no reconocidas por la ciencia oficial, que, además, tienen un plus de misterio. Son animales que no deberían estar entre nosotros pero que, según miles de testigos, ahí están", señala el periodista especializado en criptozoología y botánica, Javier Resines.
La lista es larga, pero lo realmente perturbador no es la cantidad, sino los detalles. Desde el Agogwe en el oriente africano, hasta el Yeren en China, pasando por el Batutut en Siberia o el Hibagon en Japón para llegar al Yowie en Australia o al Almas en Mongolia, sin olvidarnos del Bigfoot en Canadá y Estados Unidos o el Yeti en el Himalaya, todas estas criaturas son descritas como seres mitad humano, mitad simio, que caminan erguidos, viven en bosques o montañas y están cubiertos de pelo.
"Hay criaturas salvajes de aspecto simiesco de gran tamaño en casi cualquier lugar del mundo. Es un arquetipo que se repite y hace referencia a esos seres del bosque antiquísimos que, de algún modo, han estado en contacto siempre con la humanidad", apunta Resines.
¿Cómo es posible entonces que tantas culturas, no solo separadas por miles de kilómetros, sino por siglos, coincidan en algo tan concreto?
Una vez puede ser fruto de la casualidad, dos también, incluso tres. Pero ¿tantas coincidencias? Para algunos, son demasiadas. Entre ellos, para buena parte de los islandeses.
Islandia y su estrecha relación con los seres mitológicos
"Islandia –explica Juan Gómez– tiene una íntima relación con ciertos seres mitológicos”, tanto que la mayoría de sus habitantes están convencidos que son reales. De hecho, en la isla, existe una asociación, la Asociación Amigos de la Lava, que se encarga de establecer acuerdos entre las autoridades humanas y los elfos. Se busca una convivencia sana y pacífica entre ambos. Así, por ejemplo, al construir una carretera, las autoridades del país desvían tramos para respetar los lugares en dónde viven los duendes.
"Incluso los proyectos arquitectónicos se hacen en base al acuerdo con estos seres invisibles", añade Gómez a quien no le sorprende, por tanto, la defensa de la presencia del gusano del lago Lagarfljót. "En 2014 se creó una comisión de la verdad para determinar la veracidad de un vídeo que había filmado al monstruo. El tribunal afirmó que no se veía ninguna razón para dudar de la existencia de la criatura. La serpiente mitológica es, por lo tanto, real en Islandia".
Pero no es la única. En las zonas más profundas del Congo, también es muy real el Mokèlé-mbèmbé. Según indica el escritor Fernando López del Oso este ser, que ha atacado a varios habitantes de la zona, podría tener el mismo aspecto que un dinosaurio.
Tras las huellas de Bigfoot
Y si bien, la presencia y existencia de este tipo de criaturas puede resultar inquietante, también es fascinante. Las dos emociones van de la mano, pero en el caso de José Olmos la curiosidad se impone siempre al miedo. Este aventurero e investigador no ha tenido reparos en adentrase en lugares inhóspitos para seguir las huellas de una de las criaturas más esquivas y a la vez apasionantes: Bigfoot.
"Lo que realmente disfruto de mis viajes es el entorno, pero el fin último es interactuar con la criatura", reconoce, consciente, sin embargo, de que cada vez está más cerca de conseguirlo. "Estaba en los bosques de Canadá y empecé a escuchar sus vocalizaciones así que decidí comunicarme con ellos a través de golpes en los árboles", relata.
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"Estuvieron contestándome durante 45 minutos y cada vez me acercaba más a ellos, perro justo cuando me encontraba a 20 metros, pararon. De alguna manera me detectaron", asegura Olmos que, lejos de venirse abajo, esta experiencia le motivó a un más en su búsqueda.
"15 días después, mientras subía una colina lo escuché correr y me puse a perseguirlo, pero empezó a sacudir un árbol para disuadirme", explica. Pese a todo, consiguió verlo con claridad: "Su complexión se asemeja a la de un gorila bípedo, –indica Olmos–, pero la estructura de la cabeza es muy cónica y tiene rasgos más humanos que cualquiera de los primates catalogados a día de hoy. Además, denotan una clara inteligencia y mucho más desarrolladas que todos los animales que podamos conocer", concluye.