Una agenda trepidante de conciertos, actos culturales y deportivos… ¿A quién no le gusta vivir en una ciudad vibrante en la que siempre hay algún evento al que acudir? De hecho, nos gusta tanto que las ciudades se han visto abocadas a competir entre ellas para conseguir el mejor evento, el más sonado y popular. Aunque tampoco vamos a ser tan ingenuos como para pensar que las urbes solo llenan sus agendas para complacer a sus habitantes. Es una obviedad decir que los grandes acontecimientos, sobre todo, se utilizan para crear marca de ciudad y para impulsar proyectos urbanísticos en zonas que necesitan una reforma o transformación, pero ¿cuál es su impacto medioambiental?
Tras la huella del evento
A la hora de buscar estos datos, debemos acudir a la ciencia. Existen muy pocos científicos que se hayan especializado en realizar este tipo de diagnósticos ambientales. Uno de ellos es el ambientólogo Jordi Olivé i Solá: “El 8 por ciento de las emisiones globales tienen que ver con el turismo y, dentro de este porcentaje, la aviación es responsable de un 2 por ciento”, explica. Este dato es muy cercano al que se le imputa al sector textil, responsable del 10 por ciento de las emisiones globales.
Un turista de congresos genera 300kg de CO2 al día
Pero estos datos empeoran cuando el foco se pone en el turismo de eventos, ya que “de media, un turista genera 100kg de CO2 al día pero puede ascender hasta los 300kg si esa misma persona que viene de la otra punta del planeta, ya sea de Asia o de América, se desplaza tan solo para acudir a un congreso de tres días de duración”, añade Oliver i Solà.
La clave es la regionalización
Ante la pregunta de cómo reducir el impacto medioambiental de estos eventos, el ambientólogo reflexiona durante unos segundos y responde: “Tiene difícil solución. Quizás no deberían organizarse pensados como una única cita mundial a la que acuden 100.000 personas, sino contar con sub sedes regionales que estén más cerca de los interesados”. Esta solución, desde luego, no debe ser muy atractiva para los que organizan estos grandes acontecimientos, pero, desde luego, sería mucho más interesante desde el punto de vista de la gestión de la huella de carbono.