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La geopolítica detrás de Eurovisión, analizada en profundidad en 'Geópolis'

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5 min.

La cultura del espectáculo es casi tan antigua como el ser humano. Y si hay un espectáculo que nos ha hecho mover el cuerpo, ese es Eurovisión. Sin embargo, muchas veces, deslumbrados por las luces, las canciones y las grandiosas puestas en escena, obviamos la profunda dimensión política que subyace al festival. Afirmar que Eurovisión no tiene tintes políticos es un error, ya que la política está intrínsecamente ligada a su ADN desde sus orígenes.

"El germen del festival se remonta a la Guerra Fría, cuando se concibió como un concurso de bandas militares", explica Fernando Arancón, analista en el Orden Mundial. "Si bien la idea original quedó en un cajón, sentó las bases para lo que posteriormente conoceríamos como Eurovisión". El festival nació con el objetivo de crear un espacio común que no hiriera sensibilidades ni valores religiosos en la Europa de posguerra. La señal del festival traspasó el Telón de Acero, llegando a países como Polonia o Checoslovaquia. La OTAN veía en Eurovisión una herramienta para difundir los valores occidentales, algo que la Unión Soviética intentaba impedir a toda costa. De esta manera, el festival se erigió como un campo de batalla simbólico en la Guerra Fría.

A lo largo de su historia, Eurovisión ha sido testigo y reflejo de los cambios sociopolíticos en Europa. Desde la caída del Muro de Berlín, la desintegración de Yugoslavia y hasta la ampliación de la Unión Europea, el festival ha servido como plataforma para la expresión de la identidad cultural y la construcción de puentes entre naciones.

Eurovisión: un puente entre Occidente y los países del Este

Para los países que formaban parte de la órbita soviética, participar en Eurovisión es como un puente hacia la Unión Europea, hacia Occidente, pero en términos culturales. "Es una manera de acercarse y entrar en ese círculo exclusivo de países occidentales. Esto explica en gran medida el fervor que existe en los países de Europa del Este por Eurovisión en la actualidad. Es una plataforma que les permite dar a conocer su cultura, identidad nacional y música a un Occidente que hasta entonces había sido bastante ignorante de la realidad cultural y social de esos países", explica Blas Moreno, analista de El Orden Mundial.

Israel en Eurovisión

Israel lleva participando en Eurovisión desde 1973. Desde entonces ha logrado cuatro victorias en el certamen, la última en 2018 con Netta y la canción "Toy". "Israel utiliza el Festival de Eurovisión para legitimarse frente al exterior, sobre todo frente a sus vecinos de Oriente Próximo", cuenta Alba Leiva, analista en El Orden Mundial. Al país mediterráneo se le ha acusado incluso de hacer Pink Washing en el concurso: "Israel utiliza los derechos de las mujeres, el feminismo, los derechos LGTB para diferenciarse de sus vecinos de Oriente Próximo, a los que se le relaciona con la homofobia y el machismo", añade la analista.

Al país mediterráneo se le ha acusado incluso de hacer Pink Washing en el concurso: "Israel utiliza los derechos de las mujeres, el feminismo, los derechos LGTB para diferenciarse de sus vecinos de Oriente Próximo, a los que se le relaciona con la homofobia y el machismo", cuenta Fernando Arancón. "Cuando organizaron el festival en 2018 hubo protestas de organizaciones y asociaciones proplaestinas que argumentaban que esta celebración en Israel iba a servir un poco para blanquear la imagen de Israel en el mundo", explica.

Este año, la participación de Israel ha vuelto a crear tensiones a rraíz de las operaciones militares del país en Gaza y Cisjordania. La organización justifica la participación de Israel: "Es un concurso para emisoras, no para gobiernos". El sábado, Eden Golan, cantará "Hurricane" en la Gran Final del certamen.

Sinopsis

Eurovisión nació tras la Segunda Guerra Mundial y en plena Guerra Fría. Su objetivo era claro: fomentar una identidad europea común en un momento en el que el continente buscaba reconstruirse. Sin embargo, con el paso del tiempo, el festival se ha convertido en algo más que un simple concurso musical. Lejos de ser un espacio de pura hermandad, Eurovisión se ha transformado en un campo de batalla cultural, donde las alianzas y rivalidades entre países se hacen patentes. Las votaciones, a menudo teñidas de intereses políticos, reflejan las tensiones geopolíticas del momento. Más allá de la música, los estribillos cargados de mensajes políticos se han convertido en armas sutiles en esta contienda cultural. Geópolis repasa su historia para comprobar que su mayor eurofán es, sin duda, la geopolítica.

Las redes sociales y gastronomía, entre los temas de la primera temporada

La gastronomía, la industria de la cosmética y las redes sociales son otros de los temas que ha explorado Geópolis, un proyecto transmedia que incluye cuatro programas audiovisuales y doce podcast producidos por RTVE Play en colaboración con The Voice Village y Lavinia Audiovisual. El espacio nace del equipo creador de Geopolítica pop, uno de los grandes fenómenos recientes del podcast en español.

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