Cuando supimos que Cuéntame debía decir adiós, en la sala de guionistas pensamos que no había mejor final que el principio. De eso hace ya muchos meses y ayer, al fin, el día llegó. Cuéntame contó el nacimiento de Cuéntame y, pese a los vaticinios de algunos agoreros, el mundo no explotó ni perecimos en una paradoja del espacio tiempo.
Para llegar al final, perdón, al inicio, no tuvimos que echar la vista atrás, sino mirar hacia adelante y pisar el acelerador. Hemos contado siete años en siete capítulos, lo que bien podría haber dado para siete temporadas. Todo por llegar al 13 de septiembre de 2001.
Aquel día, el planeta entero todavía se frotaba los ojos después de haber visto en directo por televisión el peor ataque terrorista de la Historia. Mientras, en España empezaba una serie que iba a contar nuestra historia, empezando precisamente con la llegada de ese electrodoméstico llamado televisor al salón de una familia tipo de los años sesenta, los Alcántara.
Desde entonces, Cuéntame ha contado nuestro pasado más reciente, desde el La, la, la de Massiel hasta el nacimiento de la propia serie, desde la primera comunión de Carlitos al entierro de la abuela Herminia. Y lo ha hecho colándose en las casas de millones de espectadores durante veintidós años y, de paso, cambiándonos la vida a más de uno. Porque en todo este tiempo en Cuéntame ha pasado de todo, delante y detrás de las cámaras. Amores, peleas, casorios, divorcios, llegadas, despedidas, decesos, nacimientos y, sobre todo, trabajo, mucho trabajo. La vida misma.
“La de cosas que hemos pasado aquí juntos”, les dice Carlos Alcántara a sus amigos Luis y Josete en la última escena del último capítulo, mientras los tres pasean por las calles de San Genaro una noche de septiembre de 2001. “Algún día tendrías que escribirlas”, le reta Luis. “Eso no le interesa a nadie, hombre”, zanja Carlos. Con el tiempo, el pequeño de los Alcántara descubrirá que tiene más pulso narrativo que dotes adivinatorias. Porque la Historia siempre pone a cada uno en su sitio, también a los Alcántara, y luego viene Cuéntame para contarlo.
Cuéntame acaba y empieza, porque las buenas historias perviven siempre. Es una serie infinita, como llama Merche a su Antonio. Por eso no decimos adiós, decimos hola. Cuéntame no ha hecho más que empezar.