Es uno de los actores más queridos y recordados, una estrella del cine español que se fue en 2009. José Luis López Vázquez dejó un extenso legado como actor, pero pocos saben que llegó a esa profesión casi por casualidad. Su primer trabajo en las tablas de un teatro fue en 1943 y hasta 1951 no rodó su primera película. Ya entonces tenía claro que ese era su camino, y decidió aparcar su primera profesión. Nació en el Madrid de 1922, hijo de un funcionario público y una modista, una mujer a la que siempre quiso y siempre llevó en su corazón.
Siendo muy joven se acerca al teatro de manera ocasional, en compañía de otros estudiantes. Con 17 años empieza a representar algunas obras de teatro y toma contacto con el diseño de vestuario de la mano de José Caballero, pintor de la compañía La Barraca de García Lorca. Su influencia fue tan grande que López Vázquez empezó a dibujar. "Era autodidacta”, contaba Eduardo Rodríguez, autor de la biografía de José Luis López Vázquez. Un libro en el que se cuenta que, debido a las necesidades familiares dejó de estudiar para trabajar de administrativo en una farmacia militar.
Su trabajo en la farmacia le duró poco tiempo, y colgó la bata blanca para coger los pinceles. Durante 18 años dibujó vestuarios, decorados, carteles, cubiertas de libros e incluso dibujo técnico, una ocupación que se alargó durante años y con la que vivió holgadamente. Enseguida llegaron sus primeros trabajos remunerados para el cine. Fue ayudante de dirección, decorador, figurinista y script. José López Rubio le contrató como figurinista para tres películas, entre ellas Eugenia de Montijo. “No me esperaba esto. Cuando vi las obras me di cuenta de que me encontraba delante de un gran diseñador”, decía Víctor Zarza, director del departamento de pintura y restauración de la Facultad de Bellas Artes de la Complutense de Madrid, cuando vio por primera vez los dibujos de López Vázquez.
Influencias artísticas
Antes de ser actor, dibujó, y mucho. En toda su obra se aprecian influencias muy variadas. En el vestuario y decorados para el Tenorio y La vida es Sueño se nota su admiración por Le Corbusier. Jean Cocteau, Giorgio de Chirico y Dalí marcaron sus dibujos más personales, y las ilustraciones de moda de la época, que tuvo siempre a mano porque su madre era costurera, influyeron en sus figurines, especialmente en los de la película Alhucemas.
Pero López Vázquez extendió sus pinceles a cubiertas de libros, carteles y felicitaciones de navidad que año tras año enviaba a familiares y amigos. “Un año nos dijo que ya no podía mandarnos más y desde entonces las navidades ya no fueron lo mismo”, recordaba la actriz Julia Gutiérrez Caba en la inauguración de la exposición “José Luis López Vázquez, Arte en papel” que se mostró en la seda madrileña de la fundación Aisge, a la que también asistieron amigos como Pedro Olea y Jaime de Armiñán, el director que tuvo en Mi querida señorita, una de sus mejores películas que llegó a optar al Oscar de mejor película extranjera. Casi todas las obras que se expusieron, 65 en total, pertenecían a su última pareja, la actriz Carmen de la Maza, y todos destacaban de López Vázquez su buen gusto, la sensibilidad y la elegancia.
Su carrera artística entre lapiceros, pinceles, témperas y rotuladores se prolongó durante 18 años, compaginando el dibujo con sus primeros pasos en la interpretación, pasando de las tablas del teatro al set de rodaje de cine. "Lo de actor le vino de añadidura", dice Concha Velasco. "Decidí hacerme actor porque me gustaba, pero yo no tenía las características físicas que se necesitaban", contaba el actor en las entrevistas. Pero esas carencias fueron su virtud, unido, claro, al talento. Su primer papel con peso, un dependiente de Galerías Preciados, fue en 1951, en Una pareja Feliz y desde entonces fue dedicando cada vez más tiempo a la profesión de actor. Rodó 262 películas, e hizo teatro y televisión. Fue uno de los mejores actores del cine español y llegó a rodar con George Cukor. Ahora se cumplen 100 años de su nacimiento y este aniversario es solo una excusa para disfrutar, una vez más, todas sus interpretaciones.