Cine

Emma Cohen, la historia nunca contada de la artista a la sombra de Fernán Gomez

  • Crecer profesionalmente a la sombra de Fernando Fernán Gómez fue difícil

  • Pero Emma Cohen fue una artista total: actriz, directora, escritora, dibujante, poeta, artista visual...

  • Viaje a alguna parte (2021), la película documental sobre sus dos universos, en RTVE Play

RAQUEL ELICES
6 min.

Quien diga que Emma Cohen (Barcelona, 1946 - Madrid, 2016) vivió a la sombra de Fernando Fernán Gómez ignora el inmenso universo artístico de esta exploradora. La elocuencia con la que definían al hombre con el que Cohen compartió cuarenta años de su vida, al que denominan el artista total, encajaba por igual en ella. Actriz, directora, escritora, dibujante, poeta, artista visual… Emma Cohen demostró con creces haber traspasado el umbral de cualquier sombra masculina.

De carácter libre, lúcido y vitalista, su forma de mirar y estar en el mundo y su desparpajo rompieron mentes, corazones y esquemas en una España polvorienta. Escondiendo su pícara mirada tras las rejas de aquella melena afrancesada, a Cohen, como a muchas otras actrices también le tocó mostrar teta, lo único que se mostró durante la caída el régimen. Era 1968 y Emma acababa de llegar de París, donde había estallado su despertar artístico. Por primera vez, su rostro aparecía en la gran pantalla. Fue en la película de Jorge Grau, protagonizada por Sara Montiel, Tuset Street.

Emma Cohen, libérrima y vital artista en continua evolución

Dió la vuelta al cliché asignado de objeto sexual

Cohen cumplía aquel canon de belleza de cuerpo delgado, cara bonita y aires de chica yeyé y la industria del cine, tan sutil para estas cosas, no tardó en convertirla en un objeto de deseo. Fue así como llegó su cuarto papel como actriz Pierna creciente, falda menguante (1970), la película en la Fernando Fernán Gómez y ella cruzaron sus caminos por primera vez. Ella interpretaba a una cantante de charlestón, él a un hombre de alta cuna. Ambos se enamoraron en la ficción y también en la vida real.

En esta pareja ficticia ya estaba presente la diferencia de edad entre ambos, él tenía 49 años, ella 27. “Un día durante el trabajo entre los árboles de la Casa de Campo, dentro de un coche de caballos, disfrazada de antigua, encontré a la compañera de mi vida… era joven, hermosa, alegre pensativa, le gustaba leer, quería trabajar en el cine, en el teatro, dirigir películas, escribir, cambiar el mundo. Quería ser libre”, contaba Fernán Gómez en sus memorias, Lluvia amarilla.

Aquel encuentro amoroso fue algo más que una historia de amor. La pareja supo crear un tándem creativo. Su relación se convirtió en un espacio seguro desde el que Cohen podía dar rienda suelta a su universo creativo al lado de una mente que funcionaba como la suya. Así, él comienza a animar aquellos deseos profesionales, sale en sus cortos, ella protagoniza sus películas, escriben juntos y se retroalimentan.

Una mujer en constante revolución: cortometrajes

Aquella mujer de expectantes y enigmáticos ojos verdes decidió darle la vuelta al mito erótico que le había sido asignado, agrietó todos los clichés y rompió con la actriz del destape. Sin afanes de notoriedad, sin grandilocuencia, con sencillez. Huyó constantemente del encasillamiento en un estado de ánimo de continua reinvención de sí misma. Es así como decide colocarse por primera vez delante de una cámara en 1969 con La primera historia de Bartrier, rodada en su Barcelona natal.

Emma Cohen en 'Bruja, más que bruja' (1977)

Sus cortos, que logró en muchos casos cofinanciar gracias, precisamente, a esos otros trabajos en el cine comercial, muestran a una cineasta libérrima que quiso "dar el salto" al largo, pero no lo logró porque era demasiado caro. Emma fue una de las pocas mujeres que por aquellos años estudiaron en la Escuela Oficial de Cine.

Emma aprendió haciendo, y viendo cómo otros hacían

A inicios de la década de los setenta, se trasladó a vivir a Madrid, donde continuó realizando y produciendo cortometrajes. De aquella época es La plaza (1976), un corto que estaba atravesado por un leiv motiv de su vida y (casi) toda su filmografía: la mujer no dependiente que se expone a la vida sin remilgos. Una mujer, en el caso de este cortometraje, de la que solo sabemos que acaba de quedarse sin casa, y su casa será entonces la plaza.

Emma Cohen (1946 - 2016)

Después llegó Quería dormir en paz (1978). Formalmente más depurado, parece añadir una nueva capa temática al anterior: un sistema sociopolítico basado en la desigualdad y la represión. Una historia desgarradora, emplazada en los últimos años del régimen franquista, que tiene ese resabio a silencio y a miedo, a autoridad, a miseria y a injusticia. De aquel mismo año es su primer documental La Chari se casa (1978).

Aquella pieza documental es probablemente el trabajo más insólito de la breve filmografía de Emma Cohen; y no es menos insólito si intentamos colocarlo en la historia del cine del estado español. La cámara nos adentra en una boda gitana celebrada en un poblado madrileño. Según cuenta Emma, pudo rodarlo porque el jefe de producción era amante de un hombre gitano, y por eso les dieron acceso.

La discreción y el respeto con que Emma trata el asunto filmado contrasta con lo impactante de las imágenes, apoyadas en la decisión de acompañar el festejo con la voz en off de La Chari, la novia. El montaje de José Salcedo (montador, entre muchas otras, de El desencanto, Maravillas, y la mayor parte de las películas de Almodóvar), aporta a la narrativa fílmica un tono y un ritmo que organizan los elementos de la historia enfocándose en la acción.

En 2014 Emma Cohen publicó su último libro 'Magia amorosa para desesperadas y desesperados'

En los ochenta, dirigió también para televisión uno de los episodios de Cuentos Eróticos de TVE (1980) y "María de las noches", el primer capítulo de la serie Delirios de amor de TVE (1989). Aunque de esa época destacan sus dos cortometrajes Yo qué sé (1980), El séptimo día del sol (1980).

En total, ocho piezas: seis cortos rodados entre 1969 y 1980 que demuestran que Emma Cohen, actriz conocida por muchos, era también una cineasta oculta. Pero no solo eso, entre su legado se encuentran poemarios, novelas, multitud de collages -su mítico personaje de Barrio Sésamo, como Caponata- y piezas audiovisuales exquisitas a través de las cuales mostró su carácter de artista total.

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