Para Hannibal Laguna y su equipo están siendo unos meses de celebraciones, en los que se mezcla el orgullo por haber llegado a lo más alto y la nostalgia. La casa cumple 35 años de carrera, de pasión por la moda y de triunfos. Acaba de presentar su colección nupcial, dentro de la pasarela Atelier Couture de Madrid, y este desfile cierra un periplo de pasarelas que comenzó en Canarias. Pero hay más, ya que se está gestando una exposición que se instalará en Alicante, su cuna. Allí empezó todo y hoy, 35 años después, surgen las preguntas. "Nos preguntamos: ¿Por qué hicimos aquello? ¿Por qué no hicimos lo otro? Es hacer un balance o un repaso desde una perspectiva amable", dice el modista. "Los primeros desfiles fueron en Madrid, en lo que era la Pasarela Cibeles, luego nos fuimos a Barcelona, al Salón Gaudí, y luego regresamos a Madrid. Con las novias dimos el salto internacional y arrasamos cuando usamos el primer corpiño para un look nupcial".
La historia del corpiño para las novias
No se trató solo de una innovación, también influyó la necesidad de espacio. "Solo teníamos una pared para los vestidos y decidimos hacerlos de dos piezas. Con diez partes de arriba y diez partes de abajo nos salían cien looks. En la calle se llevaba mucho el corsé, estaba muy de moda, pero no se había visto en las novias. Nosotros cogimos el corsé de la yaya y lo desmontamos para hacerlo nuevo, a los de Vogue les gustó mucho y envió a Rafa Gallar para hacer fotos. Fue un éxito, y nos llamaron de Barcelona para desfilar allí, cuando empezaron los desfiles monográficos de novia, porque antes solo se veían al cerrar los desfiles de moda de calle".
Desfiles inolvidables
Fueron años gloriosos para el sector nupcial, y para los desfiles. Laguna y su hermana Isabel desempolvan recuerdos. De los armarios salen invitaciones a esos desfiles, con pasarelas maravillosas. Una repleta de camas para tumbar a la prensa y otra con una montaña de sillas doradas, ante la que posaban Martina Klein y Eugenia Silva como dos novias enamoradas. Fueron años muy especiales, y ahora son otros. "No son peores, son distintos. Ahora hacemos otras cosas", dicen. El éxito no consiste solo en llegar, el gran éxito es mantenerse. Y ellos lo han conseguido dividiendo la casa en dos, separando la parte creativa de la empresarial.
El respeto por sus clientas
Durante la Madrid Fashion Week vimos su colección de calle, una celebración de la marca y del aniversario. "Nuestras clientas son las que reman y nos llevan lejos. Nuestras propuestas están pensadas solo en ellas. Quizá ahora se lleven otras cosas, pero, estéticamente, somos conscientes de lo que ellas quieren y no queremos darles la espalda". Atrás quedan muchos desfiles, muchos vestidos, muchas novias. Muchas se han separado, pero conservan el vestido. Se van los maridos, pero el vestido se queda. "Eso es fidelidad", dice Laguna.
Paz Vega, la musa de Laguna
Son muchas las 'mujeres Laguna', celebrities que en momentos clave de sus vidas o profesiones se han vestido en la casa. A la hora de elegir a una, no duda. "Paz Vega. Es una mujer adelantada a su tiempo, es una visionaria y nos representa muy bien, tanto por su trabajo como por sus valores". Son muchos los momentos mágicos y es difícil quedarse con uno. "Para mí fue muy especial hacer la colección One and only, porque utilicé un terciopelo líquido que me enviaron desde Suiza, hecho en unos telares que hacían tejidos para Christian Lacroix que llevaban años parados. ¡Fue impactante!".
La colección nupcial YES
Hay un giro estético en las novias de Hannibal Laguna. El barroquismo, el derroche y el exceso se borran de un plumazo para dar paso a una novia más minimalista, menos llamativa. "Está pensada en la mujer española, no tanto en las clientas rusas o árabes. La mujer española es más contenida, no les gusta llamar tanto la atención, no te pide poner más cosas al vestido, al contrario, te pide quitar. Por eso hay tanto liso en la colección", revela. "No vemos chantilly ni encajes, vemos una organza con un devoré que simula ser un brocado".
Presume de los tejidos, como los crêpes dobles o triples que dan un peso elegantísimo al vestido, del 'planeado' que se trabaja al bies sobre la maniquí, del trabajo artesanal que se hace en el atelier. Lo que otros tardan 10 o 15 minutos en hacer, ellos lo hacen en 10 ó 15 horas. "El precio está más que justificado, es costura a medida, pero de alta calidad".
No a las hombreras
Las faldas al bies, uno de los iconos de la casa, se mezclan "con vestidos de escotes profundos, mangas regias y colas imponentes", y destaca la labor con los pliegues y plisados, femeninos y sensuales, que envuelven y abrazan el cuerpo. Los patrones juegan a mostrar u ocultar, y los vestidos más llamativos llevan ligeros bordados hechos a mano con hilo de seda y cristal, que enmarcan puntos especiales, como las cinturas y las mangas con volantes. Con esa contención estética de la que habla, crea los volúmenes de los hombros, delicadas estructuras etéreas que ponen un acento coqueto y muy femenino al vestido. "Ya sé que lo hace todo el mundo, pero me da mucha pereza poner hombreras. ¡Lo he vivido tanto en los 80!".
Atelier Couture es la pasarela especializada en moda nupcial que se celebra en Madrid. Los desfiles se hacen en el Palacio de Santoña, en el Barrio de Las Letras, y el calendario de esta edición ha contado con firmas como Amarca, Inmaculada Rodrígues, José Acosta, María Diezma, La Caprichosa, Susana Hidalgo, Jordi Dalmau y Lucía Cano, famosa por vestir a Blanca Paloma. Además, Silvia Fernández, Lucía de Miguel, ASN Madrid, Diazar Atelier y Svetchi.