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Louis Armstrong, de la delincuencia al estrellato musical

Noticia Saber y Ganar 
  • El trompetista más famoso del mundo fue arrestado a los 11 años por usar una pistola

  • Aprendió a tocar la trompeta en el reformatorio para niños negros donde ingresó por sus actos delictivos

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Lorena Montón
5 min.

‘Saber y ganar’ incluye, como ya sabrán los seguidores del programa, una prueba llamada ‘Descartando’ donde buscamos la respuesta correcta a una cuestión que se plantea y para la cual se dan cuatro opciones distintas. En esta ocasión hablamos de Louis Armstrong y de quien no se puede hablar sin pensar en la canción ‘What a Wonderful World’. Lo que muchas personas no saben es que la infancia de este músico no fue nada fácil y que antes de llegar al estrellato pasó varias veces por un reformatorio por los delitos que cometió, en sus primeros años de juventud, por las calles de Nueva Orleans. Conozcamos más sobre los primeros y duros años de vida que forjaron a una de las leyendas musicales de todos los tiempos.

Abandonado por su padre y víctima del racismo

Louis Armstrong nació el 4 de agosto de 1901 en Nueva Orleans, en el estado de Luisiana, en el seno de una familia pobre asentada en un vecindario marginal de las afueras de la ciudad. Cuando era pequeño, su padre los abandonó, haciendo así que su situación económica fuese a peor y que tuviese que buscarse la vida desde su más tierna infancia. El pequeño Louis vagabundeaba por el barrio y trabajaba como chatarrero para contribuir a la economía familiar.  Además, no hay que olvidar que en aquellos años el racismo estaba muy agudizado en Estados Unidos. Ya desde muy niño, el músico notó que le trataban de forma distinta hasta que llegó a comprender que el motivo era uno solo: su color de piel.

Los episodios de racismo no los vivió solamente en su propia piel sino que también los experimentó con la familia de judíos para la que trabajaba. Los Karnofsky, procedentes de Lituania, tenían un comercio de chatarra y aceptaron a Louis, que tenía solo 7 años, como si fuese uno más de los suyos. “Yo tenía sólo siete años, pero podía notar el miserable trato que los blancos le daban a esta pobre familia judía para la cual trabajaba… de la cual aprendí cómo vivir una vida verdadera y con determinación”, escribió en sus memorias.  El vínculo que se estableció entre ellos fue tan fuerte que el artista acabó llevando una estrella de David a modo de colgante e integró melodías idish en sus propias composiciones. Cuando el pequeño Louis quiso una trompeta porque había descubierto a las grandes bandas que tocaban por las calles de Nueva Orleans y quería asemejarse a ellos, fue el señor Karnofsky quien se la regaló.

Tonteos con la delincuencia

La vida del pequeño Louis Armstrong no era nada fácil. Su madre, que tenía que trabajar para manternerlo a él y a su hermana, los dejaba al cuidado de su abuela, Josephine Armstrong, quien había vivido en sus carnes el extremo de la diferenciación racial: la esclavitud. Con un panorama como este, no es de extrañar que el niño comenzase a coquetear con asuntos turbios y que eso le llevase a la delincuencia.

Louis Armstrong cometió varios delitos menores, como disparar al aire en una Nochevieja a los 11 años, y fue llevado en diversas ocasiones al Nueva Orleans Home For Colored Waifs, un reformatorio para niños negros que habían sido abandonados.  Lo que no imaginaba aquel chiquillo es que en aquel lugar encontraría su vocación en la banda musical del centro. Comenzó tocando la corneta pero gracias al consejo del director del lugar se pasó a la trompeta.

Nacido para triunfar

Tras permanecer 18 meses ingresado, salió a la calle y se buscó la vida con diversas ocupaciones como vendedor de leche, carbonero o estibador. Pero el germen de la música ya estaba en él y continuó su aprendizaje a base de escuchar a grandes músicos como Bunk Johnson o Buddy Petit, y de relacionarse con gente del mundillo en los cabarets. En 1922 se marchó a Chicago para incorporarse como cornetista a la Creole Jazz Band, la agrupación swing más influyente de la ciudad, y aquello supuso un impulso para su carrera.

Louis Armstrong ganó gran popularidad y en 1924 ya se le consideraba el solista más importante que había. Se marchó a Nueva York para unirse a la Fletcher Henderson Orchestra, momento en que dejó la corneta para tocar la trompeta. Además, aprendió a leer música con lo que su estilo evolucionó y mejoró notablemente. Ya era un gran músico.

Formó las bandas Hot Five y Hot Seven con quienes grabó temas que ya son clásicos del jazz: ‘Potato Heads Blues’ o ‘Muggles’ son un ejemplo. Además, alternaba sus jornadas en los estudios con los directos con big bands donde podía dar rienda suelta a su talento con la trompeta, cantando y haciendo ‘scatting’. Con una media de 300 actuaciones programadas al año, se puede decir que Louis Armstrong era toda una estrella.

Su actividad continuó irrefrenable hasta el día de su muerte. Superó la decadencia de las big bands a finales de los años 40 y grabó su single más vendido, ‘Hello, Dolly’, que fue número 1 en Estados Unidos.  También ganó un premio Grammy al Mejor Cantante Masculino. Falleció poco antes de cumplir los 70 sin haberse retirado y habiéndose convertido, puede que sin saberlo, en una leyenda del jazz.

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