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Violencia, campo y familia en "Tierras muertas", el drama rural de Núria Bendicho

Noticia Página Dos

  • Página Dos presenta esta semana el espléndido debut de Bendicho, finalista de los premios Anagrama, Llibreter o Finestres

  • Tierras muertas (Sajalín/Anagrama) es una obra oscura poblada de personajes marcados por el destino

  • En la autora se reconocen influencias de autores como Faulkner, Rodoreda o Víctor Català

Marta Dominguez | Página Dos
3 min.

Núria Bendicho (Barcelona, 1995) tenía escrita mucha poesía, pero nunca había probado la novela. El debut de esta licenciada en Filosofía se llama Tierras muertas (Sajalín/Anagrama), y se acerca a la historia de los Capdevila, una familia con traumas y silencios que vive aislada en el campo. Una noche, todo cambia.

«(...) Había sido el viento el que gritaba con fuerza cuando la noche anterior un tiro de escopeta nos había despertado a todos. Y los demás gritos disonantes, desesperantes, fueron los que nos condujeron al otro lado del montículo que desde que tenemos memoria preside la entrada del camino que lleva al establo. Allí estaba Joan. Padre y Pere intentaron levantarlo por los hombros, pero sus piernas ya no tenían fuerza. No paraba de gritar. Comprendí que por la boca se le escapaba la vida. Lo cogieron de los brazos y trataron de arrastrarlo. Los gritos no cesaban. Entonces, Pere hizo que se detuviera un instante el cuerpo ardiente de Joan y se puso tras él para cogerlo por los pies y así remolcarlo. Padre reanudó la marcha hacia la masía. Maria los seguía con la mirada fija en los charcos de sangre que iban dejando atrás.»

Joan es uno de los hijos de la familia. Desapareció durante un tiempo, nadie supo nada de él, y al poco reapareció, con el mismo misterio y silencio. Nadie le preguntó dónde había estado. La madre, enfadada, le da el peor cuarto de la masía donde viven. Una noche se oye un disparo. Han herido gravemente a Joan. Como no hay nadie más, las cartas están enseguida sobre la mesa: el ataque ha venido de uno de ellos. En este drama rural hay violencia, suciedad y traición.

Traumas y violencia

Las lecturas preferidas de Núria Bendicho son aquellas que nos provocan emoción, pero también un punto de angustia. Esa asfixia nos ata al libro. La autora define Tierras muertas como una novela de infancia, ese momento en el que un niño entiende qué es la muerte y la asimila como un momento de pérdida definitiva.

El nombre de la novela viene de un clásico de la literatura catalana: Terra baixa (Barcanova/Siruela), de Ángel Guimerà. Este drama rural escrito en 1896 habla de la opresión de una sociedad conservadora, del caciquismo rural y de la lucha entre dos mundos irreconciliables. Así lo explicó el mismo autor antes del estreno de la obra de teatro: «Manelic [el protagonista] es un chico inocente, todo candor. Deja su ganado en las cimas de los Pirineos, de donde nunca ha salido, y va a casarse a la llanura, a la tierra baja, donde sólo encuentra falsedad y malicia. Al final del drama huye de nuevo a sus montañas con Dios y la Libertad.»

La novela de Bendicho está estructurada en trece monólogos de trece personajes distintos que nos cuentan su propia visión de la historia. «Son primarios y obsesivos. Viven aislados, tienen pocas relaciones sociales. Quería escribir algo violento y sin límites.» Cerramos la charla con una idea potente que vertebra el texto: nadie puede huir del lugar que le corresponde.

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