Cine
Nadie conoce a nadie

La película española con Eduardo Noriega que no se podría hacer hoy

  • Juegos de rol, sectas locas, atentados y procesiones de Semana Santa 

  • El debut de Mateo Gil estrenado en 1999 que hoy sorprendería a más de uno

  • Nadie conoce a nadie (1999), este viernes en Historia de nuestro cine y en RTVE Play

RAQUEL ELICES
3 min.

Cuando Mateo Gil estrenó Nadie conoce a nadie en 1999, le respaldaba el éxito de Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), las dos películas más brillantes de la década de aquellos años, dirigidas por Alejandro Amenábar y en cuyos guiones habían colaborado mano a mano. Por si fuera poco, la cinta contaba con algunos de los rostros más destacados del celuloide patrio de aquel final de milenio: Eduardo Noriega, Jordi Mollá, Natalia Verbeke o Paz Vega.

La película, que rescata Historia de nuestro cine, contaba con los ingredientes necesarios para que la industria volcase su atención en el debut de aquel joven director. Basada en la exitosa novela homónima de Juan Bonilla, Nadie conoce a nadie escondía un cóctel explosivo de temáticas irreverentes y provocadoras. Un macabro juego de rol salpica de atentados la Semana Santa sevillana. La muerte ronda por las estrechas calles andaluzas, sembrando el pánico entre devotos y turistas que abarrotan la ciudad.

Sectas, atentados y Semana Santa, ¿quién da más?

Más de dos décadas después sorprenden algunas escenas de la película, la provocación y el desparpajo de muchas de las secuencias de la película. Con entonces, novedosos planos aéreos que convirtieron Sevilla en otra de las grandes protagonistas, el espectador asiste en esta cinta a una sucesión de tramas complejas de plantear hoy día: juegos de rol, sectas locas, atentados terroristas y Semana Santa. Por no hablar del desenlace fatal con la virgen sangrante en dos impactantes imágenes que encantarían a Paolo Sorrentino o los nazarenos empuñando armas láser como si fueran un maestro jedi.

En Nadie conoce a nadie, Mateo Gil firmaba una estupenda película de acción, pero debajo de toda esa trama, sin embargo, subyace una segunda historia que es la que realmente le interesa a Mateo Gil que es el retrato de una generación desorientada, en plena decadencia ideológica, una generación con “futuros prometedores” que no llegan y que ve cómo su vida pasa como si se tratasen de meros observadores.

Un sentimiento que recorre toda la película y que se materializa a través del personaje de Simón, al que interpreta Eduardo Noriega, un joven periodista abocado a hacer los crucigramas de un periódico local que sueña con ser escritor.

Eduardo Noriega y Natalia Verbeke en 'Nadie conoce a nadie' (1999)

Rodada en su mayor parte en las calles de Sevilla, en plena Semana Santa -algo que complicó la producción de la película-, logra un espectáculo sin igual en el cine español. La mezcla de la acción y la imaginería de cofrades, religión y pasiones consigue una atmosfera turbia, misteriosa y fascinante que involucra al espectador hasta el fondo. Debajo de cada capirote puede haber cualquier cosa. Mateo Gil, cinéfilo empapado de grandes clásicos americanos, mira sin complejos cara a cara al genero del thriller.

Con más de un millón y medio de espectadores, Nadie conoce a nadie se convirtió en todo un éxito de taquilla y logró el Goya a los Mejores efectos especiales. La película consagró a Mateo Gil como uno de los jóvenes directores más prometedores, pero hubo que esperar hasta 2011 para que confirmará su talento con la brillante Blackthorn, también protagonizada por Eduardo Noriega.

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