Cultura
Entrevista

Mario Vargas Llosa: "Los españoles se han acostumbrado con mucha naturalidad a la libertad"

 Las tres puertas 
  • El Premio Nobel recuerda reflexiona sobre los nacionalismos y las dictaduras

  • Confiesa que vive el amor de una forma más reposada que cuando era joven aunque a veces tenga ganas de "hacer cosas de chiquillos"

  • Destaca la gran importancia que los libros tienen en su vida y que su mayor miedo es la ceguera

Lorena Montón
5 min.

Mario Vargas Llosa ha querido ser uno de los invitados en visitar el segundo programa de ‘Las tres Puertas' para charlar junto con María Casado de diversas cuestiones relacionadas con su actividad vital. El escritor, que tiene 85 años, habla sin tapujos sobre ideales políticos, dictaduras, el placer de la lectura y cómo se siente la vida desde la perspectiva de su edad, haciendo referencia a sus rutinas diarias y al enamoramiento que, como señala, no se experimenta de la misma forma que cuando se es más joven.

Pasión por los libros y una infancia en una dictadura

Mario Vargas Llosa ha dedicado gran parte de su vida a leer y escribir con lo que los libros forman parte de su ADN. “La imagen, que es hoy día el centro de la diversión, el entretenimiento…, no te da nunca la información que te dan los libros. Es muy incompleta, es más intensa que las frases, pero al final lo que queda en la memoria son las ideas que te dan los libros.”. El reconocido escritor admite que la lectura “sigue siendo el placer supremo y lo que más me angustiaría no es la muerte sino la ceguera, perder la capacidad de leer… eso me angustia terriblemente”.

Vargas Llosa explica que “los libros han sido sobre todo un gran placer desde que aprendí a leer, creo que mi vida cambió de una manera extraordinaria”. Recordando su infancia, destaca una anécdota en relación a su hambre de literatura: “Mi mamá, que era muy buena lectora, tenía un libro de Neruda en su velador y a mí me había prohibido leerlo, que era la mejor manera de incitarme a leerlo. Yo recuerdo que hojeaba ese libro cuando ella no estaba allí y creo que descubrí porqué me prohibía ese libro. Era por unos versos que decían ‘mi cuerpo de labriego salvaje te socaba y hace saltar al hijo del fondo de la tierra’. Yo decía ‘ahí hay pecado, en algún momento hay pecado’, pero no sabía qué pecado”.

Libertad e ideales políticos

“La libertad es una cosa que yo tardé en conseguirla”, rememora el entrevistado, quien recuerda que cuando él se crio en una dictadura. Varas Llosa nunca se ha escondido al hablar de sus ideales políticos, unas ideas que han ido variando con el paso de los años. “Yo he cambiado de opinión muchas veces. Fui comunista y después fui descubriendo que el comunismo, que había una perdida de libertad dentro de las sociedades comunistas. Por eso te decía que yo la libertad la he conquistado poco a poco y ahora sí que estoy muy identificado con la libertad porque creo que la falta de libertad es lo que asfixia a un país”.

En referencia a España, Mario Vargas Llosa expresa sin titubeos que “España es un país libre. Cuando vine por primera vez no era libre. Yo vine en el 58 con una beca para hacer el doctorado aquí en la complutense y me acuerdo que en España la libertad no tenía nada que ver con ese país. Daba la impresión que nunca iba a salir y sin embargo fíjate, salió”. El autor afirma “que los españoles se han acostumbrado con mucha naturalidad a la libertad” aunque reconoce que “hay una vida política que es muy intensa y que a veces es un poco violenta”.

Sobre la etapa que vivió en Barcelona, el peruano no recuerda que hubiese sentimientos nacionalistas. “Yo estuve 5 años viviendo allá y creo que no conocí a ningún independentista, nunca. La gente a lo que aspiraba en Barcelona era a la democracia, a la libertad. La idea era que esa libertad que vendría, que era inminente, tendría a la cultura como motor. Eso no ha ocurrido exactamente así pero era una idea muy bonita que le dio a Barcelona una vida intelectual muy rica y muy diversa, muy europea en cierta manera”.

La vida y el amor a los 85 años

Mario Vargas Llosa confiesa que disfruta con la simpleza que le regala el día a día: “Yo me levanto muy temprano, a las 5.30 más o menos y estoy generalmente en mi escritorio a las 6. Y entre las 6 y las 8 para mí son las dos mejores horas del día porque veo el amanecer y sobre todo porque escribo, esas dos horas las paso escribiendo, me siento realmente muy inspirado en esas horas, hay un silencio maravilloso en la casa y a mi me gusta mucho ver el amanecer. A las 8 salgo a caminar. Esas dos horas yo creo que aprovecho mejor el día”

¿Cómo se vive el amor a su edad? “Soy un veijecito, 85 años es una edad muy respetable. Tienes una cierta nostalgia y al mismo tiempo tienes una mayor serenidad, ya el amor no te produce esos terremotos que te producía cuando eras más joven. Pero sí uno recuerda las grandes pasiones que ahora parecen muy pequeñitas en comparación con lo que viviste. Tengo nostalgia pero no angustiosa ni muchísimo menos”. Además, confiesa que “cada edad tiene su recompensa, si es que te adaptas, encuentras una manera de vivir con tu edad, uno sobrevive. Y creo que es muy importante que uno sepa cuál es su edad. No puede hacer las cosas de un chiquillo un viejecito porque es ridículo, aunque a veces tengo ganas de hacer cosas de chiquillos pero me contengo”.

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