Cine
Demonios en el jardín (1982)

Ana Belén y Angela Molina, protagonistas de un triángulo amoroso

 Historia de Nuestro Cine
RAQUEL ELICES
5 min.

Después de ver Demonios en el jardín(1982), es imposible no quedarse clavado en la mirada estremecedora de Angela Molina, que lo dice todo sin palabras, o en esa mueca seductora que Ana Belén lanza un segundo antes de apretar el gatillo. Su aparición, juntas por primera vez en la gran pantalla, fue todo un acontecimiento en el cine español.

Las crónicas de aquela año recogieron la expectación de su estreno, hace 40 años, en el Festival de San Sebastián. En un Teatro Victoria Eugenia en el que no cabía un alfiler, el público asistía con emoción doble. Iban a ver la nueva obra de Manuel Gutiérrez Aragón, que por entonces contaba ya con el reconocimiento y la consagración que le habían dado títulos tan valiosos como Camada negra, Sonámbulos o Maravillas, pero, además, la película les brindaba la oportunidad de ver trabajando juntas a dos mujeres que estaban consideradas las máximas estrellas del cine español del momento.

Ana Belén y Angela Molina en 'Demonios en el jardín' (1982)

Angela Molina y Ana Belén habían trabajado ya a las órdenes de Manuel Gutiérrez (la primera, en Sonámbulos, la segunda, en Camada negra y El corazón del bosque), pero su unión en el mismo reparto despertaba la curiosidad de quienes podían imaginar una competencia interpretativa similar. Por aquel entonces, eran las figuras más representativas de la Transición española. Su belleza y polifacético talento las había otorgado un lugar privilegiado en el cine. Ambas habían participado ya en más de una veintena de títulos, bajo las órdenes de cineastas de la talla de Pilar Miró, Mario Camus, Jaime de Armiñán, Luis Buñuel o Jaime Chávarri.

Ángela Molina, Ana Belén, Encarna Paso y Álvaro Sánchez Prieto

Un triangulo amoroso: Ana, Angela y el niño

En Demonios en el jardín, las dos actrices llevan el peso dramático de la película, pero el principal protagonista es Juanito, el hijo de Angela (Angela Molina), al que toda la familia colma de cariños y consienten todos sus caprichos cuando cae enfermo a causa de un brote tuberculoso. En medio de todas aquellas atenciones, Angela y Ana se disputan el amor del niño, al igual que también lo hicieron por el del padre (Imanol Arias).

Inspirado en la infancia del propio director, que estuvo postrado en una cama de los 6 a los 7 años, Gutiérrez Aragón plasma una mirada autobiográfica, en la que mezcla ficción y algo de magia. Desde su cama, que en un ejercicio casi surrealista Gutiérrez Aragón traslada de la casa al ultramarinos donde trabajan su abuela y su tía, Juanito se convierte en un espectador privilegiado de la vida, asistiendo, desde primera fila, a las idas y venidas de la familia.

Un triángulo amoroso, madre, hija y tía en 'Demonios en el jardín' (1982)

Desde aquella posición central, el niño se convierte en el nexo de unión de una familia lastrada por las heridas de la guerra, dividida en bandos políticos y llena de secretos y viejas traiciones. “Demonios en el jardín es en realidad una película sobre simulacros de felicidad”, comenta el crítico de cine Javier Ocaña en el coloquio de Historia de nuestro cine. Así es como las falsas apariencias de la familia, que intenta demostrar todo el tiempo que todo va bien, son en realidad un reflejo de lo que pasaba entonces en una España gris, aplastada por la dictadura.

Lucha y unión de dos mujeres

En mitad de aquel mundo de estraperlistas, Angela y Ana brillan con luz propia. En diferentes sentidos, ambas han sido dañadas por su familia, obligadas a casarse con quien no quieren, moneda de cambio de aquel simulacro orquestado por la abuela y matriarca, a la que da vida una soberbia Encarna Paso, y engañadas por el mismo hombre.

Juanito es la única cara noble de la historia. También miente, pero lo hace por amor, fingiendo recaídas de su enfermedad con tal de unir a todos entorno a él y, especialmente a su madre y a su tía. Dos mujeres que representan, además, dos caras de la feminidad. La maternal, sacrificada y entregada de Angela y la seductora de Ana, que le abre a Juanito una ventana al cine, gracias a los relatos que su tía le cuenta de las películas que ha visto la noche anterior.

Imanol Arias y Angela Molina, 'Demonios en el jardín' (1982)

Mágico es el momento en el que el niño consigue, por fin, ir al cine, escapándose en mitad de la noche. Una escena que lleva irremediablemente a Cinema paradiso (1988) -la cinta que Giuseppe Tornatore rodaría seis años más tarde- y en la que Gutiérrez Aragón hace un guiño a su pasión por el séptimo arte. Sobre el proyector, la actriz Silvana Mangano, uno de los mitos eróticos de los años cincuenta, se convierte en el primer pecado mortal de Juanito en aquella escena de la cinta Anna (1951) que recupera su famoso baile de El negro zumbón.

Demonios en el jardín (1982), de Manuel Gutiérrez Aragón esta disponible en RTVE Play hasta el próximo 15 de febrero. Una oportunidad única para disfrutar de uno de los clásicos de nuestro cine. ¡No te lo pierdas!

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