Sandra Gamarra (Lima, Perú, 1972) es una de las artistas visuales peruanas con mayor proyección internacional en la actualidad. Toda su obra está atravesada por la pintura: como fin, como herramienta y como objeto de estudio. Se sirve de ella para articular un relato crítico que evidencia las contradicciones, fisuras y visión fragmentaria de la Historia colonial contenida en numerosos museos, a la vez que cuestiona los mecanismos de producción y reproducción del arte.
Coincidiendo con el Bicentenario de la Independencia de Perú, la muestra BUEN GOBIERNO, en la Sala Alcalá 31 de Madrid, recoge estas inquietudes que mueven su práctica artística planteando un lugar de encuentro y desencuentro entre las culturas peruana y española, frente al legado colonial. El programa monográfico que Metrópolis le dedica esta semana, recorre esta exposición junto a la artista, a la vez que se detiene en algunas de las obras más significativas de su trayectoria de las últimas décadas.
La pintura como fin, herramienta y objeto de estudio
La pintura es la base para entender la obra de Sandra Gamarra: desde el cuestionamiento de la pintura en sí misma, y cómo ha configurado y definido nuestra manera de ver y entender el mundo a lo largo de la historia, hasta su plasticidad y utilidad como herramienta. “Me interesa cómo la pintura, cómo la propia construcción de la pintura terminaba construyendo nuestra mirada y en eso es donde de repente la pintura se transformó de un fin a una herramienta, pero no una herramienta solamente para usar, sino sobre todo en herramienta para criticar, pero, sobre todo, para conocerla desde un principio, y así conocernos”.
La obra de Gamarra invita a la reflexión, al cuestionamiento de todo nuestro imaginario, definido a través de la historia del arte oficial poniendo en cuestión conceptos como autoría, originalidad y unicidad. Heredera de una tradición de copistas que se remontan a la colonia, muchas de sus obras son recreaciones de obras clásicas sobre las que ha plasmado sus malestares en relación a los mensajes que transmiten y que se han perpetuado hasta nuestros días. La serie Versión original subtitulada (2017) recoge estos malestares en relación a la representación de las mujeres en el mundo del arte, así como el racismo y clasismo que aparecen reflejados en muchas piezas.
Buen Gobierno
La exposición Buen Gobierno (hasta el 16 de enero de 2022 en Sala Alcalá 31, Madrid), bajo el comisariado de Agustín Pérez Rubio, propone una revisión a través del arte del legado colonial, una mirada crítica en la que se cuestionan los órdenes establecidos en el imaginario de la sociedad española y peruana con respecto a los momentos en los que ambas historias se cruzan.
Como si de un museo de historia se tratase y estructurada a modo de espejo, toda la muestra presenta las dos caras de la ‘historia oficial’. Se abre como una sala histórica donde aparecen enfrentadas pinturas que relatan el inicio y el fin de este primer encuentro de culturas; empieza con pinturas históricas del descubrimiento de América, la muerte de Atahualpa, el matrimonio de la Ñusta y la Independencia de Perú. Una catenaria tejida en plata marca la separación entre ambos relatos.
El título remite a los escritos anticoloniales de Felipe Guamán Poma de Ayala, cronista en la época del virreinato de Perú, recogidos en ‘Primera crónica y buen gobierno’ (Perú, 1615) que retrataba la realidad andina y solicitaba a la Corona española una reforma del gobierno virreinal.
Verdades incómodas
Buen gobierno habla de violencia colonial, de prejuicios raciales y de género que aún hoy se mantienen, de identidad, del papel del arte y los museos en la sociedad como productos culturales y de su responsabilidad en la construcción del imaginario colonial.
Pero no sólo propone una revisión de la época colonial. En obras como Lo que nos hizo modernos (2014) o Imágenes crocantes sobre un ambiente húmedo (2014), plantea además una revisión de las ideas de modernidad y progreso en Perú. Junto a éstas, la serie Bodegón sobre realidad peruana o Naturaleza muerta sobre realidad peruana (2019) alude a “cómo la realidad política y social de Latinoamérica es el soporte para esta idea de abundancia que tiene Latinoamérica de gran generadora de bienes minerales y naturales, de una tropicalidad que pareciera inabarcable e infinita”.
En la planta inferior, encontramos Tierra Virgen (2021), una gran pirámide que divide las salas, realizada en colaboración con tres talleres de artistas de Cuzco, que sobre todo producen obras para el turismo. Es un gran castillo de naipes hechos de reproducciones de la Virgen del Cerro Rico de Potosí, que conforman una metáfora de cómo esta idea construida de que la naturaleza es una gran productora de bienes, se sostiene de manera frágil.
Historia y museos
Los museos han sido durante muchos años depositarios oficiales de la Historia (en mayúsculas), la oficial, la que trasciende y conforma el imaginario colectivo. Para Sandra Gamarra es necesario cuestionarse esa relación inequívoca que se ha establecido entre la Historia (y por ende, ‘lo verdadero’) y los museos, sobre todo en relación al legado colonial, para evidenciar las fracturas y visión fragmentaria que proponen en sus discursos.
Para ella, los museos resultan relevantes en tanto en cuanto son construcciones culturales, por ese motivo aparecen de forma recurrente en su obra, con la intención de revisar su función y reflexionar sobre el papel del espectador. En Buen Gobierno, recupera del Museo Nacional de Antropología de Madrid una serie de Pinturas de castas o Pinturas de mestizaje, del siglo XVIII, atribuidas a Cristóbal Lozano, junto a piezas de artistas contemporáneos (Tablas de Sarhua, Primitivo Evanán Poma, Valeriana Evanán Vivanco, Sixto Seguil Dorregaray…) en diálogo y confrontación con sus obras.
LI-MAC
En el año 2002 Sandra Gamarra crea el LiMac, un proyecto de museo de arte contemporáneo que surge como respuesta al vacío institucional cultural en Perú. En él se contienen representaciones de objetos, pinturas y fotografías; en definitiva, “todas estas fantasías o todos estos originales que nos eran inasequibles y la única manera de crear estos objetos reales era transformarlos en pintura”. Un proyecto de museo que incluye souvenirs, publicaciones, exposiciones, planos arquitectónicos, colecciones, pinturas... que va itinerando y adaptándose a diferentes lugares, además de mantener un espacio permanente en su sitio web (LiMac).