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Literatura, feminismo y subversión

El placer femenino y la revolución sexual de Emilia Pardo Bazán

Noticia Imprescindibles
RAQUEL ELICES
5 min.

Decían de ella que era una 'bon vivant', una auténtica dama del hedonismo. Emilia Pardo Bazán pudo escuchar aquello a finales del siglo XIX, mientras vivía en París, al pie de la Torre Eiffel, descorchando botellas de cascos dorados, envuelta en una efervescente vida social. La autora coruñesa ya se había afianzado, por aquel entonces, como una de las grandes literatas del momento, acababa de despojarse de un matrimonio no deseado y comenzaba una de sus muchas revoluciones: reivindicar su placer, físico e intelectual, y practicarlo como le diese la gana.

Empapada de los principios de la Ilustración, instruida, leída y libre esta intelectual incansable estaba convencida de que sus sueños, su valía y sus deseos eran tan válidos como los de cualquier hombre. Y por ende el de todas las mujeres. Una idea pionera,  radical para su tiempo y revolucionaria que defendió a través de sus letras y crónicas y en la vida misma.

Encuentro entre Benito Pérez Galdós

El documental Emilia Pardo Bazán, inclasificable (2021), de Imprescindibles, saca a la luz los aspectos más deslumbrantes de una mujer adelantada a su tiempo, cuya obra y vida está vertebrada por un rompedor feminismo.

En la mujer, no cabe un pecado más

Vividora y defensora de sus pasiones, en 1889, Bazán publicó Insolación, uno de los libros que más revuelo desató en la época, en el que la autora convirtió su affaire con Lázaro Galdiano en una proclama de la libertad sexual de la mujer. El sol que insoló a la protagonista de esta novela, Asís Taboada, parece ser un golpe de calor de los que explotan por dentro. Empapada con la ingesta imprudente de licores de alta graduación, la mujer se despierta en plena resaca y nos narra “aquella cosa inaudita y estupenda”, escribe en el libro. ¿Pero qué cosa? “Un error momentáneo de los sentidos”. Así describe Bazán, en pleno siglo XIX, un orgasmo femenino.

Un placer que no es pecado, que no daña, sino que sana, según Bazán. Así, Taboada, que al principio está llena de pesares por sus deslices, al final, transforma aquella zozobra por toda una exaltación del autodescubrimiento (que más quisieran muchas hoy día): "¡Sentía un abatimiento grande, agujetas, cansancio, y al mismo tiempo una excitación, unas ganas de echar a andar, de huir de si misma, de no verse ni oírse!".

Imprescindibles - Emilia Pardo Bazán, inclasificable - ver ahora

Su apasionada historia de amor epistolar

La correspondencia que Bazán mantuvo durante más de veinte años con el escritor Benito Pérez Galdós también da cuenta de que la pasión también la vivía en primera persona. Un espíritu libre que no duda en hablar de sus deseos, como haría cualquier hombre del momento, y que tiene una idea muy abierta del amor y las relaciones sexuales.

Todo comenzó con misivas epistolares de admiración intelectual que fueron evolucionando a fogosas y románticas cartas de amor. Los encabezados de las cartas van dando pistas de cómo se transforma la relación. De los primeros saludos de Bazán con “admirado maestro”, “querido amigo”, hasta adjetivos como “ratonciño”, “miquiño adorado” o “te muerdo el bigote”.

Una de las cartas de amor de Bazán a Galdós

Defenda del derecho de las mujeres al placer

Textos que hablan de sueño, intercambios intelectuales de altísimo nivel, pero en los que también disfrutan de su deseo en encuentros eróticos que tuvieron lugar a partir de 1888, haciendo "mamolas al mundo necio, que prohíbe estas cosas" y a la realidad que encadena algunos, mientras... “felices nosotros”, sentencia Bazán en un párrafo que lo deja bien claro. Famosísima y maravillosa es, también, una de sus más ardientes cartas:

“Yo me acuesto contigo y me acostaré siempre y si es para algo execrable, muy bien, sabe a gloria, y si no también muy bien, siempre será una felicidad, inmensa que contigo, y solo contigo se puede saborear, porque tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro. Debería renunciar a la lectura y deletrearte a ti solo. Qué mejor obra que tu espíritu. De nuevo ven, que me haces falta”

Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán mantuvieron una pasional historia de amor y admiración epistolar

Más allá del sexo, para Bazán el gozo se extendía en todos los aspectos. Le encantaba la moda, comer, fumar (a escondidas) y vivir plenamente sus encuentros sociales. Al igual que la sociedad alababa la experiencia en los hombres, Bazán exigía lo mismo para las mujeres, para las que siempre denunció que "no cabía un pecado más". Para ella estrechar y reducir cualquier aspecto de la vida del otro era perder y ella estaba en este mundo para apreciarlo todo (y a todos).

Una mirada amplia que le llevó a mantener su relación con Galdós, sin renunciar -como también hizo el autor de Fortunata y Jacinto con otras- de conocer a otros hombres, como a Galdiano, más joven que ella, además. "Mi infidelidad data de Barcelona, en los últimos días de mayo, tres después de tu marcha. Perdona mi brutal franqueza", le contaba a Galdós.

Los 'haters' de la Bazán, tuitera de su tiempo

La trampa del románticismo

El paso de los años y el affair que tuvo con Galdiano, enfríaron el calor de la correspondencia, la pasión y los encuentros entre ambos. Sin embargo, la altura de mira de ambos hizo que ninguno de los dos permitiese que aquello estropease la admiración mutua que se tenían como autores y aún siguieron escribiéndose cartas años después.

Manifiesto feminista de Emilia Pardo Bazán

Además, en un alarde de brillante modernidad, Bazan siempre adivinó la trampa del sentimentalismo que la sociedad asociaba culturalmente a la mujer. Ese al que irreprochablemente se asociaba a las ellas y no al hombre. Una trampa que te obliga a las esposas, novias o amantes a entregarse de una manera, a amar de una manera incondicional y que Bazán siempre rechazó. Una idea muy avanzada, asociada, hoy día a las últimas olas del feminismo. Una revolución más que inició la gran Emilia Pardo Bazán, ya disponible en el documental de Imprescindibles, en RTVE Play.

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