Internet nos ha conectado "todo para hacer todo más eficiente y ahora nos estamos dando cuenta del peligro que eso tiene", ha advertido la escritora y periodista Esther Paniagua en El gallo que no cesa. Acaba de publicar el libro Error 404, ¿preparados para un mundo sin internet?. En un principio se observó las ventajas de esta red de redes, "de estar conectados con personas al otro lado del mundo" o "de acceder al conocimiento libre". Nos prometió "un mundo mejor y quisimos adoptarlo para todo lo que fuera posible".
"No me gusta hacer predicciones ni vaticinios, porque no pretendo ser Nostradamus", ha señalado. Internet es "vulnerable" y que exista esta "posibilidad", "no significa que vaya a pasar". Añade que "como con la pandemia, lo que dicen los expertos, no es cuestión de si pasará, sino de cuándo. Podría ser mañana mismo".
"Todavía estamos a tiempo de cambiar las cosas, que es un poco el mensaje que yo quiero dejar, porque es muy importante que cada uno de nosotros se comporte como consumidor y como ciudadano de forma que empuje y exija a los gobiernos y a los gobernantes hacer las cosas bien".
Dependientes de los grandes
"La centralización o consolidación de los recursos de internet", es decir, el cómo se accede al contenido a través de unas pocas empresas que genera una dependencia de infraestructuras, servidores y cables. Si se diera un ataque coordinado contra todas ellas o sufrieran un problema, "nos quedamos colgados sin medio internet o sin internet al completo". Se ha referido a Amazon Web Services, Google o Akamai.
El desconocimiento
"No sabemos ni siquiera el nivel de todo lo que está conectado" en Internet. Apunta a servicios como la luz, los hospitales, los centros educativos, los bancos o las comunicaciones entre seres humanos. "Si se produce una caída de Internet, habría un sistema en caída que ni siquiera los expertos y las expertas saben exactamente las consecuencias que podría tener". "Los sistemas que no están conectados" podrían verse afectados de "forma colateral".
"Menos recursos y conocimientos"
Los ataques a los contenidos o los sistemas de equipos del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) o la Universidad Autónoma de Barcelona "son muy frecuentes" y "durante la pandemia aumentaron un 160%". "Los ciberdelincuentes usan [los ataques] para extorsionar y pedir recompensas a cambio de liberar estos equipos. Cada vez es más fácil perpetrar ataques de este tipo. Se necesitan cada vez menos recursos y menos conocimiento".
Ciberguerra fría latente
Esther Paniagua se ha referido a los conflictos entre Rusia y Estados Unidos o China y Estados Unidos. Ha puesto como ejemplo el empuje del gobierno estadounidense para que "otro países no usen infraestructuras de Huawei", la preparación por parte de Rusia "para una desconexión de Internet porque sabe que estar conectado es un punto de vulnerabilidad como país y ya han hecho un ensayo de desconexión de Internet" o la Gran Muralla digital china "que no está conectada con el resto". Esto supone, según la periodista, que estos países sean "menos vulnerables a una caída de Internet". Por otra parte, apunta que son "fuente constante de ciberataques" contra "algunos países occidentales".
Refugiarse en Minecrat
"Este videojuego resulta muy adictivo. [Minecraft] Es un punto de refugio para menores que buscan un escape a sus vidas duras o su entorno social complicado. Es un punto de socialización y donde crear un mundo de fantasía, una vida alternativa a la que tienen [...]. Dentro del juego compiten. Muchas veces la forma de ganar puntos es a través de ciberataques o acciones un poco sonadas que les puedan dar reputación. Algunos de esos ataques no intencionados han derivado en caídas masivas de internet. Hubo uno que creó una red de bots que provocó una saturación del servicio de muchas webs y en realidad el chaval no pretendía esto, pero la creación de esta red de bots era una forma de ganar puntos en este juego".