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Rompemos todos los mitos que has oído sobre los antojos

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  • ¿Nos avisan sobre carencias nutricionales? ¿El cuerpo nos habla? ¿Será solo hambre?

  • Analizamos la relación entre lo físico y lo emocional cuando hablamos de antojos

  • Las nutricionistas Victoria Lozada y Arantza Muñoz nos cuentan todo lo que hay que saber sobre los antojos

ELENA MARTÍNEZ DE CESTAFE ELORZA
4 min.

De los antojos es muy fácil leer mucho y muy variado con apenas un par de clicks, pero tristemente lo más probable es que nos encontremos con mitos sin fundamento a nivel científico, nutricional ni de ningún tipo y que simplemente se repiten en un ciclo sin fin hasta que terminamos por darlos por verdades absolutas. Para cargarnos todas las engañifas y verdades a medias que giran en torno a los antojos hablamos con las nutricionistas Victoria Lozada y Arantza Muñoz.

¿Qué hay de verdad y mentira en los mitos sobre los antojos?

Nos cuenta Victoria Lozada que los mitos sobre los antojos que más escucha en consulta es que se trata de la manifestación de carencias nutricionales, “Que te falta magnesio, que te falta alguna vitamina… Esto se refuerza con muchísimas gráficas que podemos encontrar en redes sociales como Instagram que dicen cosas como ‘Si quieres chocolate es que te falta magnesio así que come nueces’, y esto es completamente equivocado.

Te pueden estar pasando mil cosas, pero no vas a sentir algo así porque te falte un nutriente en concreto”. Otra creencia común, nos cuenta Victoria, es la de pensar que “tener antojos no es normal” y vincularlo directamente con “tener un TCA”. “Tener un antojo no es lo mismo que tener un atracón, los antojos son perfectamente normales y son parte de la comunicación entre nuestro cerebro y nuestros intestinos”.

Arantza Muñoz nos corrobora lo dicho por Lozada, “si bien el cuerpo tiene ciertos mecanismos de regulación para motivar la ingesta cuando nota que hay déficit de algo (por ejemplo: sudoración fría, mareos, nerviosismo, cuando hay una hipoglucemia) con hay signos así de claros para un nutriente en concreto como muchos creen”.

Aunque sí hay motivos físicos por los que una persona puede sentir antojos, “Los antojos cómo fenómeno social, tienen más que ver con creencias (y con ello ciertos miedos), aunque puedan estar motivadas por cambios hormonales (algunos muy naturales como en las personas menstruantes) o metabólicos (como los que se pueden dar en personas embarazadas, o en personas con algunas patologías)”.

¿Hay una base científica detrás de ellos?

“Los antojos si tienen una base científica, sobre todo a nivel metabólico y nutricional”, nos explica Lozada. “Nuestro intestino está siempre en contacto con nuestro cerebro, con nuestras emociones. Dentro de nuestro intestino hay células nerviosas, de hecho nuestro sistema inmune y nervioso está muy relacionado con el digestivo, no podemos pensar en ellos como sistemas aislados”. Aunque la parte de alimentación emocional afecta mucho a tener o tener antojos, la microbiota puede tener un papel importante, “tenemos millones de microorganismos que existen en nuestros intestinos y que tienen una conexión bidireccional en el eje intestino-cerebro. Si existe un antojo muy concreto puede que tanto nuestro cuerpo como nuestra mente nos estén manifestando algo.

Darse un momento de confort, dice Victoria, está bien, pero si caemos en llenar vacíos emocionales con la comida empieza a ser un problema: “Si la comida es la única forma que tenemos para lidiar con nuestras emociones necesitamos aprender formas nuevas herramientas”.

Hambre y apetito: dos cosas distintas que se parecen demasiado

“El hambre y el apetito son dos señales corporales muy difíciles de diferenciar”, concreta Victoria. “Los aspectos sociales que hacen que comamos por premio o por castigo nos impiden ser conscientes de nuestras propias sensaciones”. ¿Y cómo las diferenciamos? Aquí unos tips: “El hambre sobre todo la diferenciamos por un momento de poca concentración, irritabilidad, mal humor, el rugido del estómago en un estado muy avanzado del hambre… Para saber en qué punto estamos existe una ‘Escala del hambre” que es muy interesante para quien quiera identificar en qué punto empezamos a comer, si tenemos ya demasiada hambre o también al terminar si estamos saciados… etc.”.

¿No será que la propia palabra “antojo” en sí parte del problema? Arantza opina que sí: “Efectivamente creo que, a día de hoy, la palabra antojo (igual que la palabra capricho) pueden albergar culpa por la forma en la que lo expresamos, como si comer ciertas cosas debería ser algo MUY esporádico, y cuando no sucede así, sentimos que hay algo mal en nosotros”.

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