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La vida en Marte desde el desierto del Néguev

 Reportaje   Cinco Continentes  
  • En medio del desierto del Néguev, al sur de Israel, seis astronautas han pasado tres semanas aislados en una base marciana

  • Entre los profesionales está el español Iñigo Muñoz-Elorza

MARÍA GÁMEZ (Corresponsal de RNE en Jerusalén)
3 min.

Durante 21 días, seis astronautas análogos (los que no solo sirven para entrenar, sino que están listos para salir al espacio) han estado viviendo aislados en una base marciana, recreada en el desierto del Néguev, al sur de Israel. En un cráter de 500 metros de profundidad y 40 kilómetros de longitud llamado Mitzpé Ramón. Un lugar elegido por sus similitudes con Marte. Paisaje rojo y rocoso. Han sido 200 personas de más de 25 países, capitaneadas por el Foro Espacial Austríaco, las que han participado en la misión AMADEE-20.

Han intentado replicar cómo sería la vida en el cuarto planeta del sistema solar sin tener que recorrer los millones de kilómetros que lo separan de la Tierra. El objetivo es intentar corregir y anticiparse a los problemas que puedan surgir en un fututo viaje espacial. "Esto es un hito, es un primer pequeño paso hacia Marte", ha asegurado Gernot Grömer, director de la misión.

Íñigo Múñoz-Elorza, el español de la AMADEE-20

Uno de los "conejillos de indias" ha sido el español, Íñigo Múñoz-Elorza. "Para mí, esto representa un paso adelante y un paso bastante importante", ha contado a Radio Nacional. Junto a cinco compañeros ha vivido en un hábitat diseñado por la agencia israelí D-Mars en colaboración con la Agencia Espacial Israelí. Un pequeño espacio, sin muchas comodidades, dividido en dos partes. Una para vivir, con seis literas y una pequeña cocina. Otra, para investigar y experimentar.

"Hemos tenido una misión que combina el aislamiento y la carga psicológica que eso implica, con tecnologías muy avanzadas", ha explicado Múñoz-Elorza, segundo al mando, durante una visita a la base.

"Hemos tenido una misión que combina el aislamiento y la carga psicológica que eso implica, con tecnologías muy avanzadas"

Todo el tiempo han estado aislados del exterior. Solo se han comunicado con un centro de control localizado en Insbruk, Austria, su particular base terrestre. Comunicaciones de texto y con el retardo de unos 20 minutos, el que se prevé haya entre la Tierra y Marte. Eso sí, también han tenido tiempo para grabar y recibir algún vídeo de la familia.

Para salir al exterior, en todo momento, han tenido que ponerse un traje espacial. Tardaban dos horas en vestirse. "Queremos saber cómo sería explorar la superficie de un planeta con un traje que pesa 50 kilos y que dificulta enormemente tus movimientos", ha explicado Joao Lousada, comandante portugués de la misión. "Nuestro simulador de traje espacial es uno de los más avanzados para misiones análogas y también hemos tenido el soporte de varios rovers o vehículos de exploración espacial, y drones, para volar y poder tener un mapeo de la zona", ha añadido Múñoz-Elorza.

Sobre una posible misión tripulada a Marte, "desde el punto de vista técnico, tenemos la tecnología necesaria para llegar en unos 20 o 30 años", pero hace falta, añadía el comandante Lousada, voluntad y colaboración internacional: "Creo que así llegaremos".

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