Ya lo dice la arquitecta Núria Moliner en ‘Escala humana’, el balcón es la unión de lo íntimo y lo urbano, del interior y el exterior. Fuente de aire, vegetación, vistas y luz. En los años 60 se dejaron de construir balcones y es que el balcón no computa en los metros cuadrados vendibles de una vivienda. Sin embargo, aunque hayan sido olvidados durante años, el confinamiento nos ha hecho redescubrirlos y darles el valor que siempre habían merecido. Los balcones han vuelto para quedarse. Ahora somos más conscientes que nunca de la necesidad de tener un balcón en nuestras viviendas.
Hay distintas tipologías de balcones en nuestra arquitectura: desde el balcón abierto a balcón cubierto pero abierto en fachada hasta la galería, el invernadero, la veranda o la columnata. En el norte podemos encontrar galerías acristaladas que protegen del frío y en el sur balcones más abiertos. En el episodio ‘Sal al balcón’ de ‘Escala humana’, Núria Moliner muestra edificios cuyos balcones están cubiertos de vegetación, otros que dan a patios o plazas interiores y bloques de pisos que comparten espacios comunitarios.
Balcones rodeados de exuberante vegetación
En el centro de Madrid encontramos uno de los proyectos más relevantes de Fernando Higueras: el Edificio Princesa, construido en 1975. Son 261 viviendas con balcones rodeados de una exuberante vegetación. Es un oasis en medio de la ciudad. El hijo del arquitecto, Ricardo Higueras, destaca en ‘Escala humana’ cómo las terrazas ajardinadas son una parte integrante del diseño de esta arquitectura.
Balcones interiores
Una de las obras más conocidas de los arquitectos Ramón Bosch y Bet Capdeferro es la Casa Collage, un proyecto en el barrio judío de Girona donde los balcones forman parte de su paisaje interior, es decir, miran hacia dentro. “La vida se produce en el interior, en estos patios, estos grandes vacíos que organizan y vertebran un poco toda la vida doméstica de las casas, que, al mismo tiempo que da vacío y posibilidad de respirar a las viviendas, convoca un poco a la naturaleza”, apunta Bosch. Para el arquitecto, el balcón es el lugar donde el interior sale y, al mismo tiempo, el espacio donde invitamos al medio a entrar en casa: “es un espacio vivo que no es ni interior ni exterior y donde ocurren todas estas transiciones entre espacios.”
En el Edificio 111, ideado por Flores & Prats en 2004 en Terrassa, hay una plaza interior se convierte en un lugar de encuentro, todos los balcones miran hacia este espacio y los vecinos y vecinas tienen que pasar por aquí para acceder a sus pisos.
Otro aspecto clave son las conexiones visuales ya que los balcones del Edificio 111 se miran entre ellos. Cuando sales al balcón, siempre te encuentras a alguien con quien hablar o puedes ver a los niños y niñas jugando en la plaza. Aquí se desarrolla la vida social, en unos balcones que, aun siendo privados, también tienen algo de público.
Balcones comunitarios
“Son espacios para la indeterminación, para la relación, para lo que pueda suceder“
Estamos acostumbrados a pensar en los balcones como espacios privados, individuales, que sobresalen y cuelgan de la fachada de un edificio, pero hay arquitectos que van más allá. Cuando la arquitecta Blanca Lleó diseñó el Edificio Celosía en Madrid hizo todo lo contrario. Los balcones se meten hacia adentro, como un vacío en la fachada, para crear espacios sociales y comunitarios. “Este edificio, fundamentalmente, son 30 llenos y 30 vacíos. ¿Por qué? Realmente, es una especie de manzana perforada. Todo el urbanismo de esta zona venía determinado por hacer manzana cerrada. Eso creaba una especie de edificios autistas que no se relacionaban y no creaban ciudad, y nosotros decidimos que eso no podía ser, que la ciudad es comunicación. Por lo tanto, rompimos la manzana, la perforamos y creamos esos espacios vecinales, que son los vacíos, que son espacios para la indeterminación, para la relación, para lo que pueda suceder. Y son espacios de paso para acceder a las viviendas.”, explica Blanca Lleó.