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Una muerte misteriosa

Blanca Fernández Ochoa se fue misteriosamente hace dos años y hoy todos la recuerdan con profundo dolor pero con mucho cariño

RTVE
4 min.

Dos años sin Blanca Fernández-Ochoa, la primera medallista olímpica española de la historia. Su muerte hizo correr ríos de tinta y todos se hacían la misma pregunta, ¿qué mató a Blanca? Se dice que el día a día era 'demasiado' para ella, a pesar de tener el apoyo y cariño de sus dos hijos. Su mochila era muy pesada, cargada de mucho dolor. Tres años antes de irse ella se fue su hermano Paco por culpa del cáncer. Tenía la misma edad que ella cuando murió, 56 años, pudo ser un golpe durísimo para ella; eran más que hermanos, más que amigos. Vivió la enfermedad a su lado, comprometida. Se cortó el pelo al dos para mostrar su solidaridad con él, y eso que decian que era la más frágil de sus ocho hermanos. Y eso que en sus estanterías guardaba cuatro victorias en pruebas del mundial, 23 podios y un bronce olímpico. Blanca era una grande para todos, un ídolo. Pero ella no se veía como todos la veían a ella.

La policía descarta la muerte accidental de Blanca Fernández Ochoa

Una muerte misteriosa

El 24 de agosto de 2019 Blanca salió de casa y no volvió. Su familia supo que se había ido cuando fueron a avisarla para ver juntos el partido del Real Madrid, su querido equipo, contra el Valladolid. Cuatro días después se denunció su desapareció, empezó la búsqueda y empezaron los temores. 400 personas batieron los montes gritando su nombre hasta el 4 de septiembre. Ese día encontraron el cuerpo sin vida, y en avanzado estado de descomposición. Fue en La Peñota, un pico de la sierra madrileña de Guadarrama.

Blanca Fernández-Ochoa creció rodeada de nieve.

El hallazgo lo realizó un guardia civil fuera de servicio que participó como otras decenas de voluntarios en el gran dispositivo que durante cuatro jornadas buscó a la esquiadora por los montes cercanos al aparcamiento de Las Dehesas de Cercedilla, donde encontraron su coche. Su rastro se había perdido unos días antes, cuando las cámaras de seguridad de un supermercado la grabaron comprando comida. Ese mismo día un vecino de Cercedilla comunicó a la Policía Local que vio a Blanca y conversó con ella junto a la estatua que hay en el pueblo de su hermano Paco, campeón olímpico. Fuentes policiales dijeron que los investigadores de la desaparición de Blanca no supieron de este testimonio hasta días después, cuando la Policía Local de Cercedilla lo comunicó y entonces llamaron al testigo para entrevistarle.

La familia de Blanca Fernández Ochoa la despide en su capilla ardiente

Muerte no accidental

La medallista llevaba muerta entre cuatro días y una semana cuando encontraron su cuerpo. Los forenses dictaminaron que la muerte no fue accidental, que no se produjo por una caída, algo que se constató además porque el cuerpo no tenía golpes ni heridas y apareció en una posición natural. Blanca llevaba todas las medicinas que tomaba para tratar su depresión. Y se dijo que hallaron Sinogan, un antipsicótico de efecto sedante, en su sangre. El examen externo del cuerpo no halló señal alguna de violencia. Blanca se fue sola. Su familia esparció las cenizas en 'Los siete picos', su montaña preferida.

Los hermanos Fernández-Ochoa: Paco, Blanca, Juan Manuel, Luis y Lola gtres

Blanca en el recuerdo de todos

Blanca tenía dos hijos, fruto de su segundo matrimonio. Con 14 años conoció al italiano Daniel Fioretto y 14 años después se casaron en el Monasterio de El Escorial. Fue el 17 de julio de 1991, cuando ella tenía veintiocho años. Se acabaron divorciando y Blanca volvió a casarse, esta vez con David Fresneda, con quien tuvo a Olivia y David, pero la pareja terminó separándose.

Los Fernández-Ochoa eran ocho hermanos y seis de ellos fueron olímpicos. Una de ellos, Lola, fue quien, un año después de la muerte de Blanca Fernández-Ochoa recogió la Gran Cruz de la Real Orden al Mérito Deportivo, concedida a título póstumo. Un reconocimiento a la estrella del deporte español que se sumó al Premio Reina Sofía a la mejor deportista española en 1983 y 1988 y a la ​Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, otorgada por el Consejo Superior de Deportes en 1994. Pero el gran premio para ella fue el cariño de la gente. Todos querían a Blanca, la mujer de la eterna sonrisa.

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