Televisión

Víctor Clavijo: "Siempre he vibrado viendo las películas de Chaplin"

GERARDO SÁNCHEZ
4 min.

Víctor Clavijo siempre tuvo fascinación por la cámara, el cine y Stanislavski desde pequeño. Lo confiesa sin pudores, con su profunda y potentísima voz en Días de Cine. El actor cuenta en esta charla que siempre había querido decir aquello de “la familia cuidará de ti”, por lo que, en consecuencia, siempre quiso ser un Padrino. Que lo haya sido finalmente de Días de Cine era una simple cuestión de tiempo. Víctor Clavijo es un rostro muy familiar en cine y en televisión. Y su voz también.

El pasado año, durante los días más duros del confinamiento, Víctor Clavijo nos regaló, cuando más falta hacía una inyección de humor, unos videos maravillosos que publicaba en sus redes sociales, en los que tan pronto declamaba un poema a ritmo de reguetón, (sorprendiéndose él mismo de que lo que era un divertimento eclipsase cualquier otro trabajo previo suyo), como doblaba “creativamente” alguna secuencia de alguna película mítica. Se que hablo en nombre de mucha gente que también sonrió, o se carcajeó, por lo que solo puedo darle aquí y ahora, como hice en su momento, cuando le tenía delante, “gracias”.

Confiesa actor Clavijo que su infancia en una casa donde el cine estaba presente, siquiera como aficionados, fue muy importante para él. Y el día en que su padre, que era muy aficionado al cine y hacía cortometrajes en Super 8, apareció con una cámara de vídeo de la empresa, parece ser, confiesa, que le decía “sácame a mí, sácame a mí”. Pero más revelador de cara a su futuro, aún incierto para él, fue leer un libro de StanislawskI que su padre tenía en casa, de sus tiempos universitarios. Eso, y sentir algo especial al ver las películas de Chaplin que ponían en la televisión, en TVE fue un buen indicador. Pero pasó un tiempo, y resulta que Víctor Clavijo vio Amadeus. Y quedó conmocionado con esa historia de rivalidad y admiración a partes iguales entre un genio absoluto y alguien de gran talento que reconoce el genio en el contrario, y la falta de genio en si mismo. Y entonces quiso ser músico. Y estudió música. 5 años ni más ni memos. Todo para darse cuenta de que, con muchísimo esfuerzo, quizás, podría ser, algún día podría ser alguien muy lejos de Salieri.

La interpretación, una profesión enigmática

Darse cuenta de eso, y ver actuar en teatro a Juan Diego, y decidir que su futuro era no ser Salieri o Mozart, sino hacer de Salieri o Mozart, o sea, ser actor. Además, Víctor Clavijo siempre ha sentido, desde pequeño, una especial fascinación por el artilugio que hace posible la magia del cine y de la fotografía: la cámara. Lo que son las cosas. Esa fascinación por la cámara le empujó a estar detrás de ella como fotógrafo (a nuestro rodaje fue con una estupenda cámara “vintage”) pero delante de ella como actor. Y sintiendo por ella la misma fascinación. Seguramente, dice, porque había una parte de él que sentía la necesidad de llamar la atención y estar en el plano.

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El casting más largo de la historia

Como otros actores que han pasado por Días de Cine, Víctor Clavijo apela al juego para explicar su pasión por actuar. Y evoca como en inglés es más sencillo hacerse esa evocación, al ser la palabra para actor player, o sea, el que juega (to play). Cuenta Clavijo que ha sido desde Sicario a Lope de vega, que lo más increíble, terrible y enigmático de su profesión, es que puede suceder que alguien se lleve preparando años para ello, y que, a la hora de ponerse delante de una cámara, e interpretar su papel, no transmita nada. Por el contrario, que alguien que jamás se ha preparado, haga lo mismo y transmita todo y más.

Un misterio de un enigma, pero para eso no es una ciencia exacta llena de certidumbres. Eso lo dice alguien que presume de haber hecho el que probablemente haya sido el casting más largo de la historia: 8 horas por “3 días”. Y eso que buscaban a alguien nativo andaluz (Víctor Clavijo nació en Algeciras). El actor cree que, probablemente por educación, para alcanzar la excelencia hay que sufrir. O sea, trabajar mucho.

Todo para que cuando nosotros, los espectadores, disfrutamos de su trabajo en la pantalla, grande o pequeña, o en el escenario, tengamos la impresión de que lo que estamos viendo es muy fácil de hacer. Y ese, precisamente, es el secreto de los que hacen bien su trabajo, hacer que parezca sencillo. Luego ya es cosa de quien no lo sabe apreciar, creer que realmente era algo sencillo.

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