La moda está en plena ebullición en Europa, con las pasarelas de Milán y París con moda masculina, y ahora la acción se traslada a Nueva York. la ciudad recobra su ritmo vertiginoso y los neoyorquinos empiezan a recuperar su ajetreada vida social. Por eso nadie va a olvidar el desfile de Marc Jacobs, el primero de la Gran Manzana que se hace de forma presencial bajo los grandes arcos de la sede principal de la Biblioteca Pública de Nueva York. "Espero ofrecer un momento de inspiración, despertar la curiosidad y asombrar", decía el modista en la nota de prensa. "Mientras el mundo sigue cambiando a una velocidad inimaginable, perdura mi amor por la moda, el deseo de crear y mostrar mis colecciones en una pasarela".
Jacobs, que solía cerrar el calendario de la Semana de la Moda de Nueva York, no ha querido esperar a septiembre para presentar su nuevo trabajo. Una colección muy esperada, pues el modista se ha saltado las dos últimas temporadas, empujado por los efectos de la pandemia. "Una etapa que nos permitió frenar, reflexionar, 'rumiar', reevaluar... Ver qué nos funciona y qué no funciona, lo que nos gusta y de lo que estamos dispuestos a prescindir, lo que tiene valor, importancia y significado".
La fecha escogida, 28 de junio, ha sido cuestionada por el sofocante calor que hace a estas alturas del año en la ciudad, una ciudad que él adora. Por eso ha querido que sus seguidores y admiradores que no ha podido entrar el desfile lo disfruten a través de una enorme pantalla colocada en la fachada de Bergdorf Goodman de la Quinta Avenida, donde la colección se venderá en exclusiva.
Gigi Hadid y Kaia Gerber han destacado en el desfile, que ha lanzando una propuesta muy contundente, con una alta carga estética provocada por los tejidos y el color. Hay una clara referencia al Op-art y guiños a los años 60, década que Jacobs adora, a través de texturas brillantes que evocan la moda que se inspiró en la carrera espacial. Destaca la osada combinación de prendas: chaquetas y abrigos de rayas blancas y negras, enormes y brillantes lentejuelas XXL 'cosidas' en vestidos y faldas largas, a veces con pantalones debajo.
Todo es grande, sobredimensionado, agrandado. Jacobs huye del minimalimo y abraza lo 'maxi'. Incluso en el logo, ampliado al máximo para convertirse en un estampado. Vemos túnicas en colores vivos que ocultan completamente el cuerpo, grandes prendas de abrigo 'hindachas' para inventar formas caprichosas y volúmenes generosos. La piel desaparece oculta bajo 'kilos' de tejido potenciando ese dramatismo estético que tanto le gusta al modista: gorros de lana, viseras, cuellos acolchados y turbantes han potenciado ese efecto inviernal que chocaba tanto con lo que marcaba el termómetro en esos momentos. Pero todos han aplaudido con ganas, este desfile es soplo de aire fresco, para la industria de la moda y para la ciudad. Una ciudad que intenta mantener su estatus de capital de la moda, cuestionado ahora, y cuyo formato se haya en pleno proceso de reinvención.