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La misofonía, el trastorno neuropsicológico de sensibilidad selectiva al sonido

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  • Esta irritación, que se produce con cualquier sonido que es repetitivo, algunas personas lo confunden con fobia

  • "Puede desembocar en tensión muscular, ansiedad, mareo, dolor de cabeza y malestar”, según la psicóloga Antonia Ferrer-Torres

ESTHER GARCÍA TIERNO
2 min.

Recientes investigaciones del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona han demostrado como el confinamiento ha afectado muy negativamente a los que padecen misofonía, un trastorno neuropsicológico de sensibilidad selectiva al sonido. Según Antonia Ferrer-Torres, psicóloga clínica e investigadora se define “como un rechazo al impacto emocional que produce una cierta intolerancia a determinados estímulos visuales y auditivos".

Esta irritación, que se produce con cualquier sonido que es repetitivo, algunas personas lo confunden con fobia. “En realidad les molesta cualquier sonido que aunque es considerado normal, y está por debajo de los 70 decibelios, es muy frecuente como la masticación de crujientes, estornudos seguidos, el clic-clic de un boli o un ruidos repiqueteo con los dedos…” señala Ferrer-Torres.

Respecto a movimientos también hay misofonía “hablamos de vaivén de piernas, de tocarse el pelo. Hay una respuesta tanto a nivel emocional como físico si el sonido persiste -explica la psicóloga- que puede ir desde la tensión muscular, ansiedad, mareo, dolor de cabeza y malestar”. Siempre depende del grado que se padece.

El origen de la misofonía aun no está claro, algunos estudios consideran que es multifactorial. Hay una interrelación de los aspectos sociales, físicos y psicológicos implicados. Aunque parece que se inicia en la infancia. “Según un estudio de 2014 afectaba ya a un 20 por ciento de la población”.

Este trastorno repercute en quien lo sufre porque afecta a relaciones sociales a su vida interpersonal. La respuesta terapéutica aun no está muy clara por la compleja interrelación de factores. De momento los especialistas tratan de atenuar las consecuencias neurofisiológicas. Según Antonia Ferrer-Torres “ los tratamientos pasan por un intento de dessensibilización con estimulación interhemisférica, posturología y nutrición. Todo ello de forma integrada”. La misofonía es un desorden neurofisiológico infradiagnosticado y afirman los especialistas que lo más esencial para el diagnóstico es el autorreconocimiento. En cada persona con misofonía se pueden identificar los registros auditivos y visuales ante los que responde aversivamente. Estos registros le pueden generar rabia, hostilidad o ansiedad y a conductas de evitación. Y casi siempre causan malestar emocional.

La investigación fue publicada en Frontiers in Psychiatry, en una edición especial dedicada a la evaluación de los efectos de la COVID-19 en grupos de riesgo. Los resultados señalan que el número de consultas en las personas con misofonía aumentó en un 140 %, y muestran una mayor referencia al aumento de conflictos interpersonales, con la familia y las comunidades de vecinos debido a determinados sonidos.

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