El Grand Palais de París se ha transformado ahora en el jardín de un claustro, un espacio que evoca la abadia cisterciense de Aubazine, que data del siglo XII, un lugar clave en la infancia de Gabrielle Chanel. La modista jamás pronunció la palabra orfanato y siempre evitó hablar de su estancia en Aubazine pero su belleza austera marcó en varias ocasiones su trabajo, tanto en la forma como en los acabados. Y es ahora esa arquitectura tranquila y decente la que toma como referencia Virginie Viard, actual directora creativa de la casa.
Chanel entró en el internado en 1895, tras la muerte de su madre. Tenía 12 años cuando su padre la abandonó junto a sus hermanas. En 1900 tuvo que elegir entre quedarse para ser novicia o cambiar de internado. Y fue entonces cuando pasó al de Moulins. Los vestidos negros de las huérfanas, los bonitos trajes de las mujeres caritativas, los hábitos de las monjas y las novicias y los ajuares compuestos por la toca, el blusón, dos esclavinas y dos cuellos marcaron este potente contraste entre blancos y negros con tantos significados se versionan ahora en una colección de fuerte acento vintage pero actualizada con el estilo joven de la diseñadora.
Una sencilla paleta de color, marcada sobre todo por blanco, negro y especialmente el gris, está al servicio de una colección de estética sencilla pero con una enorme riqueza de tejidos y detalles. Viard se esmera con los contraste de tejido, alternando lisos y bordados, transparentes y mates, ligeros y recios. Toda la propuesta desprende un aire de 'señorita bien', con delicados vestidos de textura cristalina, inspirados en la abadía, y otros con amplios volúmenes inspirados en las flores del jardín.
Gigi Hadid ha sido una de las estrellas de la pasarela. La otra ha sido Kaia Gerber. La hija de Cindy Crawford es una de las preferidas de la casa y en este desfile ha interpretado uno de sus papeles más difíciles: ser una niña llamada Grabielle Chanel.
Maria Gracia Chiuri insiste en utilizar sus desfiles y sus colecciones para lanzar mensajes de apoyo a las mujeres o al planeta. El nuevo Dior -o la nueva Dior, perdón- apuesta por la moda comprometida y reivindicativa, un camino que, por ahora, le va bien a la casa francesa. La pasarela ha estado presidida por la instalación de la artista Judy Chicago con paneles que llevan escritas reflexiones como "¿Y si las mujeres definieran el mundo? ¿Los hombres y las mujeres serían iguales? ¿El planeta estaría protegido?
La colección, la enésima revisión de las túnicas y vestidos de las culturas clásicas del Mediterráneo, con vestidos en tul y gasa de seda en colores tranquilos, desde los blancos a los tierra y otros de la naturaleza. Todos con pliegues, plisados y drapeados que juegan con el tejido para ofrecer un elegante, y nostálgico, juego de formas. Y sirve a la diseñadora para analizar vínculos entre creación y reproducción, a la vez que se homenajea a la madre tierra; Terra para los romanos y Gea para los griegos. La pasarela parecía un desfile de diosas romanas y griegas para expresar, en palabras de Chiuri, "el aspecto divino de las mujeres y su poder".
La segunda colección de Daniel Roseberry para la firma Schiaparelli se ha recibido con aplausos. Su trabajo conecta directamente con los diseños surrealistas que 'Schia', como llamaban a Elsa Schiaparelli, convirtió en iconos de la moda. Los códigos de entonces se revisan ahora con osadía y juega con la dualidad de la mujer, ofreciendo un divertido juego de prendas "ensoñadoras para el día y seductoras para la noche", dice. La sastrería se desarrolla en las prendas diurnas. "Quería concentrarme en la sastrería y trabajarla a fondo. Quería que fuera una colección juvenil y sencilla. Aunque hay volumen, podríamos decir que son volúmenes vacíos, como desinflados", explicó Roseberry.
Cuando cae el sol entran vestidos con faldas de volúmenes agrandados, al estilo menina, una de las tendencias más potentes y difíciles. Además, vemos distintos vestidos en azul noche, negro y colores metalizados, los más llamativos. "Es una mujer que se viste para ella misma durante el día y de noche se convierte en una extraordinaria artista. En cierto modo he tratado de hacer una celebración de la mujer introvertida y de la extrovertida, como si fueran dos lados de la misma personalidad". Llamó poderosamente la joyería, quizá los elementos que mejor han atrapado la esencia del surrealismo que unió a Schia y Salvador Dalí.