En esta ocasión tenemos el placer de definir a nuestra invitada de numerosas maneras: ícono de la moda, de la música, y de un estilo de vida. También es cantante, compositora, presentadora de televisión, actriz… en definitiva, una artista polifacética que ella misma se define como entretenedora. Cayetana Guillén Cuervo se cita esta vez con Alaska para rendirle un bonito homenaje a su madre.
Alaska y Mario Vaquerizo viven en la antigua casa de Bibiana Fernández y la han redecorado al más puro estilo mexicano ya que Alaska nació en México en 1963. La artista tiene un gran recuerdo de su tierra natal y su madre ha pasado la mitad de su vida allí, y la otra mitad en España. Le encanta la idea de prepararle esta cena homenaje porque dice sentirse muy afortunada de “tener una cómplice, amiga, pero también con el papel de madre que es muy difícil”.
Tras un pequeño “tour” por la nueva casa, llena de figuras, objetos y estampas de todos los colores y por todas las esquinas, Cayetana y Alaska charlan en el jardín sobre la infancia y el pasado de la cantante. Formó parte del grupo punk Kaka de Luxe desde muy joven, pero eso no fue una preocupación para su madre: “Es una señora abierta a la vida”.
Llega el momento de hacer la compra para esa cena tan especial y en el mercado de la Cebada encontrarán todo lo necesario. Entre pescaderías y verdulerías, Alaska nos habla un poco más sobre su relación con Mario, cómo se conocieron y asegura que su madre está encantada: “Ella siempre lo dice, que con él hemos encontrado una familia”.
Al volver de la compra, Carlos Maldonado, ganador de MasterChef 3 las espera en casa y ayudará a Alaska con la cena, dándole una vuelta de rosca. Como no podía ser de otra manera, el menú será en gran parte de influencia mexicana y por supuesto, con un toque picante. De primero, prepararán una quesadilla con flor de calabaza y con espuma de aguacate y tostones. El plato principal será pollo con mole poblano y arroz verde frito, y finalmente, de postre, unas yemas con helado de cilantro.
Una vez en la cocina, Alaska admite que comer algo que tenga que ver con el mundo animal le cuesta mucho y que es “casi vegana”. Asegura que aprendió a comer a raíz del culturismo y cuenta por qué estudió historia y lo que más le gustaba de ella.
Cayetana decide sorprender a América, la madre de Alaska, en su propia casa, y la mujer no duda en hacer de anfitriona y muestra su hogar con todo lujo de detalles. Si la casa de Alaska ya tenía muchas figuras, nada que ver con la de su madre. No hay hueco libre para nada más, asegura ser católica y la decoración va en acorde a sus creencias. Desde cuadros y pinturas de lo más extravagantes hasta vírgenes con agua bendita. Incluso tiene un salón de juegos dónde se reúne con sus amigas para jugar al póker.
Ya con la mesa puesta y plato principal en camino, América nos cuenta como era Alaska de niña, como fue su adaptación a España, los problemas que tuvo en el colegio, sus primeros pasos en la música… e incluso una curiosa historia de amores pasados.
Además, en la sobremesa surgen los temas de la vejez y de la maternidad. Ambos diferentes, pero también relacionados. “Esa capacidad de seguir adelante y a la vez ser generosa y ser una madre que está todo el rato en consulta, yo lo valoro muchísimo” confiesa Alaska y en cuanto a lo de tener hijos, a pesar de que le gusten los niños asegura que no le apetece y que la decisión está tomada.
El momento más especial de la cena es siempre después del postre, cuando parece que la velada acaba, aparece el broche dorado en forma de carta. Alaska le dedica unas bonitas palabras a su madre en la que le da las gracias por todo, “incluso por regañarme en aquella adolescencia lejana”. Para acabar, la cantante se muestra orgullosa y hace balance de la vida de América “ha sido estupenda, la vida que ha elegido, que nace en un país y acaba en otro y que todo le va bien”.