El Valle del Jerte, en Cáceres, hace 40 años que trabaja en la potenciación de su territorio, y sus productos. Entre ellos, uno de los más mediáticos, es la floración del cerca de un millón doscientos mil cerezos que entre abril y mayo, dan a las laderas del valle un color blanco-nieve. El boca a boca, y la publicidad en los medios, han hecho asentarse y crecer la economía de la zona en torno a este acontecimiento anual. Hoy buscan ampliar el interés a otros atractivos turísticos.
Tanto ha triunfado el cerezo del Jerte que se ha convertido en ejemplo para otros territorios donde igualmente la floración es un espectáculo para la vista. En Aitona, Lleida, cultivan melocotones, y a finales de marzo, el paisaje rosado se puede contemplar por tierra y por aire. A pie de campo, los agricultores intentan adaptarse y sacar partido, aunque para ellos, lo más importante sigue siendo la fruta.
La voluntad es atraer turistas de todo el mundo, y en eso trabajan. Y si en algún lugar del planeta se valora lo efímero de las flores, como metáfora de la vida, es en Japón.
Conscientes de que todo tiene su final, una vez caída la flor, nos queda esperar a que madure el fruto, las cerezas o los melocotones, que nos ofrecerán también otro placer para los sentidos.
Es un reportaje de Virginia Solà, Carlos Enrique y Sara Boldú
Edición: Enric Ferrés
Sonorización: David Beltran
Ambientación Musical: Gerard Gual