Cuenta la leyenda que fue un islandés, exiliado de la Tierra del Hielo por haber cometido un horrendo crimen, quien descubrió Groenlandia: Erik Thorvaldsson, apodado el Rojo. El vikingo proscrito daría el nombre de Grønland, la Tierra Verde, a la segunda mayor isla del planeta, un territorio que ocupa una extensión cuatro veces superior a la Península Ibérica y que hoy es una región autónoma de Dinamarca.
Pero no son las leyendas escandinavas, las que nos han traído a la Tierra de los vikingos, sino el deseo de aunar kayak y escalada.
Hay algo que convierte a Groenlandia en un lugar especial para una expedición de estás características, navegar entre témpanos de hielo emulando a los nativos inuit inventores del kayak, disfrutar de sus bellos paisajes, pero no solamente es eso.
Lo que hace de la ‘Tierra Verde’ un lugar de excepción para la aventura es que además cuenta con numerosas montañas accesibles desde sus fiordos con paredes cuya verticalidad asusta. De todas las opciones de escalada que nos ofrece el fiordo de Tasermiut, optamos por el Nalumasortoq, el ‘Gran muro blanco’. Con 2.000 metros de altitud y tres espectaculares pilares, su pared de granito de 600 metros en vertical, llama poderosamente la atención. Abrir una nueva vía en esta hermosa muralla se convirtió en nuestro objetivo.