Con la boca abierta. Es el eslogan que aparece en los pasaportes que reciben los miles de viajeros que aterrizan en Haro para celebrar la Batalla del Vino. Dos días de fiesta con desayuno, cena y vino a espuertas sale por 130 euros en esta localidad riojana. La Batalla del Vino quiere convertirse en Fiesta de Interés Turístico Internacional. Australianos, ingleses, alemanes u holandeses son recibidos con barra libre. Beber es el reclamo. La sola cifra emborracha: 75.000 litros de caldo riojano arrojado a las calles. Hay extranjeros que como Emma comienzan su veraneo así, cruzan medio mundo para estar en España cinco meses de fiesta en fiesta.
El Faro del Caballo. Rías, playas, grandes acantilados. En los 220 kilómetros que forman la costa cantábrica hay un lugar escondido al que sólo es posible llegar bajando (para luego volver a subir) 800 escalones. Atravesar el Monte Buciero, bordear el acantilado, horadar bosques de laureles y espinos tiene su recompensa: un chapuzón en las aguas turquesas y frescas del Cantábrico, bajo la mirada del Faro del caballo en la entrada de la Ría de Santoña, donde pelean aguas dulces y saladas.
De azotea en azotea. Buscamos la mejor piscina, el atardecer más impresionante, las vistas más deslumbrantes sobre los tejados de Madrid. El turismo urbano está en auge. Además de museos, ir de compras y vivir otras experiencias, la oferta turística se ha subido a las alturas para que el viajero desconecte del asfalto tomando tapas a 20 metros de altura, remojando el calor en una piscina con vistas a los tejados de la ciudad, degustando un coctel ante el atardecer más céntrico de Madrid. Es la ciudad española que más turistas recibe: el combate mueve cerca de nueve millones de visitantes al año.
Turistas de batalla. Ser gladiador, emperador romano o soldado de la segunda Guerra Mundial es la nueva manera de conocer un destino. Lo llaman turismo de batalla y está de moda. Javier es protésico dental y Maribel enfermera. Se van a la guerra en un cuatro por cuatro de 1943. Tienen cita en la plaza de Navalcarnero, en esta localidad madrileña serán soldado y enfermera de la Segunda Guerra Mundial. En las calles del pueblo caen obuses, se esquivan ráfagas de metralla y los portales se defienden con sacos de arena. Hay quien muere, dicen, bastante bien. Los pueblos desconocidos se ponen en el mapa con esta nueva manera de atrapar al viajero. El negocio mueve en España cien millones de euros al año.
‘Las batallas del verano’, este miércoles a las 22:35 hoas en 'Comando al sol'.