Benito Pérez Galdós tenía veinticinco años cuando tuvo que cubrir el terrible acontecimiento para Las Cortes, periódico en el que era redactor.
De origen canario, su gran bigote, inteligencia y discreción eran señales inequívocamente asociadas a su personalidad. Aunque había más…
«Cualquiera que tratara a diario con Galdós y se jactara de conocerlo se sorprendería de lo resuelto que era cuando de cortejar a una dama se trataba. Era un talento del que jamás presumía y que mantenía en secreto. Le gustaban mucho las mujeres y ellas le encontraban a menudo atractivo, aunque nunca a primera vista. Su estrategia consistía principalmente en hacerles reír, otro talento oculto del canario».