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Curiosidades históricas del capítulo 31 de 'Isabel'

La leyenda del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba

PALOMA G. QUIRÓS
3 min.

Si a Gonzalo Fernández de Córdoba le llamaban el 'Gran Capitán' era por algo. En el capítulo 31 de Isabel hemos vuelto a ver a Peris Mencheta interpretando al soldado más eficaz de la reina. En tan solo 10 días ha conseguido defender al Papa y echar a los franceses del sur de Italia.

Óscar Villarroel, profesor de Historia en la UCM, se muestra escéptico ante aquella hazaña: "Es posible que las órdenes hubieran tardado más de diez días en llegar a Italia, con lo cual no tiene mucho sentido".

Teresa Cunillera, asesora histórica de la ficción, sí que cree que el 'Gran Capitán' debía de cumplir con unos plazos: "Tenía un tiempo limitado, no era cuestión de que se quedara para siempre porque los frentes estaban abiertos por varias partes."

¿Por qué Aragón luchó por Italia contra Francia?

La guerra entre Carlos VIIIcomienza paradójicamente el día que firmaron la paz en el Tratado de Barcelona de 1493.

Francia creía guardarse la espalda cediendo a la corona de Aragón los territorios del Rosellón y la Cerdaña. Creía el monarca galo que así tendría vía libre para atacar Italia.

Por eso, el día que murió el rey de Nápoles Lorenzo 'El magnífico', Carlos VIII aprovechó el vacío de poder y lanzó una ofensiva para conquistar el sur de Italia.

Lo que no sabía el francés es que Fernando estaba dispuesto a luchar con uñas y dientes por ese territorio. Dos motivos le bastaban a 'El Católico':

¿Iba a incumplir un tratado paz el marido de Isabel? ¡No! Aparte de guerrero, Fernando era un excelente diplomático y lo tenía todo pensado. En los acuerdos de Barcelona incluyó una cláusula que le concedía la libertad de actuar como quisiera en caso de que el Papa fuera atacado por cualquier reino. Y ¿acaso no era Nápoles un reino feudatario de la Santa Sede como nos recuerda el historiador Manuel Fernández Álvarez?

Así que si Francia ataca Italia en febrero de 1495, Fernando el 31 de marzo de ese mismo año ya había formado la Santa Liga con las potencias de Italia y el emperador Maximiliano de Austria.

Empezaba una guerra capitaneada por Gonzalo Fernández de Córdoba que demostró el poderío militar de Castilla y Aragón. Toda Europa se asombraba ante la nueva forma de guerrear, el Renacimiento había llegado.

Fernando no hubiera podido hacer nada de esto sin la ayuda de Castilla. Por fin Isabel podía devolverle a su marido los dos grandes favores que la hicieron grande:

Ella además de dinero y armas le dejó a su mejor capitán... Así nació la leyenda de Gonzalo Fernández de Córdoba

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