FICHA TÉCNICA
Guión: Reyes Ramos
Realización: Mariano Rodrigo
Imagen: Alejandro Coves
Sonido: Juan Barroso
Montaje: Cristina Tafur
Producción: Ana Pastor y Lourdes Calvo
El título de Ciudad Europea del Vino reconoce la tradición vitivinícola del Marzo de Jerez, sus raíces históricas y el peso cultural de unos vinos que son milenarios. Pero también compromete, tanto a la ciudad como al sector, a rentabilizar económicamente esta designación. El objetivo es potenciar el turismo del vino, recuperar el consumo interno y frenar la caída de las exportaciones.
Vino con DNI
Es uno de los pocos vinos del mundo que tiene fecha y lugar de nacimiento catalogados. Los lagares que se han descubierto en el poblado de Doña Blanca, a las afueras de Jerez, demuestran que los fenicios ya elaboraban vino hace tres mil años.
Estamos, en opinión de Beltrán Domecq, presidente del Consejo Regulador, ante el vino más civilizado que existe. Sobrevivió a cinco siglos de dominación árabe, embarcó en las carabelas de Colón y, entre otras hazañas, conquistó el mercado inglés hace más de seiscientos años.
Vino viajero
El gusto inglés por el sherry contribuyó decisivamente a la fiebre exportadora del siglo XIX. En el archivo histórico de González Byass se conservan tesoros documentales, como la primera venta de fino a Londres en 1844, sólo nueve años después de que se fundara la empresa.
Por esas mismas fechas, la casa Barbadillo, de Sanlúcar de Barrameda, empezó a exportar manzanilla a Filadelfia. El capital extranjero y la plata de los indianos levantaron la poderosa industria que ha llegado hasta nuestros días.
El sector espera que la designación de Jerez como Ciudad Europea del Vino sirva para frenar la caída de exportaciones, cerca de un diez por ciento en 2013, y para potenciar el consumo interno.
El vino 'vivo' que necesita del mar
“El vino es un ser vivo; si lo tratas bien, te responde. Si lo tratas mal, se rebela”. Nos lo dice Pilar Pla, un personaje imprescindible del vino de Jerez. Esta empresaria, que ya ha cumplido noventa años, sigue al frente de la bodega artesana Maestro Sierra.
El fino en Jerez, y la manzanilla en Sanlúcar, se crían en las botas bajo el velo de flor, unas levaduras que interactúan con el vino dotándole de sus especiales características organolépticas.
Para cuidar esas levaduras se construyeron, también en el XIX, las catedrales del vino, impresionantes bodegas abiertas a los vientos de Poniente. El aire marino aporta la humedad y la frescura necesaria para que viva la flor del vino.
Jerez es culto al tiempo
La frase es de Antonio Flores, enólogo de González Byass. Nació, literalmente, en la bodega, y de su padre y maestro aprendió que “hay que gastar mucha tiza y mucha suela de zapato para hacer un buen vino”.
Los vinos de Jerez envejecen por el sistema de criaderas y soleras, único en el mundo. Los vinos jóvenes se van mezclando metódicamente con los más viejos para conseguir calidades uniformes.
Las bodegas del Marco, con más de cuatrocientos mil turistas anuales, son las más visitadas de Europa, y junto al flamenco, dos claves de la industria turística.
Vino y flamenco, al compás
Al Festival Internacional de Jerez han asistido este año, entre espectadores y alumnos, más de treinta mil personas. Vienen de todos los países del mundo para ver los espectáculos y asistir a las clases de maestros como Jesús Méndez, un joven cantaor de la dinastía de la Paquera de Jerez.
Esas grandes sagas han dado, según el flamencólogo José María Castaño, una nota muy parecida a la de los vinos porque su aprendizaje es más vivencial que académico: el hijo ha escuchado al padre, y el padre al abuelo, como el sistema de criaderas y soleras.
La ciudad también ha recuperado los tabancos, antiguos despachos de vino a los que acudían los trabajadores de las bodegas y donde siempre se escuchó el mejor cante. Vino y flamenco entendidos como arte y como industria, están ayudando a sostener la economía de Jerez en estos tiempos de crisis.
Volver al viñedo
El jerez se empieza a recuperar de una larga crisis que tuvo su origen en la superproducción de los años de bonanza. Podría decirse que murió de éxito cuando el exceso de oferta forzó una bajada de precios imposible de soportar para muchos actores económicos. Para el enólogo y bodeguero Luis Pérez, “cuando la gente joven huyó del campo, llegó la crisis cultural del jerez, tan importante como la económica”. Su propuesta es un regreso al viñedo, una vuelta al campo de las nuevas generaciones.