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El Sant Jordi de todos

  • Cuando uno se pasa el día rodando, entrevistando, captando imágenes en las arterias de Barcelona todo el día, termina cansado, por no decir harto

  • De todos modos, con tanta rosa y tanto libro, Sant Jordi –colas aparte- sigue siendo la fiesta de todos

SALVADOR RICH
2 min.

Aún no sé si el titular debería ir con interrogantes. Porque cada año me identifico menos con esta fiesta que siempre ha sido –y a pesar de todo sigue siendo- muy querida para mí, como para todos los amantes de la lectura, imagino. Pero cuando uno se pasa el día rodando, entrevistando, captando imágenes en las arterias de Barcelona todo el día, termina cansado, por no decir harto, y sobre todo, agobiado de tanto empujón, y de tanto interés por ciertos personajes por encima de cualquier escritor.  Y no solo lo digo yo: también me lo comentaba Gabi Martinez, escritor acostumbrado a pasar por Sant Jordi discretamente sabedor que su género –literatura de viajes- no se difunde mucho en nuestro país. Gabi es de esos autores que va poco a poco, porque le interesa más transmitir sus ideas que- incluso- vivir de ello. En compensación, quienes le solicitaban su firma conocen su trayectoria, sus libros anteriores, e incluso estaban esperando este “Voy” con ganas. Pues bien, Gabi me comentaba entre risas cómo quedó absolutamente eclipsado, incluso sepultado entre las colas de sus dos vecinos de firma, presentadores de televisión.

También tuve el honor de seguir de firma en firma a Donna Leon, la creadora del comisario Brunetti. Esta autora archicelebrada, conocida internacionalmente y que por tercera vez acude a Barcelona para darse este baño de multitudes que es Sant Jordi (y que además este año ha tenido el honor de pronunciar el pregón de la diada), cree en la fiesta, en el libro y en los lectores. No sé qué pensaría si se enterase que en los últimos años y de forma más y más notoria, quienes se llevan el gato al agua en cuanto a firmas, colas, y –cosas del progreso- selfies, son personas más conocidas por otras actividades ajenas totalmente a la literatura, alguna de las cuales se han vanagloriado en la cada vez menos pequeña pantalla de no leer o de hacerlo apenas. En cualquier caso, no es eso lo que me duele (cosas del márketing) sino que Sant Jordi sea cada vez menos el día del lector –ocasional o no- y cada vez más el día del cazador de autógrafos (y de selfies, por lo del progreso). De todos modos, con tanta rosa y tanto libro, Sant Jordi –colas aparte- sigue siendo la fiesta de todos.

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