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Más Isabel - Conversión al islam: la vida de los nuevos conversos

  • Una vez convertidos al islam, ¿cómo era la vida de los nuevos conversos?

  • En el caso de las mujeres: ¿Qqué pasaba con ellas?¿Cómo cambiaba su vida?

  • Mabel Villagra, asesora histórica de 'Isabel', nos lo cuenta con todo detalle.

MABEL VILLAGRA (Asesora histórica de 'Isabel')
3 min.

La conversión al Islam de Isabel de Solís ha despertado nuestra curiosidad y hemos querido saber más sobre este tema. Mabel Villagra, asesora histórica de 'Isabel' y experta arabista, nos cuenta todo y más sobre las conversiones al Islam en la Espala del siglo XV, sobre las ceremonias de converisión y sobre el punto que ahora nos ocupa: la vida de los nuevos conversos

El nuevo converso adquiría el estatus de mawlà, y pasaba a formar parte él y sus descendientes de un grupo social que alcanzó estatus propio dentro de la sociedad nazarí: el de los elches (del árabe ´ilch) o renegados. En la España de los siglos XIV y XV tuvieron una presencia destacada, e incluso tenemos el caso de cuerpos militares de elches que pasaban a Castilla y se ponían al servicio de los reyes castellanos. Fue lo que ocurrió con las llamadas "guardias moriscas" de Pedro I, Juan II y Enrique IV.

Una vez en territorio cristiano gozaron incluso de protección real, amparados por salvoconducto y podían practicar libremente su religión islámica como si fueran unos mudéjares más. Ello causó que algunos cortesanos se quejaran al respecto, como un cronista de Enrique IV: "Por la división que avien los moros con su rey Esquierdo (Muhammad IX de Granada), se pasaron acá muchos cavalleros moros, e con ellos muchos elches, los quales (…) nunca uno se tornó a nuestra fe".

¿Y las nuevas conversas? ¿Cómo era la vida de una mujer recién convertida al Islam?

Sobre la vida de las conversas al islam (‘Ilchas), tenemos documentación similar. Muchas acababan como sirvientas palatinas, otras, tras recibir una educación mínima de protocolos de palacio y buenas maneras, pasaban a ser coperas, cantoras, poetisas, tañedoras de instrumentos e incluso profesiones tan especializadas como parteras, niñeras, enseñantes o médicos.

Dado que el derecho islámico instituía el matrimonio como el único destino adecuado para una mujer, las conversas elches acababan casadas con su señor o con alguien por él designado. En otros casos, las mujeres formaban parte del harén de palacio para ser llamadas por el emir, como fue el caso de Beatriz de Solís tal como nos lo cuenta Hernando de Baeza en su crónica.

Tenemos un caso, más que curioso, sobre una mujer cristiana vieja tan enamoradiza como resuelta: viajando de Huelma a Jaén es capturada por los nazaríes de Cambil y llevada a Granada, donde se convierte voluntariamente al Islam y se casa con un musulmán de allí. Cuando habla con su negociador (alhaqueque), Martín de Lara, le dice que se queda, pues es musulmana. Tras un tiempo casada, escapa de nuevo camino de Jaen, esta vez con un amante mudéjar, y en la frontera con Granada es capturada junto a su amante y llevada cautiva a Jaén donde se hace cristiana. Los musulmanes que acuden a rescatarla afirmarán con ironía que no es la cristiana que dice ser, pues fue musulmana voluntariamente. Sirva éste como un ejemplo de cómo estos renegados o tornadizos vivían entre dos mundos, estaban en una especie de tierra de nadie.

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