Televisión

'Let's Clan' hipnotiza a los más pequeños con su taller de juegos en inglés

  • 'Let´s Clan' propone aprender inglés de forma divertida

  • Los niños, auténticos protagonistas de un divertido taller

  • Pocoyó y Peppa Pig interactúan con los más pequeños

  • Canciones y juegos en inglés, con Manuel Higueras

ADRIANA JIMÉNEZ
2 min.

En Vitoria se ha formado un joven ejército. Decenas de niños se colaban por las callejuelas que desembocan en la Plaza de España de la ciudad vasca.

Todos ansiosos por encontrarse con sus personajes favoritos.  Pocoyó y Peppa Pig han sido los elegidos para interactuar con los niños en un taller preparado por ‘Let´s Clan’ cuya finalidad no es más que la de aprender inglés de forma divertida.

Más de uno estaba desde ayer "con el corazón en un puño” a expensas de si la lluvia daría una tregua a lo largo de la tarde. Parece ser que el tiempo ha querido dar un respiro a todos los niños que, ilusionados, querían asistir a esa clase de inglés tan especial.

La Plaza de España, el epicentro de todos los niños vitorianos

Solo unos cuantos niños se agrupaban a los pies del escenario a escasa media hora de que empezase la función pero cuando el reloj ha marcado las seis de la tarde,  una oleada de niños se ha abalanzado sobre la plaza.

Los padres han preferido quedarse detrás y dejar a los pequeños las primeras filas, que se han agrupado sentándose al principio de la actuación. Cuando el maestro especialista en lengua extranjera y música,  Manuel Higueras, ha salido a escena, los críos se han levantado y los gritos y carcajadas han tomado el lugar.

Pocoyó y Peppa Pig, los más esperados de la tarde

Entre juego y canción se han ido proyectando fragmentos de distintas series para niños. Éstos, obnubilados, miraban fijamente a la pantalla y ovacionaban a sus amigos televisivos.

Se escuchan alaridos, vaticinio de la llegada de Pocoyó y Peppa Pig. Sin duda, ese ha sido el momento cumbre. Los pequeños intentaban subirse por las barras del escenario y se colaban por debajo para encontrar un hueco que les llevara a los muñecos.

Después de esto,  nadie quería irse a casa. Se habrían quedado con ellos hasta que el día se hubiera apagado. Con lágrimas en los ojos, ese pequeño ejército vitoriano se despedía de sus camaradas hasta la próxima vez que encendiesen el televisor de sus casas.

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