José Mª Iñigo vuelve a Bilbao, la ciudad donde nació y de la que se marchó a los veinte años.
El inicio de su viaje comienza en el Arenal, en la explanada del Teatro Arriaga. Su padre, Daniel Iñigo, trabajaba como eléctrico en el teatro y gracias a este trabajo Jose María vio gratis un sinfín de Zarzuelas de la época.
De paseo por Bilbao
Iñigo se reencuentra con su buena amiga Maite. José Mª y ella se conocieron vendiendo discos hace cuarenta años. Maite es la mujer de su mejor amigo, Santiago Marcilla, que murió hace cuatro años. Volver a Bilbao sin él es muy duro para José María.
Maite y José María recorren los lugares de la ciudad que más recuerdos les traen, pasean por la Gran Vía de Bilbao, van a la librería donde José María trabajó como traductor de inglés y pasan por el edificio donde trabajó como botones. José Mª se tuvo que poner a trabajar con tan sólo catorce años.
Maite y José Mª van al 'Bar Eme', conocido por sus exquisitos triángulos, sanwiches con una salsa especial. Degustan este pintxo mientras recuerdan cuando José María toreó en la plaza de Vista Alegre, en una becerrada organizada por Radio Bilbao.
Reencuentro familiar
José María Iñigo se reencuentra con su hija pequeña Piluca en el puente de Cantalojas. De niño se asomaba por este puente para ver pasar los trenes. José María quería ser maquinista. Iñigo tiene cuatro hijos, Eduardo, Daniel, Chema y Piluca. Padre e hija dan un paseo por el barrio de San Francisco y pasan por el colegio 'Corazón de María' donde estudió José María. El colegio ya no existe, hoy en día, es el Museo de Reproducciones de Bilbao.
Piluca y José María llegan a la casa de Maite y Koldo (hijo de Maite y Santi). Todos juntos recuerdan la época en la que Iñigo fue domador de elefantes en el Circo Ruso de Ángel Cristo y anécdotas como cuando Piluca se enfadó con su padre por dar un beso a Carmen Sevilla en la película 'Terapia al desnudo'. Mientras cenan Iñigo recuerda la figura de su amigo y maestro locutor Santiago Marcilla.
Iñigo comienza su segundo día en Bilbao en el mirador de Artxanda. Allí se encuentra con un viejo amigo de la radio, Juan Monje. Juntos volverán a Radio Bilbao donde Iñigo se puso delante de un micrófono por primera vez y allí reviven junto a otro gran amigo, el locutor Sánchez Tirado, el espíritu de una época en la que la música marcó la vida de Iñigo para siempre.
Una ciudad nueva
Iñigo no puede irse, sin dar un paseo por la ría, ver el Guggenheim y descubrir la nueva ciudad en la que se ha convertido Bilbao.
Su hijo Eduardo le espera en la "Viña del Ensanche", una bar de toda la vida de Bilbao. Iñigo tenía catorce años cuando iba allí con su padre. Mientras padre e hijo charlan una cuadrilla de amigos les interrumpe con una bilbainada, una canción típica de Bilbao.
Iñigo hace una visita al estadio de San Mamés, allí trabajó vendiendo almohadillas cuando tan solo tenía doce años. Este trabajo le permitía ver gratis los partidos de su equipo, el Athletic de Bilbao. Allí soñaba con ser jugador del Athletic o maquinista o locutor de radio o presentador de televisión. Al final su sueño se cumplió.
En la sala de fiestas Garden le esperan sus amigos Maite y Koldo y sus hijos Piluca y Eduardo. Iñigo se reencuentra también con un viejo amigo músico, José Ignacio, ex componente del grupo Los Mitos. Se abre el telón y el grupo Los Mitos está en el escenario. Han vuelto a reunirse para seguir triunfando. Iñigo se despide de Bilbao y de sus amigos.