‘Informe semanal’ viaja a Tijuana, donde miles de solicitantes de asilo ven cómo la llegada de Trump al poder rompe sus posibilidades de lograr el sueño americano. El segundo reportaje habla de la cultura de la cancelación a raíz de la campaña contra la actriz Karla Sofía Gascón, un día antes de la ceremonia de los Oscar.
'Tijuana, IN/OUT'
Tijuana nació para satisfacer al forastero y ofrecerle lo que no podía disfrutar al otro lado de la frontera. Los marinos de la base de San Diego tenían a tiro de piedra todo lo prohibido. Pero como cuenta el antropólogo Víctor Clark, "Tijuana era también el lugar donde el 45 % de los migrantes cruzaba a Estados Unidos". El 20 de enero, después de la toma de posesión de Donald Trump, las citas logradas después de meses de espera de cientos de personas solicitantes de asilo, mexicanos perseguidos por los narcos, venezolanos o colombianos amenazados por el crimen organizado, se cancelan. "Iban a empezar una nueva vida. El sueño americano, pero no fue así". La periodista Yolanda Morales explicaba así la tristeza, la incertidumbre y el miedo en el que se han sumido estas personas. "¿Qué hago aquí? ¿Qué voy a hacer? Todas esas preguntas se agolparon en sus cabezas y nosotros, como periodistas, estábamos en shock". Mientras para unos la llegada de Trump impone el bloqueo migratorio, Tijuana sigue siendo una ciudad de paso.
En Tijuana ‘Informe semanal’ visita la zona más transitada, “el paso de San Isidro”. 150.000 personas cruzan la frontera cada día. Tijuana y San Diego conviven con economías desiguales. En ese escenario el equipo del programa ha hablado con Miguel, un hombre de 63 años. Es un “coyote” que ayuda a cruzar la frontera. Cobra entre 9.000 a 15.000 dólares. "Para mí es un trabajo común. Me causa adrenalina y pasión poder ayudar a la gente. Muchos piensan que es por abusar de ellos, pero no, es mi modo de vida desde que era chico". Esta es su forma de justificar un oficio ilegal denunciado por múltiples abusos y fraudes. Mientras, los mexicanos hacen cola estos días en el Consulado de Estados Unidos para entrar de la única forma posible: con un visado de turismo o de estudios.
La cirugía estética es hoy uno de los grandes negocios de la ciudad. Según la estilista Denisse Olivares, que regenta un salón de estética, "aquí maquillamos y atendemos a todo tipo de clientas, obviamente a esposas de personas que se dedican a cosas ilegales, mujeres cultas y otras que se dedican a trabajos que ni te imaginas que existen". También lo son las residencias de mayores. "Una residencia con el servicio básico de atención a los mayores cuesta en California unos 5.000 o 6.000 dólares al mes y aquí 2.000", según explica el director de Living Center Eugenio Carrasco. Y en medio de todos esos negocios, el más peligroso: el del crimen organizado.
'Canceladxs'
En los Ángeles, los preparativos de la gala de los Oscar están prácticamente perfilados. En esa gala veremos a la actriz Karla Sofía Gascón, que en el último mes se ha sentido víctima de críticas y boicots a raíz de una serie de tuits publicados por ella hace años en los que vertía opiniones racistas y ofensivas para algunos. Lo que le ha pasado a la actriz se enmarca dentro de la llamada cultura de la cancelación, un fenómeno social que se ha intensificado con el auge de las redes sociales. La práctica de criticar a cualquiera por cualquier comportamiento está en auge. La mayoría de las veces ni siquiera se contrasta lo que salta en las redes y la maraña se hace cada vez más grande y crea movimientos virales que pueden tener consecuencias negativas para los involucrados.
“Es convertir en apestada a la gente a base de una acusación no necesariamente probada. Da igual qué hayas dicho, qué hayas hecho. En el momento en que una acusación se viraliza, las empresas que te soportan, que te dan trabajo, las instituciones se retiran y te dejan solo", explica el escritor Juan Soto Ivars.
El cómico David Suárez habla en primera persona sobre lo que implicó para la trayectoria de su carrera la publicación de un chiste en el que hacía alusión a una mujer con síndrome de Down. Hubo un aluvión de críticas y la compañía en la que trabajaba le ofreció pedir disculpas o el despido. "El hecho de intentar eliminar a una persona de su puesto de trabajo, intentar de alguna forma que a alguien le cueste en su modo de vida es perverso. Y me da igual la bandera detrás de la que te parapetes. No deja de ser bullying con palabras muy alambicadas" dice.
Para el humorista Joaquín Reyes, la llamada cultura de la cancelación no amenaza la libertad de expresión, mientras la comunicadora Inés Hernand, que ha hecho de su irreverencia y humor afilado una marca, defiende la libertad de los artistas para significarse políticamente. "Yo voy a seguir dando mi mensaje. Me da igual quienes me cancelen. Me dedico al entretenimiento, hago programas, soy comunicadora y lo haré hasta el tiempo que pueda y buscaré los espacios para hacerlo", cuenta.
Otros en cambio sufren por ello, como le pasó a la escritora María Frisa, autora del libro '75 consejos para sobrevivir al colegio' por el que, como ella cuenta, sufrió linchamiento digital. "Yo tenía muchísimo miedo. Luego, el miedo se juntó con la impotencia, una impotencia enorme, porque yo comprendí que dijera lo que dijera o hiciera lo que hiciera, nadie quería escucharme".El debate sobre si la cultura de la cancelación es un peligro para la libertad de expresión está servido.