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Guillermo Pérez Villalta: "El arte ha sido como una tabla de salvación"

  • El arte como laberinto, una exposicion dedicada a sus más de 50 años de trayectoria

  • Cree que en España hace falta una enseñanza que acerque la sensibilidad por el arte

GEMA SIFUENTES
4 min.

Se define como un "un creador de cosas bellas" y su vínculo con el arte se ha fraguado desde que era apenas un niño. Guillermo Pérez Villalta es un autodidacta que comenzó a hacer exposiciones muy joven. En 2013 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas y sus obras forman parte de destacados museos y centros de arte.

Nos atiende desde la Sala Alcalá 31 de Madrid, que a partir de este jueves 18 acoge una exposicion dedicada a sus más de 50 años de trayectoria bajo el título El arte como laberinto. Pérez Villalta es pintor, escritor, dibujante, grabador, diseñador de joyas y objetos, arquitecto, escenógrafo y escultor.

En De pe a pa, el artista ha explicado que "la idea del laberinto estuvo presente casi desde el principio" porque su intención es guiar al público a través de sus obras de una manera imperfecta y no lineal. Es decir, como la vida misma: te tropiezas en la esquina, vas hacia un lado, hacia otro", ha precisado.

Sus obras siempre han destacado por su clasicidad, algo que, en su opinión, permanece por mucho que pase el tiempo. Ha asegurado que "siempre he sido un moderno muy heterodoxo", frente a la "modernidad dogmática" que nos rodea. El artista gaditano ve un problema en dejarse llevar por lo que está de moda o no. De hecho, en algunos momentos de su trayectoria profesional se ha carecterizado por ir contra las tendencias. Cuando los cuadros grandes estaban de moda, él los pintaba pequeños."Hubo una especie de gigantomaquía, que yo encontraba inútil", ha sentenciado.

Para Pérez Villalta, el arte es tanto belleza como placer. "Siempre hablo de las dos palabras juntas. Lo uno te remite al otro y el otro a lo uno", ha destacado y ha reconocido que cuando contempla la escultura de Bernini, "El éxtasis de Santa Teresa", le evoca ese gran sentimiento de pasión y belleza.

El arte como salvación

También ha repasado algunas de sus vivencias que recoge en su libro El espejo de la memoria, publicado en 2020. En él dedica varios capítulos a su familia y recuerda de forma especial la tierra donde pasó parte de su infancia: la Axarquía de Málaga.

Trayectos en un 600 por media Europa, acampadas en mitad de autopistas y un padre con una curiosa actitud por aquel entonces, pero que nada desentonaría en el presente: desinfectaba con alcohol los asientos del tren. "Mi padre era muy pulcro. Nos obligaba continuamente a lavarnos las manos", ha recordado.

Durante la entrevista con Pepa Fernández, ha reconocido que se parece a su abuelo en su fuerte carácter y ser un amante del buen comer. También ha abordado otros momentos más conmovedores como las palabras que su padre le dijo al fallecer: "siento no haber sido el mejor padre para ti".

El arte ha sido una tabla de salvación en muchos momentos de su vida. Aunque "nunca he considerado que tengo un estilo, pero empezó a haber gente que seguía esa propuesta". En aquel entonces, ha continuado, "dominaba la abstracción absoluta y lo mío era como heterodoxo, absolutamente de un pecado. Sin embargo, a cierta juventud aquello le gustaba".

El desprecio que, en ocasiones, se genera por el trabajo del artista lo achaca a "la falta de sensibilidad que existe en España". Por eso, cree necesario enseñar a los niños en colegios e institutos a apreciar más el arte. "Parece que tu trabajo no es importante. Ha habido veces que me han encargado cosas en las que me he pasado meses y meses trabajando y, de pronto, se olvidan de ti".

Oriundo de Tarifa comenzó a estudiar arquitectura, pero dejó la carrera a punto de terminarla para dedicarse a lo que realmente le llena: el arte. La gran restrospectiva de su obra podrá visitarse en la sala madrileña Alcalá 31 hasta el próximo 25 de abril de 2021.

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