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Segunda temporada de 'Cartas para la libertad'

  • Grabada en el mes de julio tras la pandemia

  • Con nuevas historias y protagonistas

SANDRA CAMPS
5 min.

Empiezo nueva temporada de Cartas para la libertad con muchas ganas porque este proyecto da voz a los presos que también son hijos, padres, hermanos o amigos. Personas que están pagando una condena en el centro penitenciario de Sevilla 1 pero que desde el módulo de respeto 301 al que acudo intentan sobrellevarlo de la mejor manera posible.

Cartas para la libertad pretende ser el altavoz de ellos mismos fuera de la cárcel. Se trata de hablar de su experiencia privados de libertad y de lo que sienten. Y escribir cartas es ese pedacito de libertad donde nadie les juzga, nadie les cuestiona y se sienten libres para escribir y soltar lastre sin esperar una respuesta. Porque muchas cartas no buscan una respuesta, responden a la necesidad de cada uno de ellos de liberar emociones, sentimientos, de compartir pensamientos o de dar una explicación a un ser querido de su situación.

Una carta, una hoja en blanco sobre la que escribir, es terapéutico y les ayuda a aclarar ideas. De hecho, en el economato lo que más se vende son sellos, mientras que en la calle parece que estén en peligro de extinción porque el móvil sustituye cualquier comunicación. Pero ellos no disponen de un teléfono, no se pueden comunicar libremente cuándo y con quien quieren. Por eso, escribir una carta es la única manera de comunicarse desde la serenidad que otorga no tener a nadie en frente.

Muchos han escrito su primera carta en prisión, otros han aprendido a escribir gracias a las cartas y muchos han descubierto que escribir una carta les permite recuperar a un ser querido o iniciar una nueva relación. Hay muchas parejas que han iniciado una relación sentimental a partir de una carta. Por eso quien escribe y sí espera una respuesta, pregunta cada día si ha llegado correo para él. También están las cartas que se escriben con la intención de mandarlas pero al final se quedan debajo de la almohada.

En la cárcel las cartas son un pequeño tesoro que se guardan como oro en paño. Y en Cartas para la libertad las comparten con los otros presos durante las sesiones del taller y con todos nosotros desde el corazón, sin prejuicios y mostrando sus miedos, sus inquietudes y sus ilusiones.

Nuevos capítulos tras la pandemia

Empezamos esta segunda temporada con una carta que grabé en el mes de julio tras la pandemia. Un día muy especial para todos porque hacía meses que no había taller de cartas para la libertad. Y había muchas ganas de compartir. Yo pensé que durante la pandemia habrían aprovechado para escribir más que nunca, pero el confinamiento les trastocó a todos los permisos y las relaciones con el exterior. El primer día cuando entré de nuevo por aquellos pasillos que resuenan a hierro, en la puerta ya había algunos participantes esperándonos.

Me hizo ilusión ver algunas caras conocidas de sesiones anteriores que nos contaron a Paco y a mí cómo fue el confinamiento y cómo lo vivieron. Uno de los presentes era un chico alto y delgado de ojos azules que durante las sesiones previas al confinamiento había estado bastante callado. Pero muy atento y se notaba que este rato de taller le sentaba muy bien.

En esta ocasión, era uno de los más parlanchines. Recuerdo que una vez le dije que se animara a escribir porque le iba a sentar muy bien y me dijo que lo haría. Que para la siguiente sesión traería una carta escrita y este día la trajo. Era su primera carta para su familia desde el talego contando el por qué de su condena. Contó que él estaba en prisión por no pagar unas multas y que solo sus padres sabían que estaba en la cárcel. Es informático y desde el primer día pensé que a este hombre que debe de rondar los treinta y pico no le pegaba estar aquí dentro. Aunque reconozco que hay muchas personas en la cárcel que tampoco relacionaría nunca con la cárcel si no las hubiera conocido entre rejas.

Se llama José Luis y nos contaba que el confinamiento le ha alargado la estancia en prisión injustamente porque él ya debería de haber salido. Pero los trámites judiciales se han estancado y hasta que no se han vuelto a iniciar de nuevo, él ha perdido tiempo de libertad. Pero ya empieza a ver la luz al final del túnel.

Reconoce que siente mucha culpabilidad y que sufre mucho por sus padres que ya son mayores y no se perdonaría que les ocurriera algo estando él en la cárcel porque se ve impotente. No podría hacer nada por ellos. Tiene una hermana y unos sobrinos a los que adora y precisamente para no preocuparla, no le han contado nada de su situación. Ni él mantenido contacto alguno con ella. Se lo quiere contar en persona cuando salga y a estas alturas, José Luis debería haber salido ya de la cárcel. Espero no verle en el próximo taller.

Me pidió esperar para emitir esta carta para no desvelar su paradero real a su hermana y su entorno. En total habrá estado poco tiempo en prisión pero es una experiencia dura que jamás olvidará.

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