Uno de los propósito de año nuevo es el de bajar esos kilos de más después de los excesos navideños. Tras las cenas de empresas, comidas familiares y dulces de Navidad, muchas personas recurren a las dietas detox o dietas milagro para recuperar el peso de una manera rápida y eficaz, pero a largo tiempo no son tan eficaces como nos lo cuentan.
Aitor Sánchez García, dietista y nutricionista, autor del blog Mi dieta Cojea, colaborador en Las tardes de Ciudadano García (RNE) nos da sus motivos por los cuales no recurrir a este tipo de dietas.
- No existe una evidencia clínica que apoye el uso de este tipo de dietas.
- Los productos para adelgazar que encontramos las farmacias tampoco son recomendables, pues “las farmacias dejaron hace mucho tiempo de ser referentes de la salud”.
- El motivo por el que se anuncian este tipo de dietas es simplemente monetario. “Intentar sacar dinero de un problema, prometiendo que a base de pastillazo conseguiremos solucionar nuestro problemas de salud”.
- El uso de este tipo de dietas puede poner en riesgo nuestra salud, ya que son dietas basadas en el ayuno y en la restricción de grupos de alimentos importantes para la salud.
- Los resultados rápidos y espectaculares que se dan al hacer una dieta detox tienen un efecto rebote o yo-yo cuando la terminamos.
- No hay un paso a comer sano tras estas dietas, pues “el plan detox no educa, sustituye un proceso de alimentación convencional y no te capacita".
La solución: una dieta saludable
Una alternativa a las dietas milagro sería llevar una dieta saludable "basada en productos vegetales y la ausencia de productos ultraprocesados". Según Aitor Sánchez "lo que hay que corregir no es el banquete de nochebuena, sino lo que ya estábamos haciendo mal en noviembre y recuperaremos en febrero".
El colaborador de Esto me suena nos da unas pautas para llevar a cabo una alimentación responsable:
- Evitar las ‘purgas’ y ‘castigos’. No tenemos que compensar los excesos navideños de manera exagerada. Hay que hacer una adaptación paulatina y planificada, y hacerlo también con nuestra rutinas.
- Hacer cinco comidas al día, de esta manera distribuimos las calorías y los nutrientes de manera más equitativa. En estas cinco comidas habría que aumentar el desayuno. En la comida más importante del día debe haber cereales, lácteos y fruta. Por otro lado, para llegar a las cinco comidas es recomendable no olvidarse del almuerzo y la merienda. Para que estos sean saludables hay que sustituir la bollería y dulces por fruta, bocadillos o lácteos.
- Sustituir los refinados por integrales progresivamente. Los productos integrales son absorven de una forma más lenta que los refinados y tienen más cantidad de fibra, por lo que habría que ir incorporando a la alimentación el arroz, el pan y la pasta en su versión integral, pero siempre de manera progresiva.
- Sustituir las grasas saturadas por el aceite de oliva, y si este es crudo y virgen extra mejor. A la hora de cocinar se debe reducir el consumo de sal e incorporar las especias. La sal yodada es imprescindible en nuestra salud, pero un abuso de ella no es recomendable para la salud cardiovascular. En cambio, las especias también aportan sabor a las comidas y no aumentan el contenido de sodio.
- Más verduras y legumbres, menos carne. Es recomendable sustituir los embutidos y la carne roja por carnes más saludables y el pescado. También por las legumbres, acompañadas por algún ceral, que tienen la misma calidad que la carne y además nos aportan hidratos de carbono complejos y fibra. Por otro lado habría que incluir en nuestra alimentación platos que lleven verduras como la menestra, ensaldas, judías verdes, brócoli, etc. Es la mejor opción y la que más posibilidades tiene.