"Se me ocurrió que mi eterno romance con los coches sería el tema perfecto para mi segunda incursión literaria. También he tenido varios perros maravillosos, y pensé que tanto los coches como los perros serían vehículos idóneos para retomar mis memorias".
Una forma honesta y personalísima de repasar la vida de uno de los músicos más influyentes de la historia del rock. Aquí tienes dos fragmentos de Super Deluxe: Mi vida al volante, la segunda parte de la autobiografía de Neil Young, escrita e ilustrada por él y editada por Malpaso (disponible a partir del 4 de septiembre).
Esta autobiografía es la continuación de El sueño de un hippie (Malpaso, 2014), una nueva recopilación de las historias, detalles, amores y obsesiones que han acompañdo al artista canadiense a lo largo de sus 69 años.
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En Mi vida al volante, Young repasa su vida a través de los coches y los perros que tuvo en cada momento. En el capítulo 37 habla de un precioso Cadillac Eldorado Biarritz (blanco pero que él veía amarillo debido a su daltonismo) mientras nos cuenta las peripecias de Carl, "el sabueso cariñoso".
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Entre esas líneas leemos su desazón durante la grabación de Toast (un álbum junto a Crazy Horse que nunca vio la luz), y los recuerdos de su casa en San Francisco y de ver crecer a su hija Amber.
También hay espacio para otra de las preocupaciones de Neil Young: el cambio climático y la contaminación automovilística. Y mientras el artista canadiense se afanaba por encontrar una forma de conducción más sostenible con el medio ambiente, decidió instalar Pono (su sistema de audio digital a alta calidad fundado en 2011) en ese mismo Eldorado que tantas alegrías le dio y que hoy ocupa un lugar de honor en el garaje de su rancho californiano.