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Nando López, autor de 'Por qué tiene que ser todo tan difícil': "Creo que hay mucho desprecio hacia todo lo que va destinado a los adolescentes"

  • Hablamos con el autor sobre su última novela y la adaptación audiovisual de La edad de la ira

  • Protagonistas LGTB, la importancia de la salud mental y la educación como cimiento de la sociedad, entre las claves de sus libros

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MARÍA GARCÍA
15 min.

Nando López comenzó su trayectoria como docente en un instituto público, pero pronto descubrió su verdadera vocación: la literatura juvenil. Aunque confiesa que llegó a este público de casualidad, el autor de Por qué tiene que ser todo tan difícil se define como una persona curiosa y con muchas inquietudes sociales y culturales. "Quizás por eso me dedico a escribir", afirmaba a PlayzTrends. "Yo cuento historias para compartir mis preguntas y mis emociones. Soy una persona que ama todas las formas de expresión artística. También alguien que tiene una enorme confianza en que la educación es el cimiento para construir una sociedad más justa y una persona que en el fondo sigue siendo un adolescente encubierto que finge ser adulto, pero que en realidad no ha abandonado los 16 (ni quiere hacerlo tampoco)".

En su intento de seguir dando voz a una generación que aún tiene mucho que decir, Nando pasó una década ejerciendo de profesor en unas aulas que generaron en él la curiosidad de conocer a un alumnado del que necesitaba -y necesita- hablar. "Veía unas inquietudes que me parecía que era necesario compartir, que eran niños con unos valores interesantísimos, una generación muy desconocida. Además, se me despertó el propio adolescente que era años atrás y que tenía heridas que sanar. Me parece que es un privilegio ser leído por gente tan joven, porque es un público crítico en el que los libros tienen un calado especial".

"La literatura tiene un poder enorme para derribar prejuicios y fronteras"

Por qué tiene que ser todo tan difícil es tu último libro. ¿Crees que es una de las frases estrella de los jóvenes?

Nando: ¡Claro! Entre los jóvenes y entre quienes no son tan jóvenes. Lo que pasa con la adolescencia y la juventud es que te encuentras con preguntas que se mantienen toda tu vida. Eso de "por qué tiene que ser todo tan difícil" empiezas a decirlo con 12-13 años y ya no dejas de decirlo nunca. La literatura infantil y juvenil, la que se escribe sin moralina y contando historias, se lee a cualquier edad. Yo sigo leyendo a Gloria Fuertes y emocionándome con ella. Esta historia la escribí porque hay muy pocas obras de teatro con protagonistas de 13 y 14 años. Es una edad que también hay que contar, porque es cuando sales de la infancia. Además quería comedia, personajes con mucho fondo y que fueran protas LGTB. El teatro además creo que te ayuda a perder muchos miedos. Con esta obra pensaba en ese momento: ¿por qué las cosas no pueden ser más fáciles? Confieso que el título me vino enseguida porque además es un libro en el que quería hablar de que los miedos, al final, acechan a todo el mundo. En la adolescencia piensas que el miedo solo te pertenece a ti, así que esta obra es una invitación a descubrir, atreverse y experimentar. Yo creo mucho en esta generación de adolescentes y tenemos mucho que aprender de ella. Es una generación que está escuchándose y que está avanzando. Es verdad que es muy diferente a la mía y que este libro no lo habría escrito igual en los 90 porque creo que, por desgracia, en mi generación no estábamos preparados para cierto tipo de cuestiones. Y ahora, por suerte, sí.

¿Crees que la literatura está sabiendo ser el fiel reflejo de una realidad que no deja de cambiar?

Nando: Poco a poco, queda mucho por hacer. A mí me llama mucho la atención que durante encuentros con jóvenes me agradezcan la diversidad que hay en los textos. Pero tengo ganas de que no tengan la necesidad de dar las gracias, porque eso querrá decir que esa diversidad es real y es habitual. Sin embargo, tengo la sensación de que estamos en un lugar donde todavía nos faltan muchas historias y muchas más referencias. Y luego, que es algo fundamental para mí, faltan más protagonistas diversos en historias diversas. Lo que no podemos es recluir a personajes LGTB en historias que solo hablen de la dificultad de erradicar la LGTBfobia. Que es algo que hay que denunciar, pero también es necesario estar en la fantasía, la comedia, el romance... Y eso todavía creo que no se ha conseguido del todo, aunque sí que hay una gran generación de escritores y escritoras que están apostando por ello. Hace poco me escribía un chico LGTB, con capacidades diversas y me decía que hay pocas historias que reflejen como se vive siendo LGTB y sufriendo el capacitismo de una sociedad excluyente.

En tu último libro de hecho tienes personajes de todo tipo, incluso uno de ellos tiene dos madres.

Nando: Y qué bonito es que el personaje hable con sus dos mamás. Creo que esos pequeños guiños rompen, sobre todo cuando no se justifican. Uno de los errores es justificar los personajes, y no. Los personajes existen, como en la vida, y son tan diversos como nuestra realidad. También cuido mucho los nombres de cada uno de ellos para que se vea que vienen de familias con orígenes distintos y se vea la culturalidad. A mí me preocupa mucho como escritor y como ciudadano el repunte que tenemos del machismo, la homofobia, la transfobia, xenofobia... Estamos viendo cosas terribles estos días, y creo que la literatura ahí tiene un poder enorme para derribar prejuicios y fronteras. Pero claro, si partes de la justificación del discurso... estás cayendo en la trampa y cometiendo los mismos errores que tratas de evitar. Lo que tienes que hacer es retratar vidas que emocionen, y una de las cosas que yo persigo es que cualquiera pueda empatizar con un personaje. Da igual como seas, porque lo importante es su alma y su esencia. Las personas como colectivos como el mío, el LGTB, hemos sido invisibilizadas durante mucho tiempo y muchas generaciones. Así que nos han faltado esos referentes que nos hubieran ayudado a hablar, encontrarnos antes y quitarnos instantes de felicidad, que al final es lo que creo que te pierdes cuando no eres visible.

"No podemos prevenir el suicidio si no lo abordamos"

La historia también aborda la salud mental. ¿Crees que cada vez lo vamos normalizando más?

Nando: Se normaliza muy lentamente, pero hay que exigir muchos recursos. Yo abordo mucho la salud mental: he hablado de autolesiones, suicidio adolescente... y en títulos muy diversos. Lo trato muy a menudo desde distintas ópticas porque es una realidad que me encuentro a menudo. A mí me escriben muchos y muchas adolescentes en situaciones muy complicadas -violencia familiar, machista...- y a veces les lleva a una salud mental muy frágil. Muchos casos no solo es que falten recursos, sino que ni siquiera se les permite hablar de ellos. Sigue siendo un tema tabú. Recuerdo lo que me costó estrenar Malditos 16 porque hablaba del suicidio adolescente y daba mucho miedo estrenar algo así. Pero vamos por 10 ediciones porque hay necesidad de hablarlo y porque no podemos prevenir el suicidio si no lo abordamos. Tampoco podemos tratar la depresión si no la tomamos como una enfermedad tan común como cualquier otra. Somos vulnerables, y cuando asumamos que la salud mental nos afecta de una manera importantísima a cualquiera de nosotros y nosotras, es cuando pondremos soluciones. De momento la gente todavía baja la voz cuando va al psicólogo, que es algo que me llama mucho la atención. Desde el lado docente siempre he dicho que ojalá los colegios e institutos contaran con más personal psicológico y asistentes sociales. Tenemos que cuidar, y más que nunca en este momento, la salud mental de la infancia y la adolescencia. Quizás por eso hablo tanto en mis libros sobre lo necesario que es pedir ayuda, porque la sociedad no nos enseña. Tenemos que aprender a decir "estoy mal, necesito ayuda, vamos a buscarla". También tenemos que tener en cuenta que a esta generación, que ha sido educada desde la infancia con las redes sociales, le resulta todavía más difícil pedir ayuda en un mundo que está en un postureo constante. Donde todo es una felicidad y un escaparate agotador. No sé cómo podemos ser tan felices como en nuestras cuentas de Instagram.

¿Crees que las redes sociales han fomentado, en cierta manera, el odio hacia personajes públicos? ¿Sabemos gestionar todo esto?

Nando: Es muy difícil gestionar el impacto de las redes, sobre todo porque estamos permitiendo que se vuelvan muy tóxicas. Me da la sensación de que estamos en un nivel de acoso terrible y de que no somos conscientes de hasta qué punto somos cómplices incluso con nuestro silencio. Con las redes tenemos pendiente un autoanálisis severo de cómo las queremos gestionar, porque también tienen una parte positiva que estamos desperdiciando. También es cierto que dejamos a la juventud frente a las redes sin ningún tipo de formación previa. Todos estos temas ya deberían estar en las aulas y tener más formación del profesorado para saber cómo gestionar todo esto. Además, creo que las prohibiciones no sirven para nada porque es negar la realidad. El problema es que muchas veces culpamos a la juventud de lo que no nos gusta de la sociedad. Cuando hablamos de la adicción a la tecnología es un problema social, no juvenil. Ese tipo de estigmas me parecen muy peligrosos. ¿Por qué tenemos un problema de ciberacoso tan grave? Porque lo ejercemos también entre los adultos. ¿Cuántos programas de televisión convierten a personas en marionetas que al final se convierten en hashtags y se viralizan? Estamos en una sociedad que nos ha deshumanizado y yo ahí lo que creo es que debemos hacer un ejercicio de aprendizaje para saber cómo queremos usarlas sin perder su potencial.

"A veces decimos "hay cosas peores", pero el dolor no tiene edad"

¿Crees que a veces se subestima e infantiliza de más a los jóvenes? ¿Consideras que quizás se les mira con condescendencia?

Nando: Se subestima demasiado a la adolescencia, pero muchísimo. A la juventud no se le escucha lo suficiente y se invalida su discurso con su edad. Pasa también con sus heridas. Muchas veces decimos eso de "ya pasará" o "hay cosas peores", pero no, el dolor no tiene edad. Ocurre en el momento y lo tienes que sanar. Me parece que en esta generación hay una gran parte que está muy vinculada con el feminismo, la visibilidad LGTB, con la convivencia, con una mirada muy alejada de las relaciones tóxicas... O sea, están sucediendo cambios y hay nuevas masculinidades que además presumen de serlo. A mí cuando me dicen: "¿Cómo escribes para adolescentes?" les contesto lo mismo: "al igual que lo haría para adultos". Es decir, desde el respeto, con historias que les puedan gustar y es más, mis libros suelen tener una estructura no lineal porque lo contrario es subestimarlos. Y son lectores y lectoras perfectamente capaces de enfocar una historia compleja y de sacar de ella sus conclusiones. También creo que hay mucho desprecio hacia todo lo que va destinado a los adolescentes. La literatura, el cine y las series juveniles parece que miran como por encima, y eso también es una muestra de una sociedad que no termina de respetar a su juventud y a su adolescencia.

Nando: Al final es tan sencillo como pensar que al mundo adolescente le interesa lo mismo que a cualquier persona. Le interesa la vida y todo lo que la compone. Cada uno tendrá unas preferencias, ¿pero por qué por ser adolescente te tiene que importar menos el discurso social cuando te está afectando en primera persona? Además, estamos pensando en una juventud que ha oído la palabra “crisis” desde la más tierna infancia y que están en una sociedad que cada vez les da menos opciones. ¿Cómo no les va a preocupar eso? ¿Cómo no van a tener interés? A mí me parece que tenemos que hacer más este tipo de formatos en el que escuchemos y expresen todo lo que tienen que contarnos y nos tratemos sin esa condescendencia. Creo que el paternalismo es lo peor.

¿Adolescentes y adultos somos más parecidos de lo que creemos?

Nando: Totalmente. Es más, lo que creo es que los adultos somos adolescentes que fingimos ser adultos. Yo reivindico mucho eso de que para mí la adolescencia es una forma de ver el mundo y no solo es una edad, sino también una actitud. Tiene que ver con el inconformismo, la rebeldía, cuestionarlo todo... Así que claro que tenemos en común. Es más, ojalá despertáramos más la adolescencia interior.

¿Crees que el sistema educativo está obsoleto? Y si es así, ¿qué crees que falta?

Nando: Requiere una revisión. Yo daba clase de Lengua y Literatura. Todos los años, en todos los cursos, tenía que hablar del emisor, el mensaje y el receptor, ¡y es una pesadilla! (ríe). Es algo que se ve desde primero de primaria hasta que acabas la universidad. Y siempre pensaba: "¿cuántas cosas podríamos hacer y se me están quedando en el tintero?". Tenemos unos programas que a veces son muy repetitivos y que se han quedado muy desfasados. Claro que queda llevar el siglo XXI a las aulas y todo el aprendizaje tecnológico, pero no desde el miedo. Tampoco se trata de decir que las redes son peligrosas, sino de ver cómo se usan correctamente y cómo sacarles partido. Trabajar la empatía y la gestión emocional es necesario para darnos cuenta de que hay veces que no somos capaces de ponernos en la piel de lo que supone una red. Ya no solamente hay que hablar de esos temas, sino también por ejemplo el canon de las personalidades que estudiamos en las distintas disciplinas, porque a día de hoy sigue siendo machista. Seguimos sin tener suficientes referentes femeninos en las ciencias, la literatura, las artes... No es porque no las haya, sino porque no aparecen en los libros de texto o tienen menos páginas de las que deberían. El propio sistema no las destaca. Creo que el problema siempre que se hace una reforma educativa es que siempre se hace sin contar con la comunidad educativa. Y ese punto de partida considero que es erróneo. Hay que mirar un poco las aulas reales, la sociedad real y que las clases respondan a la sociedad del siglo XXI.

"Nos hemos dado cuenta de que la desmotivación conduce al fracaso escolar inmediato"

¿Vivimos en el sistema de la desmotivación?

Nando: Es que la figura del profesor es el verdadero influencer. Yo por dar la otra cara te puedo decir que en las aulas de primaria y secundaria veo lo contrario. Veo que hay ganas de motivar, de emocionar... Creo que ha calado mucho el mensaje porque están entrando otras generaciones y otras maneras de educar donde se está aprendiendo que si estás a gusto y bien, con refuerzo positivo, está claro que terminas aprendiendo. Desde el miedo, la rabia o la desmotivación no lo haces. Al año visito muchísimos centros educativos y no te imaginas la de cosas que veo. Hay mucho que cambiar, pero cada vez encuentro más profesorado que no hace exámenes de lectura, (¡bien!). También los que generan debate, tertulias... Creo que sí que hay un cambio porque nos hemos dado cuenta de que la desmotivación conduce al fracaso escolar inmediato. Esta semana estuve en un instituto madrileño y una chica dijo una frase preciosa sobre sus profesoras: "han conseguido que sintiéramos que valíamos la pena". Y eso es lo que tenemos que conseguir como profesorado. Ahí felicité a la profesora y le dije bravo, porque tenemos que hacer sentir a todo el mundo que importa.

“Si no te ven no existes” es una de las frases del libro. ¿Crees que ese es el problema de muchos adolescentes?

Nando: Es que hay mucha gente que siente que no la ven. Yo por eso tengo una reivindicación constante en la educación, que es la ratio. Cuantas más personas haya en una clase, menos visible eres. Estamos hablando de la infancia y la adolescencia, ahí te pasan tantas cosas... Es tan importante que te vean, que sepan tu nombre, que conozcan tus circunstancias... Y si no te ven, efectivamente, no existes. Siempre digo que en mis libros intento dar voz a quienes a veces no la tienen. Necesitamos a un sistema educativo más humanizado y que no nos trate como números.

La edad de la ira ha sido adaptada por Atresmedia para convertirlo en serie. ¿Qué crees que vamos a redescubrir con este proyecto?

Nando: Yo hice la adaptación teatral, pero en el caso de la serie quise que un equipo se encargara de ella porque mi ámbito es el teatro y la novela. Creo que el lenguaje televisivo tiene sus propias normas y me apetecía también ver otra mirada. El equipo además está cuidando mucho el proceso y yo estoy muy dentro, pero desde un lugar que permite que la historia se vea desde otro ángulo. La serie que va naciendo es muy respetuosa con el corazón del libro, se centra mucho en el lado adolescente y va a provocar una reflexión necesaria sobre ciertos temas del libro que 10 años después siguen estando igual de vigentes o incluso más. Porque hay cuestiones que yo denunciaba entonces que han vivido un repunte que además está legitimado por muchos partidos, y esto es tristísimo. En 2021 me siguen llegando situaciones de este tipo a través de mis redes. Por eso me parece que es una serie oportuna y necesaria. En el equipo hay mucho amor al libro, pero también a la adolescencia de la que se habla en él. Estoy aprendiendo mucho y de verdad que estoy muy ilusionado.

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